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Noticia Internacional

En todas las ciudades el auto es más rápido que el transporte público

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Estudio del CEP constató que en Santiago, Valparaíso, Concepción y varias ciudades del país la diferencia promedio entre ambos transportes para ir al trabajo es de 17 minutos, cifra que sube a 20 en la capital.

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Hasta noviembre pasado, en el país se habían vendido 326.139 vehículos livianos y medianos (autos y camionetas), según el último informe disponible de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (Anac), que agrega que estas ventas son 19,1% mayores en comparación con el mismo período de 2016. Las nuevas unidades engrosaron el parque de autos particulares, que en 2016 llegó a los 4.430.661 vehículos, según el Reporte Anual de Medio Ambiente 2017 del INE.

“La demanda por autos es muy sensible al ingreso y esa es una tendencia difícil de revertir”, dice Slaven Razmilic, investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP), quien junto a la economista de la U. de Chile Andrea Herrera realizaron el estudio Movilidad urbana: Santiago no es Chile, que concluye que viajar en auto al trabajo es más rápido que hacerlo en transporte público en las principales ciudades de Chile, tras analizar los datos de la encuesta Casen 2015, en la que se incluyó la pregunta: “En un día habitual, ¿cuánto tiempo en total tarda en llegar desde su vivienda a su lugar principal de trabajo?”.

Quienes optan por el transporte privado tardan en promedio 36 minutos, versus los 53 minutos que demoran las personas que lo hacen en transporte colectivo, una diferencia de 17 minutos que, sin embargo, varía según la ciudad. Así por ejemplo, en Santiago la diferencia es 20 minutos, pues el tiempo promedio de traslado al trabajo en transporte público es de 60 minutos, versus los 40 en auto.

El estudio analizó la situación del Gran Santiago, Gran Valparaíso, Gran Concepción, y ciudades intermedias: La Serena-Coquimbo, Temuco-Padre Las Casas, Iquique-Alto Hospicio, Rancagua-Machalí, Antofagasta, Talca, y Puerto Montt-Puerto Varas.

Como el uso intensivo del auto es una tendencia difícil de revertir, Razmilic dice que la tarificación vial y la restricción del estacionamiento en las vías son medidas que apuntan a racionalizar eficientemente los viajes por este medio. “Es fundamental avanzar en que los automovilistas paguemos el real costo que tienen los viajes que hacemos, el que debe incorporar las externalidades que generamos en contaminación y congestión, y también el hecho de que el auto debe estacionarse en alguna parte”, dice.

Hernán Silva Bórquez, ingeniero civil y experto en movilidad sustentable de la consultora Urbanismo y Territorio, agrega que las políticas públicas para bajarse del auto deben apuntar a mejorar las condiciones primero del peatón, luego de la bicicleta, transporte público y de carga, y en último lugar el automóvil particular.

Silva asegura que la tendencia a usar el auto por sobre el transporte colectivo se ha revertido en Alemania, Brasil, Suecia y Noruega. “Pero para ello ha sido necesario entender que un transporte público de calidad debe ser subsidiado, y dicho costo absorbido por la sociedad”, plantea.

El experto precisa que la dependencia por el automóvil motorizado está condenada a ser cada vez más cara y menos accesible. “La tendencia es hacer ciudades caminables, bicicleteables y accesibles mediante transporte público de calidad. De hecho ya hay muchas ciudades del mundo que han declarado convertirse en ciudades sin auto. Hay varias que están demoliendo autopistas para convertirlas en áreas verdes y bajando las velocidades máximas de circulación”, agrega.

Percepción errónea

Según el estudio, el Gran Santiago es el área urbana que presenta tiempos de traslados más altos que las demás ciudades para el transporte público y privado, con 40 y 60 minutos respectivamente, una situación lógica que responde al tamaño de la ciudad y a los crecientes niveles de congestión vehicular, según los autores. “Mientras en la capital los tiempos promedio rondan los 50 minutos, en las demás áreas metropolitanas y en las ciudades intermedias los trayectos toman poco más de 30 minutos en promedio”, señala la investigación.

