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Los riesgos que presentan las «tormentas solares» para las comunicaciones en la Tierra

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Partículas y emisiones electromagnéticas del Sol pueden interferir con las comunicaciones satelitales, generando problemas en servicios como la televisión o incluso el suministro eléctrico.

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La Agencia Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) encendió las alarmas este martes, al anunciar que dos erupciones solares ocurridas el pasado domingo darían como resultado una «tormenta geomagnética» que impactaría a la Tierra durante las siguientes 36 horas.

Si bien este tipo de fenómenos es común (forma parte de los llamados «ciclos solares», periodos que describen la actividad solar y que en promedio tienen una duración de 11 años), la alerta de NOAA vino acompañada de una advertencia de posibles «problemas generalizados de control de voltaje» perturbaciones a los sistema de transmisión de radio a alta frecuencia y satélites de navegación.

Las posibles alteraciones de servicios de telecomunicaciones es algo que ya se ha visto en el país, con algunos canales en servicios de televisión satelital mostrando interrupciones temporales en su transmisión debido a «interferencia solar».

Pero ¿por qué una erupción ocurrida en el Sol se traduce en un problema en la Tierra? «Básicamente, es energía del Sol que, en las inmediaciones de la Tierra, se transforma en ondas de radio que interfieren y que generan impurezas en la señal que baja de un satélite.

Y frente a esa impureza, es muy difícil o imposible recuperar la señal», explica Christian Oberli, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la PUC.

El docente explica que los efectos de un aumento en la actividad del Sol en las comunicaciones se pueden entender en base a dos fenómenos. Primero, la interacción de las emisiones electromagnéticas del astro con la atmósfera. «Hay una serie de fenómenos que ocurren a nivel de cambios en la atmósfera, una ionización de la atmósfera, que interfiere con la propagación de ondas de radio», afirma.

Esto se traduce en una interferencia que afecta servicios de comunicación satelital, degradando la señal de, por ejemplo, una transmisión de televisión, al punto de llegar a cortarla.

El segundo fenómeno a entender es el de las tormentas geomagnéticas, como la ocurrida esta semana y que produce un efecto similar aunque con un origen distinto.

Ahí, eyecciones de masa coronal (una onda de radiación y viento solar) viajan desde el Sol. «Cuando se generan estas explosiones, se libera mucho material, partículas que viajan por el espacio a una temperatura muy alta. Se demoran varios días en llegar a la Tierra, pero al hacerlo, chocan con el campo magnético del planeta.

Ahí se genera una actividad tremendamente fuerte, que produce una interferencia en las ondas de radio». Un tercer escenario producido por estos eventos es que las partículas chocan con los satélites terrestres, cargándolos electroestáticamente, lo que puede impedir el funcionamiento de éste de forma temporal o incluso dejarlo deshabilitado permanentemente.

Casos históricos Si bien los posibles efectos del aumento de la actividad solar pueden sonar trágicos, lo cierto es que no siempre se llega a escenarios extremos. Los ciclos solares son medidos desde 1750 y actualmente estamos en el 24, que podría ser uno de los más débiles de la historia. Pero hay registros de casos extremos.

En 1859 se vivió el «Evento Carrington», durante el ciclo solar 10, donde una llamarada solar ocurrida el 1 de septiembre provocó cortes en los servicios de telégrafo en Europa y Norteamérica.

La situación fue tal que incluso algunos operadores de estas máquinas recibieron descargas eléctricas o podían seguir usándolas pese a no tener suministro eléctrico. «Hay casos registrados, como el de 1859, donde la tormenta ha sido tan fuerte que incluso a nivel de superficie ha llegado una cantidad de radiación tal que los objetos metálicos actuaron como antenas, provocando una sobrecarga de las líneas de transmisión eléctrica, generando un apagón», explica Oberli.

Estimaciones hechas en 2013 indican que en la actualidad, una situación como la vivida en 1859 tendría un costo de entre 0,6 y 2,6 billones de dólares. Una tormenta de este tipo fue observada en 2012, aunque no impactó la Tierra.

Otros casos de tormentas que han creado problemas en la Tierra son las de 1921 y 1960, que generaron problemas de interferencia general de radio, y 1989, que provocó cortes de luz en Quebec, Canadá.

Fuente: Emol.com 
www.chiledesarrollosustentable.cl

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