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LOS POLICÍAS DE LA CIENCIA

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No les gusta la caracterización, pero saben que así serán percibidos. Los doctores Steven Goodman y John Ioannidis están inaugurando un centro único en su tipo, cuyo objetivo es mejorar la calidad de los cientos de investigaciones médicas que se publican cada día. La urgencia es evidente: hoy el fraude ha dejado de ser algo extraordinario y preocupa a gobernantes de todo el mundo, que toman decisiones públicas basándose en las certezas del mundo científico.

 

 

 

 

“Son sólo oficinas y teléfonos, nada muy impresionante”, dice el doctor Steven Goodman sobre la apariencia del Centro de Innovación y Meta Investigación que la Universidad Stanford lanzó hace pocos días. Evidentemente, esa modesta descripción de la institución que lidera junto al doctor John Ioannidis no le hace justicia a la revolución científica que podría conducir. Sí, revolución. Porque el objetivo de este centro es nada menos que cambiar la forma en que actualmente se realiza la investigación científica en el mundo.

Es una tarea importante. Recientemente, la científica japonesa Haruko Obokata tuvo que enfrentar a los medios de comunicación tras las críticas que la institución en la que trabaja, el Centro Riken, en Japón, hiciera a su supuesto hallazgo de un nuevo método para obtener células madre. Fraude, fue la acusación. Hechos como este no son nuevos. De acuerdo con un estudio del College de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, liderado por el microbiólogo Arturo Casadevall, en las últimas décadas han aumentado significativamente las retractaciones (admisión de errores parciales o totales en los resultados de un estudio) en las revistas médicas y dedicadas a temas de biología. Según esta investigación, en 1976 se encontraban cerca de 10 retractaciones por cada millón de estudios publicados. En 2007, esa cifra había subido a 96 por cada millón de publicaciones, debido, según Casadevall, a un aumento de las malas prácticas entre los científicos.

Esto no es sólo mala publicidad para un lejano mundo científico, sino que también produce incertidumbre en el ciudadano de a pie. Un estudio que ligaba la vacuna triple viral (sarampión, rubeola, paperas) con el autismo, publicado en The Lancet, una de las revistas científicas más prestigiosas, obligó a revisar los planes de vacunación de todo el mundo, incluido Chile, donde este año se desató una fuerte polémica por el uso de timerosal en las inyecciones. A pesar de que The Lancet reconoció en 2004 que no debió sacar a la luz el estudio del investigador Andrew Wakefield y de que se retractó formalmente de su publicación en 2010, la duda quedó instalada y el debate no se ha cerrado.

Steven Goodman tiene sumamente claro el impacto que tiene la ciencia sobre nuestra vida cotidiana: “Compara nuestras vidas actuales con las de hace 100 años y verás que las cosas han cambiado en muchos sentidos y que eso ha sido un aporte de la ciencia. Tenemos nuevas formas de tecnología, de comunicarnos, de producir alimentos, tenemos diferentes formas de hacer casi todo. La mayor parte de esas diferencias se deben a la ciencia”.

Por eso ha hecho de la denuncia de la “mala ciencia” el trabajo de toda su vida. Hace dos años que el investigador llegó a Stanford y desde ese momento que viene presionando por contar con un centro que ha soñado desde que comenzó a investigar y que considera más necesario que nunca. “Es buena idea”, le dijeron. “Si encuentras el financiamiento para desarrollarla, adelante”. Recién este año consiguió el dinero de parte de “una fundación muy interesada en el tema” y junto al doctor Ioannidis podrá comenzar finalmente la última batalla contra la ciencia de mala calidad.