“Muchos de estos problemas se pueden solucionar generando nuevos subcentros urbanos, más y mejores redes de ciclovías, nodos de integración modal donde la gente pueda combinar sus viajes con distintos modos. Hoy perdemos enormes oportunidades con el mal servicio multimodal que Metro no da en sus estaciones. ¿Cuántos viajes en auto evitaríamos si la empresa Metro tomara un rol multimodal en sus estaciones?”, dice Hernán Silva.

No obstante, los autores precisan que los resultados van en contra del discurso arraigado en relación a lo caótico y poco equitativo que sería la distribución de tiempos perdidos en el traslado diario al trabajo.

Por ejemplo, concluyen que en el caso de Santiago, una urbe con siete millones de personas, quienes toman más de una hora al trabajo diariamente no pasan del 25%, mientras que quienes toman más de dos horas son solo un 8% de los capitalinos.

Aunque es un problema, Razmilic cree que las personas pueden sentir que los tiempos de traslado son mayores porque estos “son generalmente percibidos como tiempos perdidos. Son puro costo. Algo negativo. Y como estos tienden a crecer con la congestión, naturalmente percibimos que se trata de un problema en aumento. Si se suma a eso las dificultades del Transantiago, la percepción es todavía peor.

Lo interesante es que el fenómeno es bastante transversal. Son casos más bien excepcionales los que demoran muy poco tiempo y los que toman tiempos extremadamente largos”, dice.

Hoy se desconoce cuánto es el tiempo ideal para llegar al trabajo. Según el estudio, a nivel internacional se han reportado tiempos de traslado en promedio de 66 minutos. “Más que un tiempo óptimo, parece existir un presupuesto de tiempo que es relativamente fijo. Así, en la medida en que se construye infraestructura y aumentan las velocidades, las personas tienden a desplazarse más lejos. Pierden el mismo tiempo, pero llegan más lejos. Las distancias de viaje han aumentado mucho más que los tiempos”, señala el investigador del CEP.

Silva agrega que “no existe un tiempo óptimo. Pero la tolerancia que se maneja es 30 minutos máximo. Más que lo anterior, las externalidades para las personas son muchas”. A su juicio, es importante considerar que muchas ciudades de Chile tienen radios urbanos que no superan los 5 kilómetros. “Ahí, la longitud de un viaje promedio es de 2,5 km, y para esas distancias caminar o andar en bicicleta siempre será lo más eficiente”, asegura.

Gerentes demoran la mitad del tiempo que obreros de la construcción en llegar a su lugar de trabajo
El estudio Movilidad urbana: Santiago no es Chile (ver nota principal) también analizó los tiempos de traslado por oficios. Según la investigación, aquí las diferencias también se acentúan en el Gran Santiago, ya que mientras un gerente de una empresa necesita 35 minutos para llegar al trabajo, un obrero de la construcción requiere 70 minutos y una asesora del hogar, 61 minutos: los dos oficios que requieren de más tiempo para desplazarse.

Pese a ello, el estudio detalla que estos tiempos no son un patrón generalizado. En Santiago están los mayores traslados, que superan las dos horas, pero equivalen a menos del 10% de los viajes laborales totales.

La investigación agrega que en las tres áreas metropolitanas se detectaron tiempos de traslados mayores para quienes viven en comunas alejadas del centro de cada una de las ciudades. Sin embargo, explican los autores, si bien para Santiago este patrón parece indicativo de diferencias por nivel de ingreso, no toda la población de estas comunas periféricas es de escasos recursos y no todos sus habitantes desempeñan los oficios que, en promedio, demandan traslados más extensos. Asimismo, las comunas que aparecen con menores tiempos de viaje tampoco son exclusivamente de altos ingresos: Estación Central y Quinta Normal, con 46 minutos en promedio, solo seis minutos menos que un habitante de Ñuñoa.

