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CONSUMO RESPONSABLE DE ROPA: ¿SABEMOS CUÁNTA SE RECICLA Y CÓMO CONTAMINA?
Realizamos un consumo responsable de ropa? La respuesta es no. Compramos un 60 % más de ropa que hace una década, aunque, paradójicamente, la llevamos puesta menos que nunca, ya que la tiramos cuando la hemos usado menos de 10 veces. Solo el 1 % se recicla y el resto se convierte en residuos contaminantes como los microplásticos.
El uso en aumento de fibras sintéticas, la base de la moda rápida, propicia que llevemos puestos plásticos tratados con miles de sustancias químicas dañinas para la salud y el medioambiente.
En esta época de rebajas, entre los artículos que más consumismos está precisamente el textil. Según la ONU, compramos un 60 % más de ropa que hace una década. De hecho, entre 2000 y 2015 la producción de estas prendas en el mundo se duplicó, mientras que su uso se redujo. Se estima que, en promedio, desechamos la ropa después de haberla usado solo entre siete y ocho veces. En Europa, cada persona consume 26 kg al año y tira 11 kg, lo que se traduce en 5,8 millones de toneladas de residuos textiles anuales.
Menos del 1% se recicla
Lejos de lo que se suele pensar, menos del 1 % se recicla para hacer prendas nuevas, de acuerdo con datos de la Fundación Ellen MacArthur. La mayoría, alrededor del 87 %, o bien se incinera, lo que conlleva emisión de gases tóxicos a la atmósfera —el sector textil es el responsable de entre el 5 % y el 10 % de las emisiones globales de CO2, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos—. O bien acaba en vertederos de Europa del este, Asia, África o América del Sur.
En este sentido, las imágenes del desierto chileno de Atacama cubierto por verdaderas praderas de camisetas, tejanos o chaquetas son ya, lamentablemente, icónicas. De la misma forma que lo son las montañas textiles de Ghana o las de los brazos gigantes, como arañas, de tejidos embarrancados en las playas del hemisferio sur. Esos millones de toneladas de ropa se van descomponiendo lentamente y, por procesos de lixiviación, emanan gases tóxicos para las personas que hurgan en las pilas de deshechos y acaban convirtiéndose en gases de efecto invernadero.
Mala calidad de ropa dificulta el reciclado
“Como la ropa que se fabrica y que compramos es cada vez de peor calidad, se puede recuperar cada vez menos”, lamenta Gema Gómez, directora ejecutiva de Slow Fashion Next, una plataforma pionera de formación en moda, sostenibilidad y negocio. Reciclar una prenda, explica, requiere un trabajo manual de retirado de botones y cremalleras, para empezar, lo que complica y encarece el proceso de recuperación.
Además, señala, “a menudo [las prendas] contienen mezcla de fibras, como algodón y poliéster, lo que hace que no se reciclen porque resulta muy costosa la separación de materiales“.
La industria de la moda es la cuarta causa de presión ambiental del planeta, después de la alimentación, la vivienda y el transporte, debido al consumo acuciante de recursos que realiza.
Por ejemplo, para producir una camiseta de algodón se necesitan unos 2.700 litros de agua, la misma cantidad que bebe una persona en 2,5 años. Y, por si todo esto fuera poco, la ONU señala que es la segunda industria más contaminante del planeta.
Una producción que no para de crecer
Actualmente, se producen unos 109 millones de toneladas anuales de material textil, de las cuales 32 millones proceden de plantas, como el algodón o el bambú; 7 millones de fuentes animales, como la lana; y 1,7 millones de fibras celulósicas, como el liocel. Se llevan la palma las fibras sintéticas, como elastano, vinilo, acrílico, obtenidos a partir del petróleo, que suponen un 68,2 % del total fabricado. De estas, el poliéster es la más utilizada, con 57,1 millones de toneladas, según recoge la organización Fibershed.
“En los años 70 y 80, la mayoría de las fibras usadas para la ropa eran naturales. En el año 2000 ya se igualó el consumo de estas y el de poliéster, mientras que ahora dos tercios del total son sintéticas”, resume Ethel Eljarrat, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) y organizadora de las jornadas sobre contaminación por plásticos, Plastic’2022, centradas en la industria textil.