Durante casi dos décadas, David Goodstein fue vicerrector del Instituto de Tecnología de California, uno de los centros de investigación científica más reputados del mundo con más de treinta premios Nobel. Ahí dirigió varias indagaciones para determinar las responsabilidades de los científicos en los casos en que reportaban errores graves en un estudio. En base a eso Goodstein publicó el libro Sobre los hechos y el fraude: Cuentos con moraleja del frente de batalla de la ciencia. Ahí el autor explica que en la mayoría de los casos, los estudios con errores y resultados mal reportados no nacen del afán de engañar, sino que de una mezcla de presiones académicas que hay en las universidades, la necesidad de mantenerse en puestos muy competitivos y la casi nula capacidad de revisar de buena forma la abrumadora cantidad de nuevos artículos que se están publicando actualmente. Realidad que no es para nada ajena a la situación que se está viviendo en Chile y que explica que en el mundo estén surgiendo iniciativas como la de la Universidad de Stanford.

Desde fuera, la vida de los académicos universitarios parece sencilla. Frecuente es la caricatura que los muestra impartiendo algunos cursos a los estudiantes y el resto del tiempo tomando café en su oficina. Sin embargo, la realidad está muy lejos de estas vacaciones pagadas. A sus horas de clase (que en algunos planteles se multiplican para abaratar costos), los docentes deben sumar trabajo administrativo y a éste, lo más importante, lo que define su posición y estatus dentro de las casas de estudio y frente a sus pares: la investigación.

“Nosotros funcionamos en base a evaluaciones por las que recibimos fondos o evaluaciones de las mismas universidades. Eso se mide a través de nuestras publicaciones y, más puntualmente, el número de esas publicaciones, no necesariamente su calidad”, dice el Premio Nacional de Ciencias Exactas 2013 y académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Manuel del Pino. “Ese es nuestro producto, lo que nos valida”. Es por la alta valoración de la cantidad de publicaciones que hoy se está produciendo lo que él llama “inflación” de papers, que son artículos científicos en los que los investigadores no sólo presentan sus descubrimientos, sino que también los métodos que siguieron para llegar a ellos. “Hay muchos trabajos que nunca debieron ser impresos”, sentencia.

Del Pino explica la lógica básica que determina el trabajo de cualquier científico: el investigador realiza un hallazgo y lo publica. Simple. Sin embargo, la presión por contar con muchas investigaciones en el currículum está cambiando este modo de hacer las cosas y llevando a otro tan riesgoso como el que sigue: el investigador realiza un hallazgo y publica una porción de los resultados en un paper. Luego, otra parte en un artículo distinto y así sucesivamente. Así, dice Del Pino, un investigador puede llegar a diez publicaciones a partir de un solo hallazgo, lo que daña la calidad de las investigaciones e impide, en muchos casos, la verificación del descubrimiento por parte de otros científicos, ya que es mucho más difícil corroborar un resultado cuando no se tienen todos los antecedentes metodológicos que llevaron a una conclusión puntual.

La “inflación”, además, está haciendo tambalear el método clásico de corrección y detección de errores de la ciencia, hasta hoy utilizado por las revistas más prestigiosas del área, como Nature y Science, conocida como la “revisión de los pares”.

Corría 1665 y en Londres comenzaba una práctica que cambiaría sustancialmente la forma de hacer investigación. Ese año fue publicada la primera edición de Philosophical Transactions of the Royal Society, la primera revista dedicada completamente a la ciencia. La hazaña era tremenda. La publicación buscaba dar a conocer los hallazgos de los científicos de la época de manera confiable por primera vez y no se podía escatimar en métodos de chequeo de los datos. Para asegurarse de la calidad de lo publicado, Henry Oldenburg, el editor de ese primer número, implementó un sistema que prometía asegurar altos estándares y fiabilidad. Así nació la revisión de los pares, es decir, el análisis de los hallazgos de un científico por parte de otros expertos en la materia, quienes los validan antes de que sean reportados en una revista especializada. En las revistas más serias este es un proceso que además se da en forma anónima, es decir, el evaluador no sabe a quién está leyendo.