“La densificación en Quinta Normal, Estación Central y antes en Santiago e Independencia son respuestas de las personas a ciudades donde los costos de transporte crecen producto de la congestión. Se privilegian zonas más cercanas a los empleos, o al menos cercanas a la infraestructura que permite traslados que entregan certidumbre respecto del tiempo que tomarán los viajes, como el Metro”, dice Slaven Razmilic.

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Fuente/LaTercera
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DESARROLLO SOSTENIBLE Y ECOLOGÍA NO SON LO MISMO

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En el ámbito de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente, dos conceptos fundamentales que a menudo se confunden son el desarrollo sostenible y la ecología. Aunque comparten objetivos similares, existen diferencias importantes entre ellos en términos de enfoque, alcance y visión de futuro.


En este artículo, compararemos el desarrollo sostenible y la ecología para comprender sus diferencias y examinar sus respectivos aportes y perspectivas hacia el futuro.

El desarrollo sostenible se refiere a un enfoque que analiza la realidad de una forma integral que busca equilibrar el crecimiento económico, el bienestar social y la conservación del medio ambiente. Reconoce la interdependencia entre estos tres pilares y busca garantizar que el progreso presente no comprometa la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

El desarrollo sostenible promueve la adopción de prácticas responsables en la gestión de los recursos naturales, la reducción de la pobreza, la equidad social y la mitigación del cambio climático.

La ecología, por otro lado, es una disciplina científica que se centra en el estudio de las interacciones entre los organismos y su entorno. Su enfoque principal es comprender cómo los seres vivos interactúan entre sí y con su entorno físico, y cómo estas interacciones afectan la salud y el equilibrio de los ecosistemas. La ecología se preocupa por la conservación y protección de los ecosistemas, la biodiversidad y el funcionamiento de los procesos naturales.

 

Aunque el desarrollo sostenible y la ecología están estrechamente relacionados, no son lo mismo. Mientras que el desarrollo sostenible abarca aspectos económicos, sociales y ambientales, la ecología se centra principalmente en los aspectos ambientales y biológicos. El desarrollo sostenible utiliza principios y enfoques de la ecología para garantizar que las acciones humanas sean sostenibles y respetuosas con el entorno natural.

En términos de visión de futuro, tanto el desarrollo sostenible como la ecología presentan perspectivas diferentes pero complementarias.

El desarrollo sostenible se proyecta hacia un futuro en el que se logre un equilibrio armonioso entre el crecimiento económico, la equidad social y la preservación del medio ambiente. Se visualiza una sociedad en la que todas las personas tengan acceso a una calidad de vida adecuada, donde se promueva la justicia social y se respeten los límites planetarios. Se busca una economía circular, en la que los recursos se utilicen de manera eficiente y se minimice la generación de residuos. La energía renovable, la tecnología limpia y la conservación de la biodiversidad son aspectos clave en esta visión de futuro.

Por otro lado, la ecología se enfoca en la restauración y conservación de los ecosistemas, la protección de la biodiversidad y la promoción de un equilibrio saludable en los sistemas naturales. Se busca un futuro en el que los ecosistemas estén regenerados y sean resilientes, donde se promueva la interconexión y la coexistencia armoniosa entre los seres vivos y su entorno. La visión ecológica se centra en la conservación de la naturaleza como un valor intrínseco y en la importancia de preservar la diversidad biológica para mantener la estabilidad de los ecosistemas.

Ambas visiones son necesarias para lograr un futuro sostenible.

El desarrollo sostenible reconoce la importancia de la ecología como base científica para la toma de decisiones y busca integrar sus principios en la planificación y gestión de actividades humanas. A su vez, la ecología proporciona los conocimientos y la comprensión necesarios para abordar los desafíos ambientales y desarrollar estrategias eficaces de conservación y restauración.

En cuanto a los aportes y contras, el desarrollo sostenible busca aportar soluciones integradas que aborden los desafíos económicos, sociales y ambientales de manera equilibrada. Busca el progreso humano sin comprometer el futuro del planeta. Sin embargo, su implementación puede enfrentar desafíos debido a intereses económicos y sociales divergentes, así como a la falta de voluntad política.