El poliéster, una mala decisión
El motivo por el que las empresas optan cada vez más por el poliéster es que “es mucho más barato” que las fibras naturales, apunta la científica. Eso explica en buena medida por qué entre el año 2000 y 2020 se duplicó su producción, de acuerdo con el informe Fossil Fashion, de la fundación Changing Markets, lo que, a su vez, contribuyó al gran auge del fast fashion y recientemente del ultra fast fashion, prendas tan baratas que permiten cambiar de armario casi cada pocos días.
“Las fibras sintéticas son las que han abierto la puerta al sobreconsumo de la moda. Con otros materiales, sería impensable”, señala Gómez, que alerta de que, además, ahora con la compra de ropa de poliéster “estamos financiando la guerra de Ucrania”. Esta experta en sostenibilidad explica que las dos fábricas mundiales principales de poliéster están ubicadas en China e India, que importan petróleo ruso para fabricarlo. “De las principales 50 marcas que hacen ropa de poliéster, 39 compran en alguna de esas dos fábricas”, afirma.
“Dicen que tienes veneno en la piel”
El problema de usar poliéster no es solo que procede de un combustible fósil altamente contaminante, sino que, además, para tratarlo y darle las propiedades deseadas a los polímeros de plástico que lo componen se les debe someter a una serie de procesos en los que se emplean una gran cantidad de sustancias químicas.
De hecho, “se asocian más de 10.000 aditivos químicos a la ropa, de los que 2.400 generan preocupación por temas de salud y 60 de los cuales ya se ha demostrado en estudios científicos que son bastante dañinos, con capacidad para causar problemas de tiroides, cáncer, diabetes o infertilidad”, resalta Eljarrat.
Si bien las fibras sintéticas son las que contienen más de estas sustancias como tintes, metales pesados, ftalatos, bisfenoles, filtros solares o sustancias perfluoradas —que pueden representar más del 50 % de su peso—, también los tejidos naturales las contienen, aunque en una proporción muy inferior. “Un kilo de poliéster contiene hasta 580 aditivos químicos”, asegura Gómez.
En este sentido, la Universidad Rovira i Virgili realizó un estudio que concluye que el uso continuado de prendas de vestir fabricadas con poliéster podría resultar peligroso para la salud. Para ello, analizaron la composición de 150 prendas de distinto origen, procedencia y marca; constataron que muchas contenían metales que al estar en contacto con la piel podían resultar tóxicos. El caso más preocupante era el de las camisetas para running o fútbol, en las que hallaron antimonio, una sustancia que se usa como catalizador para fabricar las fibras de poliéster y que puede quedar impregnado en ellas. En contacto frecuente con la piel, puede provocar irritaciones, alergias, ser absorbido por el organismo y ocasionar problemas de salud serios.
Tóxicos hasta en las prendas para bebés
Otro estudio en EE UU analizó 77 prendas de bebé de distintas tiendas y halló BPA o bisfenol A, una sustancia química industrial usada para fabricar ciertos plásticos, considerada un potente disruptor hormonal, en el 82 % de las muestras. Estaba más presente en los tejidos sintéticos y era más abundante en los calcetines, que los bebés suelen chupar y meterse en la boca. El estudio estimaba que a través de la ropa los niños estaban expuestos a 7,20 nanogramos por kilo de peso y día, cuando las recomendaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria señalan que el máximo tolerable es de 0,04 nanogramos por kilo de peso y día.
“A diferencia de la alimentación, en la ropa no se controlan los productos químicos que se utilizan y no tenemos conciencia, como sociedad, de que aquello que llevamos encima puede permear a través de la piel y pasar a la sangre”, destaca Gómez, que recuerda que desde hace años distintos sectores de la sociedad reclaman que se legisle para que las empresas textiles estén obligadas a poner en la etiqueta todo lo que la prenda contiene.
Microplásticos en todas partes
El problema de la contaminación por compuestos químicos se agrava aún más en el caso de las fibras sintéticas porque se fragmentan en pedazos muy pequeños. Se estima que unos 0,5 millones de toneladas de microfibras, tanto naturales como sintéticas, acaban en mares, océanos y ríos cada año.