Sin embargo, dice Del Pino, “si a un revisor le llegan diez artículos, no tiene tiempo para estar mirándolos en detalle, aunque diga que sí. Ese es el caso de todo el mundo. Los revisores simplemente confían en que muchos de los resultados están correctos, porque revisar todo lo que está sometido a validación actualmente es virtualmente imposible”, dice el académico, quien añade que en muchas ocasiones, los revisores incluso se guían por el prestigio de la institución de la cual provienen los investigadores para determinar si los resultados están correctos o no. En otras palabras, a nadie se le ocurriría que un artículo de un investigador de Harvard pueda estar incorrecto.

En ese contexto, entonces, es que nace el Centro de Innovación y Meta Investigación de Stanford, más conocido como Metrics. Su trabajo será complejo. Por una parte, generará instancias de fiscalización de problemas recurrentes como el conflicto de interés, la falta de rigurosidad científica, los sesgos en la elección de temas de investigación y la poca voluntad de los académicos para compartir sus datos públicamente. Todo esto sólo en el área de las publicaciones médicas, que según diferentes estudios, son las que presentan un mayor número de retractaciones. Inicialmente, Metrics pedirá la colaboración voluntaria de los investigadores y publicará los fraudes en su sitio web, para que puedan ser conocidos por toda la comunidad científica.

Sin embargo, también tendrá que ganarse la confianza de los investigadores, porque recoger sus inquietudes será otra de sus labores. Precisamente porque la evidencia indica que la mayor parte de los fraudes tiene que ver con las presiones que enfrentan los científicos, este centro busca convertirse en un aliado de su causa y una instancia de debate sobre nuevas políticas públicas que les den mejores condiciones para realizar su trabajo.

“Una de las áreas en las que queremos trabajar es en la generación de modelos que premien el resultado de las investigaciones y su calidad, no sólo el conteo de papers. Si no potenciamos eso, tenemos un sistema que no potencia una mejor ciencia. Hay muchas instituciones en Estados Unidos que hoy se mueven en esta dirección y eso es una buena señal”, dice Goodman.

Una de ellas es el Centro para la Ciencia Abierta, una organización fundada en 2013 por los sicólogos de la Universidad de Virginia Brian Nosek y Jeffrey Spies, que busca promover la transparencia de los resultados en las investigaciones sicológicas invitando a los investigadores a compartir sus resultados en línea con académicos de todo el globo. Otra instancia similar es el Many Labs Replication Project, un consorcio que une 36 grupos de investigación de todo el mundo y que hasta la fecha ha intentado replicar y probar los resultados de 13 investigaciones sicológicas basales, encontrando que sólo 10 de ellas son reproducibles.

Sin embargo, según Nosek, no se puede perder de vista que cometer errores es parte del trabajo de vanguardia que hace la ciencia. Por un lado están los fraudes, la exageración de cifras para agrandar un descubrimiento o la aceleración de procesos de chequeo básicos que no deja corroborar bien los datos. Pero por otra, está el carácter experimental del trabajo científico.

“Una de las cosas importantes que el público debería saber sobre la ciencia es que los errores van a ocurrir y seguirán ocurriendo y eso es, de hecho, saludable. Debido a que la ciencia está en los límites del conocimiento, vamos a tener muchos descubrimientos que parecen ser ciertos al principio, pero que luego no lo son”. Eso, dice Nosek, no significa que la ciencia lo esté haciendo mal. “Si todo lo que descubrimos resultara ser cierto, significaría que la ciencia no está corriendo los riesgos suficientes para hacer hallazgos. Por eso nos equivocamos mucho. Pero lo único realmente importante es darnos cuenta de que nos hemos equivocado tan pronto como sea posible. Y esos son los problemas que Metrics y el Centro para la Ciencia Abierta están tratando de solucionar: no es asegurarnos de que lo hagamos bien desde el principio cada vez, sino cambiar el curso una vez que detectamos qué partes están incorrectas, para poder avanzar y seguir corriendo los límites hacia nuevos conocimientos”.

por Jennifer Abate C.

