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SE ACELERA LA CARRERA DE LOS PLAGUICIDAS ORGÁNICOS

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Camino de una conferencia en Orlando, Florida, Brian Vande Berg detenía su auto alquilado cada 10 minutos para caminar a lo largo de playas y pastizales, y de vez en cuando recoger muestras de tierra en pequeños contenedores plásticos.

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Su objetivo: los organismos microscópicos que viven en el suelo y que las compañías agrícolas consideran una nueva frontera para proteger los cultivos. Fabricantes de semillas y pesticidas como BASF SE, DuPont Co., Bayer AG y Monsanto Co. están invirtiendo mucho dinero para desarrollar nuevos productos que incorporen organismos como bacterias y pequeños hongos que, según ejecutivos, pueden ayudar al maíz, la soya y otras plantas a repeler pestes y crecer más rápido.

Vande Berg, un director de investigación y desarrollo en la división CropScience de Bayer, participa de una búsqueda que se extiende y que ha llevado a investigadores a rincones remotos de Estados Unidos, hurgando en la cuenca de arroyos secos y en montículos de composta en busca de microorganismos diminutos. Las empresas buscan recubrir la parte exterior de las semillas con ese tipo de microbios benéficos, y en otros casos, esparcirlos sobre las plantas.

La iniciativa refleja un esfuerzo por parte de las empresas agrícolas por diversificarse más allá de pesticidas químicos sintéticos, en medio de un escrutinio creciente de reguladores y consumidores. Los pesticidas y otros productos que incorporan microbios suelen ser presentados con más rapidez que los insecticidas y productos contra malezas químicos que son fabricados por el hombre, que han generado un escrutinio profundo de los reguladores de EE.UU. en los últimos años, debido a preocupaciones sobre el medioambiente planteadas por consumidores, activistas y agricultores orgánicos.

«Hay muchas cosas que pueden hacer (los productos basados en microbios) para las que hoy acudimos a la química sintética», sostuvo Paul Schickler, presidente de Pioneer, la unidad de semillas de DuPont.

Los microorganismos han sido usados en pequeñas cantidades durante décadas en la agricultura, principalmente para recubrir soya y otras legumbres para que absorban mejor nutrientes y combatan los hongos. Ahora, las empresas afirman que los avances en la tecnología de análisis genéticos y las prácticas de cultivo les permiten encontrar y desarrollar nuevos microorganismos que puedan realizar funciones mucho más amplias, como proteger cultivos ante más enfermedades y pestes, o mitigar los daños de la sequía.

«El diagnóstico por ADN hoy brinda un nivel de entendimiento que no existía hace cinco o 10 años», dijo Robert Fraley, director general de tecnología de Monsanto.

Monsanto y sus rivales durante casi 20 años han vendido semillas genéticamente modificadas para cultivos como maíz y algodón. Se empalman en rasgos de otros organismos que les permiten a las semillas producir proteínas que matan insectos y soportar los sprays químicos que venden las firmas.

Incorporar organismos microscópicos útiles como bacterias y hongos representa un enfoque distinto, ya que los alienta a vivir sobre las superficies de las plantas, y ayuda a estas a absorber nutrientes y a defenderse contra insectos y enfermedades.

Los productos a base de microbios enfrentan escepticismo de algunos medioambientalistas. Pero debido a que no dependen de ingeniería genética o químicos fabricados por el hombre, los productos pueden ser usados para producir alimentos orgánicos y naturales. Las reglas del Departamento de Agricultura de EE.UU. prohíben que los productos orgánicos contengan organismos genéticamente modificados, u OGM, pero permiten el uso de bacterias que se presentan naturalmente en cultivos orgánicos.

El apetito de los consumidores por opciones más saludables y amigables con el medio ambiente ha convertido a lo orgánico en una estrella de la industria alimentaria. Una cantidad pequeña pero creciente de fabricantes de alimentos han comenzado a marginar los OGM de algunos productos.

Los pesticidas biológicos, incluidos productos basados en bacterias, registran ventas anuales de unos US$2.000 millones, o 4% de los US$54.000 millones en ventas globales de sprays químicos, según estimaciones de la industria.

Los consumidores y grupos de defensa también están sonando alarmas sobre el impacto que tienen sobre el ambiente los químicos para cultivos fabricados por el hombre, que dominan el mercado. Eso podría ayudar a impulsar las ventas de bio-pesticidas a US$5.000 millones, o alrededor de 10% del mercado proyectado, para fines de la década, según Michael Cox, analista de Piper Jaffray.

Los productos también podrían ser atractivos para productores agrícolas que exportan cultivos a países que restringen el uso de pesticidas sintéticos, indicó Sara Olson, analista agrícola de la firma de asesoría Lux Research Inc.

Encontrar microorganismos benéficos es como buscar una aguja en un pajar. Unos 50.000 millones de microbios viven en una cucharada de tierra. DuPont está construyendo dos laboratorios de investigación en EE.UU. que ayudarán a desarrollar pesticidas orgánicos. Monsanto planea casi triplicar sus esfuerzos de investigación de microbios en 2015.

Analistas dicen que no queda claro si las firmas tendrán el mismo éxito con avances científicos con microbios como con semillas OGM y sprays químicos. Los ecologistas advierten que un despliegue masivo de microorganismos en campos de cultivos podría fomentar pestes para desarrollar con más rapidez resistencia a ataques de bacterias, lo que podría producir malezas e insectos aún más resistentes.

 Por Jacob Bunge | The Wall Street Journal 
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