En el caso de aquellas procedentes de tejidos como el poliéster se consideran microplásticos y son capaces de atraer y acumular las sustancias tóxicas presentes en el medio marino y de transportarlas a largas distancias. Una vez en el mar, los microplásticos se fragmentan en pedazos más pequeños, por la acción de la luz solar y del oleaje, y se van transformando en nanoplásticos, que tienen aún más capacidad de penetrar en el organismo e incluso en las células.
Tanto unos como otros son irrecuperables del medio ambiente. Son ingeridos por la fauna marina, que los confunden con el plancton, y se acumulan en sus tejidos y órganos a lo largo de su vida, lo que les provoca toxicidad crónica. “Se los comen los peces y nosotros nos comemos a los peces y, por tanto, ingerimos todos esos microplásticos acumulados”, destaca Eljarrat.
Las lavadoras desprenden microplásticos
Según el informe Nature of Fashion, se calcula que hay unos 900 microplásticos por cada metro cuadrado de tejido sintético. Esas microfibras se desprenden al lavar la ropa en la lavadora —se estima que cada vez que ponemos una lavadora se generan cerca de 2.000 fibras de plásticos— y también al secarla en la secadora. Un estudio reciente concluía que una sola secadora liberaba hasta 120 millones de microfibras anuales.
Los microplásticos procedentes de la industria textil suponen un tercio de los que contaminan el medio marino. Aunque en teoría en occidente las aguas residuales se tratan en estaciones depuradoras, parte de esos microplásticos se cuelan hacia el mar. Otra parte queda retenida en los fangos de la depuradora, y esos residuos luego se usan como abono en tierras agrícolas. “Estamos esparciendo microplásticos por todos lados y afectando a otros sectores”, denuncia Eljarrat.
La exposición a esos microplasticos y a las sustancias químicas que contienen afectan a la salud humana. Actúan como disruptores hormonales e incluso en concentraciones bajas pueden ocasionar mutaciones a escala celular graves. “Se han encontrado microplásticos en heces humanas, en la leche materna, incluso en la placenta. Estamos expuestos a ellos incluso antes de nacer”, se lamenta Eljarrat.
Pero no solo estamos expuestos al ingerirlos, también los inhalamos. En el IDAEA-CSIC acaban de comenzar una investigación en este sentido. “De momento, vamos viendo que de todas las partículas del aire que recogemos en ambientes interiores, como casa, transporte, oficina, hallamos una concentración de compuestos tóxicos en suspensión, dentro de los cuales destacan los microplásticos de las fibras textiles”, apunta Eljarrat.
Consumo responsable de ropa
Ante esta situación, muchas marcas de ropa se han lanzado a sacar al mercado líneas de productos fabricadas a partir de plástico reciclado. Y cada vez es más frecuente ver mensajes como “esta prenda contiene X botellas de agua de plástico”. Sin embargo, para los expertos en contaminación y moda, eso no es una buena solución.
Para los expertos, se debe trabajar en el diseño de fibras que eviten el desprendimiento de microplásticos, así como diseñar sistemas de lavado y de secado que minimicen la generación de microfibras.
Ejemplos de proyectos y empresas para el consumo responsable de ropa
Otra de las soluciones sería el ecodiseño de prendas de ropa desde el componente más básico, el hilo con el que se tejen las piezas. Un ejemplo es la empresa vasca Ternua Group, que adquirió desde su puesta en marcha, en 1986, el compromiso de minimizar el impacto de su actividad. Desde los hilos que usan para elaborar sus prendas hasta el producto final, todo está diseñado, pensado para que se pueda reciclar fácilmente.
“Tenemos un proyecto en que trabajamos con barcos pesqueros. Hemos recogido 60 toneladas de redes desechadas que hemos usado para fabricar camisetas de pelotaris vascos”, explica Eduardo Uribesalgo, director de innovación y sostenibilidad de la compañía. En otro de sus proyectos, han utilizado residuos agrícolas no comestibles, como las cáscaras de las nueces, como colorante natural para sus productos en lugar de químicos.
Es el caso de Hilaturas Arnau, una empresa familiar desde hace tres generaciones ubicada en Sabadell. Hasta hace unos 20 años, se dedicaban a elaborar hilo de lana de alta calidad para grandes firmas de ropa. “En aquel momento usábamos lana de ovejas de Castilla León y de Extremadura y usábamos también los residuos”, explica Joan Santamaria, al frente de la empresa. Tras esquilar a las ovejas, la lana se peina y suelen caer trozos cortos que suelen tratarse como desperdicio. “Nosotros los usábamos para fabricar hilo”, apunta.