Por su parte, la ecología aporta un enfoque científico riguroso para comprender los procesos naturales y las interacciones entre los organismos y su entorno. Sus contribuciones ayudan a identificar los impactos negativos de las actividades humanas en los ecosistemas y a desarrollar estrategias de conservación y restauración. No obstante, la ecología puede enfrentar desafíos en términos de financiamiento y falta de conciencia pública sobre su importancia.

El desarrollo sostenible ofrece un marco integral que busca armonizar los aspectos económicos, sociales y ambientales, considerando la interdependencia entre ellos. Se enfoca en la adopción de prácticas responsables, la promoción de la equidad y la mitigación de los impactos negativos en el medio ambiente.

Por su parte, la ecología proporciona los conocimientos científicos necesarios para comprender los ecosistemas, las interacciones entre los seres vivos y su entorno, y los efectos de las actividades humanas en la biodiversidad y los ecosistemas. La ecología destaca la importancia de conservar y proteger la naturaleza, y ofrece soluciones basadas en la restauración, conservación y gestión sostenible de los recursos naturales.

Ambos enfoques tienen sus aportes y desafíos.

El desarrollo sostenible busca una transformación integral de los sistemas económicos y sociales, fomentando la innovación y la adopción de tecnologías limpias. Sus aportes incluyen la promoción de la justicia social, la reducción de la pobreza y la creación de empleos verdes. Sin embargo, enfrenta desafíos en la implementación debido a intereses divergentes, falta de voluntad política y resistencia al cambio.

Por otro lado, la ecología contribuye al conocimiento y comprensión de los ecosistemas, su conservación y restauración. Sus aportes incluyen la identificación de impactos ambientales, la promoción de la biodiversidad y la conservación de los servicios ecosistémicos. No obstante, puede enfrentar desafíos en términos de financiamiento, falta de conciencia pública y la necesidad de establecer políticas efectivas de conservación.

En cuanto a la visión de futuro, el desarrollo sostenible busca un equilibrio entre el progreso humano y la protección del medio ambiente, promoviendo la transición hacia una economía verde y la implementación de prácticas sostenibles en todos los sectores. Se vislumbra un futuro en el que se satisfagan las necesidades presentes y futuras, se respeten los límites planetarios y se promueva la justicia social.

Por su parte, la visión ecológica enfatiza la importancia de conservar la biodiversidad, restaurar los ecosistemas degradados y garantizar la salud y el equilibrio de los sistemas naturales. Se visualiza un futuro en el que los seres humanos coexistan de manera armoniosa con la naturaleza, reconociendo su interdependencia y dependiendo de los servicios que los ecosistemas brindan.

Aunque el desarrollo sostenible y la ecología no son lo mismo, se complementan mutuamente en la búsqueda de un futuro sostenible. El desarrollo sostenible abarca aspectos económicos, sociales y ambientales, mientras que la ecología se centra principalmente en los aspectos ambientales y biológicos. Ambos enfoques son necesarios para lograr un equilibrio entre el progreso humano y la conservación del medio ambiente, y se requiere una colaboración estrecha entre diferentes sectores y disciplinas para enfrentar los desafíos ambientales y alcanzar un futuro sostenible.


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¿LA AGRICULTURA PUEDE SER CERO EMISIONES?

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Fuente:Pixabay

Se necesitará innovación tecnológica e inversión para reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la agricultura. Restas son las conclusiones de un nuevo trabajo recientemente publicado.


¿La agricultura puede ser cero emisiones? “En este momento, la agricultura es responsable de alrededor del 12 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo”, explicó Rosa, uno de los coautores. “La agricultura no solo contribuye significativamente al cambio climático. También es una de las primeras víctimas de sus consecuencias, que incluyen el calentamiento global, la sequía y la alteración de los patrones de precipitación”.