Fuente:latercera.com

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Desarrollo Sostenible

PRESIDENTE BORIC DESTACA COMPROMISO DE ENGIE CON LA DESCARBONIZACIÓN EN INAUGURACIÓN DE BESS COYA

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En la instancia -en la que participaron la CEO del Grupo ENGIE, Catherine MacGregor; y la CEO de ENGIE Chile, Rosaline Corinthien- el Mandatario destacó el compromiso de la empresa con la descarbonización y la importancia de este tipo de tecnología para la transición energética del país. 

BESS Coya, propiedad de ENGIE Chile, cuenta con una capacidad instalada de 139 MW/638 MWh y se encuentra ubicado en la comuna de María Elena, región de Antofagasta. 


El Presidente de la República, Gabriel Boric, encabezó esta tarde la ceremonia de inauguración del Parque de Baterías de Almacenamiento BESS Coya, ubicado en la comuna de María Elena y propiedad de la empresa ENGIE.

En la oportunidad, el Mandatario destacó que: “El camino en particular hacia un Chile libre de carbón es nuestro compromiso con el planeta. Y es una tarea que como gobierno hemos asumido con muchísima convicción. Pero esta meta va a ser solo posible si logramos trabajar en conjunto sector público y sector privado. Y en esa lógica agradezco mucho a un grupo como ENGIE que es aliado en este esfuerzo”, 

La instancia fue liderada por la CEO de ENGIE Group, Catherine MacGregor; y la CEO de ENGIE Chile, Rosaline Corinthien; y contó con la presencia de los ministros de la Secretaría General de Gobierno, Camila Vallejo; de Bienes Nacionales, Marcela Sandoval; el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos; la delegada presidencial, Karen Behrens; la presidenta de la Asociación Chilena de Municipalidades, Carolina Leitao; Superintendenta de Electricidad y Combustibles, Marta Cabeza; Secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía, Marco Mancilla; autoridades regionales y locales, representantes de los gremios y colaboradores de la compañía. 

“Chile es un país prioritario para el Grupo ENGIE. Chile tiene la ambición de ser un actor clave en la industria de la energía verde en los próximos años, y ENGIE está decidido a apoyar al país en su viaje de descarbonización mediante una gran inversión en la generación de energía renovable y flexible, como la que estamos inaugurando hoy”, expresó la líder mundial de ENGIE, Catherine MacGregor.

Por su parte, la CEO de ENGIE Chile, Rosaline Corinthien, comentó que: “BESS Coya viene a reforzar nuestro compromiso con la región de Antofagasta, donde junto con salir del carbón, hemos desarrollado un contundente portafolio de proyectos renovables. Un ejemplo de esto es que a BESS Coya también se sumarán otros dos proyectos de baterías en Parques Solares, ambos ubicados en la región de Antofagasta y actualmente en construcción”.

Características de BESS Coya

BESS Coya, ubicado en la comuna de María Elena, región de Antofagasta; tiene una capacidad de almacenamiento de 638 MWh, con 139 MW de capacidad instalada. Su tecnología es en base a Battery Energy Storage System (BESS) y utiliza baterías de litio para almacenar la energía renovable generada por el Parque Fotovoltaico PV Coya (180 MWac), también propiedad de ENGIE Chile. 

A través de 232 contenedores que se reparten uniformemente en los 58 inversores de la planta solar, permite suministrar energía durante 5 horas, lo que equivale en una entrega de 200 GWh en promedio al año. Además, cumple un rol fundamental en el medio ambiente, dado que permite suministrar a alrededor de 100 mil hogares de energía verde, evitando emitir 65.642 toneladas de CO2 al año. 

