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Crecimiento del sector se alinea con la tendencia en el aumento de las energías renovables

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La biomasa en nuestro país está en dos líneas de negocio: como combustible industrial y en el ámbito doméstico. En ambos casos su crecimiento está dado por su eficiencia y reducción de CO2.

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A fines de julio, el grupo español Neoelectra anunció su proceso de internacionalización en Latinoamérica con la adquisición de la planta de biomasa de Masisa en la comuna de Cabrero (Región del Biobío). El objetivo de la empresa ibérica es desarrollar una planta de cogeneración de energía eléctrica y vapor en base a biomasa, con una potencia bruta máxima instalada de 11,1 MW y una capacidad de generación de vapor de hasta 70 toneladas por hora.

Esto es uno de los tantos movimientos que están realizando compañías relacionadas al mundo de la producción maderera y de energías en pos de las perspectivas de la biomasa en Chile. Para hacerse una idea, el aporte de la bioenergía durante el año 2016 fue cercano al 20% de la generación bruta de ERNC.

Neoelectra dijo en un comunicado que su presencia industrial en Chile le permitirá “disponer de una plataforma para el análisis de nuevas oportunidades de mercado y para el desarrollo de nuevos negocios, y contribuir así al objetivo estratégico de disponer de un portafolio de activos de generación diversificados por tecnología y por geografía”.

De esta forma, las expectativas de la biomasa en nuestro país están en dos líneas de negocio bastante claras. Por un lado, como combustible a nivel industrial (con una serie de beneficios ambientales con respecto a combustible más contaminantes), así como a nivel domiciliario.

Al respecto, Enrique Donoso, gerente de bioenergías forestales de CMPC explica que a nivel industrial, la biomasa seguirá siendo un combustible esencial para el desarrollo del negocio de la celulosa en los próximos años. “No vemos cambios en esa materia, pero a nivel doméstico el desarrollo estará fuertemente condicionado a la disponibilidad de biomasa seca certificada (leña, aserrín, pellets, viruta) y a la disponibilidad de sistemas de combustión (calefacción y cocina) de última tecnología de abatimiento de emisiones”, dice Donoso.

Industria versus hogar. Sin embargo, desde el sector opinan que las mayores transformaciones de esta tecnología han llegado justamente desde el mercado hogareño, al incorporar tecnologías de calefacción más eficientes y menos contaminantes y al hacerse obligatorio el uso de leña seca para quemar. “A nivel industrial, los grandes cambios ocurrieron hace más de una década al integrar la quema de recortes, aserrín y restos de cosecha a la producción de energía a nivel de plantas industriales”, sostiene el ejecutivo de CMPC.

Un estudio de la Universidad Técnica Federico Santa María concluyó que a 2025, Chile podría contar con una capacidad instalada de entre 461 y 903 MW para una generación de entre 3.200 y 6.300 GWh en base a biomasa.

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Un competidor en las ERNC. Hace unos años hubo un gran auge de la demanda de biomasa a nivel mundial, debido a regulaciones y subsidios en Europa para reemplazar carbón y petróleo en la producción eléctrica. Sin embargo, una reducción de los subsidios desde la crisis económica y una notable baja en los costos de otras ERNC -solar y eólica- han reducido el impulso de demanda.

En este contexto, para Fernando Raga, presidente de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), la biomasa es clave en la generación de energías renovables, pues es carbono neutral, “por lo tanto puede contribuir a los acuerdos que suscribió Chile en la COP de París. Chile cuenta con una producción significativa a partir de residuos forestales y agrícolas”, dice Raga.

Por otro lado, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), 10% del consumo energético mundial corresponde a bioenergía. “Si esto no se hace de manera sustentable, los procesos podrían producir impactos en la salud de las personas, emitiendo gases de efecto invernadero e incluso deforestación, en caso contrario, cumpliendo con altos estándares ambientales, se convierte en un proceso energético que contribuye positivamente a combatir el cambio climático”, comenta Darío Morales, director de Estudios de la Asociación Chilena de Energías Renovables (Acera).

En Chile, en 2010 un 1.4% de la electricidad provino de esta fuente, mientras que en 2016 este valor llegó al 3.6%. Además, en nuestro país existen un poco más de 20 plantas de generación de electricidad que funciona con este combustible.

Incluso, se estima que las plantas de cogeneración logran niveles de eficiencias de conversión de combustible a energía útil entre 60% y 70%. “Es por eso, que es importante que contemos con más y mejores políticas públicas que incentiven esta tecnología, y trabajar decididamente en iniciativas que permitan aprovechar todo el potencial que nuestro país tiene en esta materia”, concluye Morales.

Por estas razones nuestro país sigue atrayendo a inversiones extranjeras en cuanto a biomasa. Hace pocos días, otra compañía española realizó un anuncio al respecto. La entidad financiera CaixaBank puso en marcha un planta de cogeneración de biomasa en Chile para compensar 22.949 toneladas de dióxido de carbono (CO2) que generó durante el ejercicio 2016. La planta está ubicada en la localidad de Viñales, Región del Maule.

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Fuente:Pulso
www.chiledesarrollosustentable.cl

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