Lorenzao Rosa y su colega Gabrielli se propusieron analizar una variedad de tecnologías que se podían aplicar para reducir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que libera la agricultura. El objetivo era ver hasta dónde podrían llevarnos estas herramientas en el camino hacia un sistema de emisiones cero.

Reducir las emisiones agrícolas es un reto particularmente desafiante porque la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del metano y el óxido nitroso. Estos gases tienen un potencial de calentamiento mucho mayor en escalas de tiempo cortas que el dióxido de carbono.

Buscando la solución

Probaron la efectividad de diferentes métodos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la actividad agrícola, incluido el uso de fuentes de energía alternativas en la granja, fertilizantes y pesticidas más sostenibles producidos con emisiones netas cero.

Además de manejo de fertilizantes, estrategias de alimentación y reproducción para reducir el metano del ganado. Y la aplicación de técnicas alternativas para cultivos como el del arroz que minimicen el crecimiento de microbios productores de metano en suelos inundados

Fuente:Pixabay

Las estrategias de descarbonización agrícola dependen en gran medida del uso de fuentes de energía libres de carbono, según Rosa y Gabrielli. Implementarlos con éxito implicaría integrar sistemas de energía renovable en las operaciones agrícolas. Y desarrollar métodos sostenibles para producir fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos relevantes.

La implementación de prácticas de riego inteligentes y sostenibles no solo es crucial para mejorar la sostenibilidad del agua. Si no también para reducir el consumo de energía y las emisiones de metano asociadas con el cultivo de arroz.

Rosa y Gabrielli descubrieron que la tecnología podría ayudar a los agricultores a reducir la contaminación agrícola por gases de efecto invernadero hasta en un 45%. Sin embargo, llegar a cero emisiones de carbono requerirá estrategias de eliminación de dióxido de carbono (CO2). Que son costosas y actualmente no están ampliamente implementadas.

Enfoques prometedores

Los enfoques que encontraron particularmente prometedores involucran una combinación de uso de bioenergía producida de manera sostenible. Vinculado con técnicas que capturan las emisiones de estas fuentes de energía en formaciones geológicas duraderas.

Otra posibilidad auspiciosa fue la idea de acelerar el proceso natural de erosión de las rocas. Puesto que este que también elimina el CO2 de la atmósfera. Juntas, estas tecnologías podrían convertir a la agricultura de un sector que deposita carbono en la atmósfera en uno que lo extrae.

El estudio también analiza tecnologías novedosas que se extienden más allá de los límites de la agricultura tradicional, como la eliminación de metano y la producción de algunos alimentos sin agricultura. Sin embargo, Rosa y Gabrielli indicaron que se necesita más investigación para verificar si estas tácticas resultan asequibles y escalables. Así como para comprender sus impactos más amplios.

Fuente:Pixabay

“Las innovaciones en riego y fertilizantes han mejorado el rendimiento global de los cultivos. Pero esta mayor producción ignora los impactos climáticos de las estrategias de las que depende”, dijo Gabrielli. Cada vez resultará más difícil producir suficientes alimentos para una población en crecimiento. Y serán necesarios enfoques novedosos que tengan en cuenta la mitigación del cambio climático”.

Las prácticas agrícolas sostenibles también podrían mejorar la seguridad energética, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad, según Rosa y Gabrielli. quienes están comprometidos a buscar soluciones para alcanzar el nivel de cero emisiones de la agricultura. Pero este éxito va a requerir de un esfuerzo interdisciplinario que involucre la ciencia de las plantas, la hidrología, la ingeniería, la economía y la ciencia política.

Referencia: artículo de la revista Environmental Research Letters.


Fuente/Ecoticias
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¿LA ECONOMÍA CIRCULAR MEJORA LA BIODIVERSIDAD?

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Un informe publicado este lunes por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) muestra cómo la economía circular puede reducir el consumo en la biodiversidad y los impactos de nuestros sistemas de producción.