BESS: Los avances de ENGIE en Chile

Actualmente, la compañía cuenta con dos sistemas de almacenamiento en operación: BESS Coya (139 MW/638 MWh), la iniciativa con mayor capacidad de América Latina; y BESS Arica, que sirvió como proyecto piloto. A esto se suman BESS Tamaya (68 MW/418 MWh) y BESS Capricornio (48 MW/264 MWh), ambos ubicados en la región de Antofagasta y actualmente en construcción.  

Además, la semana pasada anunció su quinto proyecto con esta tecnología. La compañía reconvertirá el antiguo Complejo Térmico de Tocopilla, donde operaban las unidades a carbón, en una planta de almacenamiento. La iniciativa denominada BESS Tocopilla tendrá una capacidad instalada de 116 MW/660 MWh y va en línea con uno los compromisos de ENGIE en su proceso de descarbonización: mantener su presencia en la comuna y darle una nueva vida al sitio. 


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Desarrollo Sostenible

Desalinización: UNA SOLUCIÓN VITAL PARA LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL Y EL DESARROLLO GLOBAL

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En un mundo donde el acceso al agua dulce se ha convertido en una preocupación creciente, la desalinización emerge como una solución prometedora para satisfacer la creciente demanda de agua potable. Con aproximadamente el 71% de la superficie terrestre cubierta por agua, pero solo el 2.5% de esta siendo agua dulce, la desalinización ofrece una oportunidad crucial para aprovechar el vasto recurso de agua salada que es el océano.


Antecedentes y Tecnologías Actuales:

El proceso de desalinización ha existido durante décadas, pero ha experimentado avances significativos en las últimas décadas, lo que lo hace más eficiente y económico. Las tecnologías principales incluyen la ósmosis inversa, donde el agua se fuerza a través de una membrana semipermeable para eliminar las sales y otros contaminantes, y la destilación térmica, donde el agua se evapora y luego se condensa para eliminar las sales.

Impacto Ambiental y Sostenibilidad:

Si bien la desalinización ofrece una solución a la escasez de agua, no está exenta de impactos ambientales. Los procesos de desalinización consumen grandes cantidades de energía y pueden generar residuos salinos concentrados que deben ser gestionados adecuadamente para evitar impactos negativos en los ecosistemas marinos. Sin embargo, avances en tecnología y prácticas sostenibles están ayudando a mitigar estos impactos. Por ejemplo, la implementación de energía renovable, como la solar y la eólica, puede reducir la huella de carbono de los sistemas de desalinización, mientras que la reutilización de los residuos salinos puede tener aplicaciones industriales y agrícolas.

Importancia de la Desalinización:

La importancia de la desalinización radica en su capacidad para proporcionar un suministro de agua seguro y confiable en regiones donde la escasez hídrica es una preocupación constante. Con el crecimiento poblacional y el cambio climático exacerbando este problema, la desalinización emerge como una herramienta fundamental para asegurar la disponibilidad de agua potable.

Sostenibilidad de la Desalinización:

Si bien la desalinización plantea desafíos ambientales, como el consumo energético y la generación de residuos salinos, avances tecnológicos están haciendo que este proceso sea cada vez más sostenible. La implementación de sistemas de energía renovable, como la energía solar y eólica, junto con mejoras en la eficiencia de los procesos de desalinización, están reduciendo su huella ambiental y haciéndola más viable desde el punto de vista sostenible.

Proyecciones y Beneficios:

Las proyecciones indican que la demanda de agua dulce continuará aumentando debido al crecimiento poblacional, la urbanización y el cambio climático. En este contexto, la desalinización se perfila como una parte integral de la cartera de soluciones para abordar la crisis mundial del agua.