Nuestras acciones son de vital importancia para avanzar hacia una economía circular que logre el objetivo de disminuir la contaminación, proteger la naturaleza y conseguir la ansiada neutralidad climática en Europa para el año 2050.

La economía circular es un elemento fundamental para transformar los sistemas de producción y consumo insostenibles que amenazan la biodiversidad de la Tierra. El nuevo informe de la AEMA «Los beneficios para la biodiversidad de una economía circular fuerte» muestra que las prácticas específicas de la economía circular en el abastecimiento de materias primas tienen un potencial significativo para proteger y mejorar la biodiversidad.

El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) afirma lo siguiente:

El abastecimiento respetuoso con la biodiversidad de, por ejemplo, alimentos, materiales de construcción y textiles, debe añadirse a la jerarquía tradicional de «reducir, reutilizar y reciclar» en las acciones de economía circular.AEMA
¿Qué es la biodiversidad y por qué está en peligro?

La biodiversidad o diversidad biológica, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, es la variedad de seres vivos que habitan en el planeta y establecen relaciones entre sí y con el medio que los rodea.

La pérdida de biodiversidad es un grave problema a nivel mundial. Respecto a Europa, sus ecosistemas naturales han disminuido tanto en extensión -los humedales se han reducido en un 50% desde 1970- como en diversidad de especies, donde el 28% de las especies que viven únicamente en Asia Central y Europa están en peligro de extinción.

Un informe aportado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, sus siglas son WWF), destaca que la biodiversidad mundial está en grave peligro. Las especies de fauna salvaje disminuyen a un ritmo alarmante, ya que se han reducido una media del 69% desde el año 1970. Un millón de especies se encuentran en peligro de extinción.

Los 196 países reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, celebrada en el mes de diciembre del año pasado, pusieron el foco en la estrategia conocida como «30×30», la cual tiene el objetivo principal de frenar el declive de los ecosistemas, protegiendo el 30% del mar y de la Tierra hasta el año 2030. Para esa fecha, es muy importante que empresas, gobiernos y ciudadanos se unan en torno a este objetivo para conservar los ecosistemas mundiales tal cual los conocemos, además de conservar nuestros medios para la vida.

¿Qué es la economía circular y cuál es su objetivo?

La economía circular es un modelo de producción y consumo que aprovecha los recursos al máximo y reduce los residuos al mínimo, garantizando un crecimiento sostenible con el paso del tiempo. Es decir, permite alargar la vida útil de los productos que consumimos para darles una segunda vida.

Fuente/Pixabay

Se trata de un concepto que se inspira en la naturaleza, donde todos los productos se pueden aprovechar y nada se desperdicia. Hasta hace poco tiempo, seguíamos un modelo de economía lineal, basado en un modelo económico cuya premisa principal es producir, consumir y desechar a un ritmo vertiginoso.

El objetivo que tiene la economía circular frente a la economía lineal es dejar atrás el modelo de consumo establecido desde la época de la Revolución Industrial, avanzando hacia un modelo más sostenible que garantice la buena salud de nuestro planeta. Es decir, al sustituir la economía lineal por una economía circular, se alarga la vida útil de los productos.

La esencia de este modelo sostenible se basa en mantener los recursos que disponemos en la economía el mayor tiempo posible, reduciendo el uso de materias primas y la generación de residuos en el mundo.

Los principios de la economía circular son vitales para lograr muchas de las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Existe más relación con las metas del ODS-6 (Agua limpia y saneamiento), ODS-7 (Energía asequible y no contaminante), ODS-8 (Trabajo decente y crecimiento económico), ODS-12 (Producción y consumo responsables) y ODS-15 (Vida de ecosistemas terrestres).

¿Cómo puede la economía circular detener la pérdida de biodiversidad?

La economía circular puede reducir el consumo en la biodiversidad y los impactos de nuestros sistemas de producción a través de tres áreas clave de intersección:

  • Disminuir la demanda de recursos primarios
     
  • Prevenir la contaminación
     
  • Suministro sostenible con la biodiversidad
     

Fuente/Ambientum
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