Sus beneficios se extienden más allá de la seguridad hídrica, impactando positivamente en múltiples aspectos:

  1. Medio Ambiente: La desalinización reduce la presión sobre fuentes de agua dulce limitadas, como ríos y acuíferos, preservando así los ecosistemas acuáticos y terrestres asociados.
  2. Desarrollo Sostenible: Al proporcionar acceso a agua potable, la desalinización impulsa el desarrollo socioeconómico de comunidades que de otra manera se verían limitadas por la escasez de recursos hídricos.
  3. Cambio Climático: La desalinización puede mitigar los efectos del cambio climático al proporcionar una fuente alternativa de agua que no depende de factores climáticos impredecibles, como la lluvia.
  4. Planeta: Al reducir la extracción de agua de fuentes naturales y aliviar la presión sobre ecosistemas frágiles, la desalinización contribuye a la conservación del medio ambiente a escala global.

En conclusión, la desalinización emerge como una solución vital en la lucha contra la escasez de agua, ofreciendo un suministro seguro y sostenible de agua dulce. Si bien persisten desafíos tecnológicos y ambientales, su papel en la promoción del desarrollo sostenible y la mitigación de los impactos del cambio climático es innegable. Es imperativo que se invierta en investigación y desarrollo para hacer que la desalinización sea aún más eficiente y respetuosa con el medio ambiente, asegurando así un futuro más seguro y sostenible para las generaciones venideras.


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Desarrollo Sostenible

A 30 años de institucionalidad ambiental: “TENEMOS UN FUTURO MUY DESAFIANTE POR DELANTE”

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Este mes se cumplieron tres décadas desde que se publicara la Ley 19.300 sobre Bases Generales de Medio Ambiente, que sentó las bases regulatorias para garantizar el derecho de las personas de vivir en un medioambiente libre de contaminación.


El salón de honor de la Universidad de Chile fue el lugar en el que hoy el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evaluación Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente se reunieron para conmemorar los 30 años de la institucionalidad ambiental y abordar los principales avances y desafíos para el futuro. Esto, en el marco de los 30 años de la Ley 19.300 de Bases Generales de Medio Ambiente, la que fue publicada en marzo de 1994.

Se trató de un espacio de evaluación y reflexión de los hitos que han marcado los últimos 30 años, con el objetivo de definir hacia dónde debe avanzar el país para hacer frente a la triple crisis ambiental: de cambio climático, de pérdida de biodiversidad y contaminación.

La actividad, que se inició con un video de saludo del Presidente de la República, Gabriel Boric, contó con una gran cantidad de asistentes, entre ellos, autoridades, parlamentarios, representantes de gremios empresariales, sociedad civil, académicos y funcionarias y funcionarios que han sido parte de la institucionalidad ambiental desde sus inicios, cuando fue creada la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) en 1994, bajo el mandato del exPresidente Patricio Aylwin.

En este contexto, la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, señaló que “es emocionante ser testigo directo de cómo nuestra institucionalidad se ha robustecido y se ha adecuado a las exigencias ambientales de nuestro país y del planeta. Eso ha requerido el esfuerzo y dedicación de muchos funcionarios y funcionarias, a quienes agradecemos su enorme labor durante todos estos años”.

La secretaria de Estado agregó que “seguimos apuntando alto: la triple crisis de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación se ha profundizado durante los últimos años y es tarea de la institucionalidad ambiental adaptarse y saber responder a esas nuevas amenazas y fortalecerse. Tenemos un futuro muy desafiante por delante”.

Durante la jornada se realizaron, además, dos paneles de conversación: el primero de ellos acerca de los avances alcanzados con la Ley 19.300, y, el segundo, respecto de los desafíos y temas pendientes. Ambos espacios contaron con la participación de la ministra Rojas; el ex ministro del Medio Ambiente, Marcelo Mena; el ex subsecretario de Medio Ambiente, Energía y ex director del SEA, Ricardo Irarrázabal; la directora de Chile Sustentable, Sara Larraín; el gerente general de Generadoras de Chile, Camilo Charme; y la abogada del Centro de Derecho Ambiental de la Universidad de Chile, Ximena Insunza.

En la instancia se abordaron los principales aspectos que fueron implementados con la publicación de la ley, tales como el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, la participación ciudadana, la fiscalización ambiental, la creación de planes de descontaminación y normas de emisión y calidad, entre otros.

En este sentido, la directora ejecutiva del SEA, Valentina Durán, explicó que “la Ley 19.300 fue pionera en establecer la participación ciudadana como un elemento necesario a la hora de definir políticas públicas y hacer gestión ambiental”. Así, agregó que “se estableció que los proyectos deben someterse al SEIA previo a su construcción, evaluando sus impactos en todas sus fases, desde la construcción y operación, hasta el cierre, con la premisa de que los costos ambientales no deben transferirse a la sociedad, sino que deben ser asumidos por los titulares de los proyectos”.

“Esta perspectiva preventiva en aplicación del principio ‘contaminador pagador’ ha sido clave para mitigar impactos ambientales negativos. Sin duda, aún existen grandes desafíos a partir de esta primera ley ambiental que hoy cumple 30 años, pero sólo a través de un compromiso continuo y acciones concertadas de todos los actores involucrados, Chile podrá avanzar hacia un futuro más sostenible», sostuvo.

Por su parte, la superintendenta Marie Claude Plumer indicó que “no se puede discutir que hay un antes y un después en la historia ambiental de Chile, con la publicación de la Ley 19.300. Se trata de la ley más relevante en el país en esta materia, ya que sentó las bases para garantizar el derecho de las personas a vivir en un medioambiente libre de contaminación”.

En esa línea, añadió que “a 30 años de ese hito, el país enfrenta nuevos desafíos que hacen urgente la necesidad de contar con instituciones más robustecidas y con todas las herramientas para hacerse cargo. Lo que es claro es que tenemos que seguir contribuyendo a la protección ambiental, siendo el cumplimiento ambiental un eje fundamental para ello. Aún hay mucho por hacer”.

Principales hitos Ley 19.300

  • El año 1990 se crea la Secretaría Técnica y Administrativa de la Comisión Nacional de Medio Ambiente, dependiente del Ministerio de Bienes Nacionales. Su primer director ejecutivo fue Rafael Asenjo. Esta instancia tuvo como tarea fundamental preparar las bases de la nueva institucionalidad ambiental.
  • En 1992, luego de la Cumbre de Medio Ambiente de Río, se elaboró un texto dando cuenta de la realidad ambiental de Chile y sus proyecciones para el futuro. En ese espacio, 165 países del mundo se comprometieron a realizar gestiones y disponer recursos para subsanar el daño ambiental, entre ellos Chile.
  • En 1993, el exPresidente Patricio Aylwin envió al Congreso el proyecto de ley de Bases Generales del Medio Ambiente que, además, creaba la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama).
  • En enero de 1994, el Congreso aprueba el proyecto y lo despacha a ley.
  • El 1 de marzo de 1994 fue promulgado el proyecto.
  • En marzo de 1994, la Conama –dependiente del Ministerio Secretaría General de la Presidencia- inició su trabajo, teniendo como primer director ejecutivo al investigador José Goñi. Durante los primeros años comenzó a funcionar el Sistema de Evaluación Ambiental, se promulgaron los primeros planes de descontaminación atmosféricos y se dictaron las primeras normas ambientales, además de impulsar los procesos de participación ciudadana.
  • En enero de 2010, la exPresidenta Michelle Bachelet promulgó la Ley 20.417 -que reformaba la Ley 19.300- que creaba el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evaluación Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente. La primera ministra del Medio Ambiente fue la abogada Ana Lya Uriarte, quien asumió en el cargo en 2006 con el objetivo de presentar una propuesta de rediseño de la institucionalidad ambiental.
  • En 2012 se promulga la Ley 20.600 que creó los tres tribunales ambientales del país.
  • En 2023, luego de 13 años de tramitación, se promulgó la Ley 21.600 que creó el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), organismo que, con su instalación, completará la institucionalidad ambiental chilena.

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