Con el consumo rápido de moda las marcas dejaron de comprarles sus hilos, de mayor calidad pero más caros que los procedentes de otros países. Ahora han lanzado un proyecto en el que usan lana procedente de ovejas del pirineo catalán y que suavizan para que no pique con viscosa y tencel.
El estado también debe estar presente
La Unión Europea, por su parte, también está impulsando la nueva estrategia de tejidos sostenibles y circulares para 2030, en la que contempla el ecodiseño: hacer prendas de calidad y durables. “El objetivo es empezar a poner en el mercado materiales que seamos capaces de recuperar, inofensivos, y usando el mínimo de recursos y contaminando lo mínimo, y luego recuperar esos materiales para hacer un círculo virtuoso”, señala Gómez, de Slow Fashion Next.
Si bien todas esas iniciativas avanzan hacia una moda más sostenible, no son suficientes. “Hay que cambiar el concepto de estrenar cada semana, porque no tenemos tanto planeta para sostener este nivel de consumo exacerbado. Hay que ir hacia una economía circular”, alerta Rosa García, de la Fundación para la prevención de residuos y el consumo responsable Rezero.
Fuente/Ecoportal Chile Desarrollo Sustentable www.chiledesarrollosustentable.cl www.facebook.com/pg/ChiledesarrollosustentableCDS twitter.com/CDSustentable #CDSustentable , #Sostenible #DesarrolloSostenible #MedioAmbiente, #ChileDesarrolloSustentable, #ECOXXI
Desarrollo Sostenible
Los microplásticos que no llegan al océano se acumulan en el suelo
Todavía recuerdo cuando iba a la playa, la arena era blanquecina y solo las partículas que procedían de rocas más calcáreas brillaban con la luz. Hoy, las playas se han convertido en un mosaico cromático, donde las partículas de plástico de distintos tonos resaltan sobre el color de la arena.
Pero el plástico que acaba en las playas procede de algún lado. Se ha estimado que aproximadamente el 80 % del que se encuentra en los océanos proviene de fuentes terrestres, y los ríos son su principal vía de transporte. Al final, la mayoría de los plásticos se producen, consumen y desechan en tierra firme.
De hecho, algunos modelos han determinado que, además de las emisiones anuales de plástico al océano, la mayor parte de los residuos plásticos (98,5 %) permanecen atrapados en entornos terrestres, donde se acumulan y contaminan progresivamente los ecosistemas continentales acuáticos.
Por tanto, las soluciones para abordar la contaminación global por plásticos residen en comprender mejor las fuentes y los procesos que conducen a la liberación y al transporte de plásticos en el medio ambiente terrestre.
¿De dónde viene el plástico que acaba en el océano?
Los plásticos alcanzan los ríos a través de múltiples vías. Algunas fuentes, como las actividades agrícolas y domésticas, aportan residuos al terreno que se mueven con el agua que circula procedente de las precipitaciones.
En entornos urbanos, los plásticos llegan a los sistemas fluviales principalmente por descargas de plantas de tratamiento de aguas residuales, por desbordamientos del sistema de drenaje durante episodios de lluvia intensa y el transporte por el viento.
Únase y apueste por información basada en la evidencia.
Entre las fuentes puntuales, las aguas residuales se han identificado como una de las principales, a pesar de la acción de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR).
Las EDAR que disponen de un tratamiento primario –eliminación física de sólidos grandes y sedimentables– y secundario –eliminación de materia orgánica– son capaces de limpiar del agua el 75-95 % de los microplásticos identificados a la entrada. La mayor parte queda retenida en los lodos de depuradora, formados por una mezcla de agua y materia orgánica, principalmente.
Del agua al suelo
Los lodos de depuradora se reutilizan comúnmente como fertilizante en el suelo agrícola. Teniendo en cuenta que las aguas residuales contienen gran cantidad de microplásticos y que la mayor parte queda retenida en ese lodo que posteriormente se aplica al terreno, es probable que se introduzca un mayor volumen de microplásticos en el suelo que en el agua.
Concretamente, se estima que esta práctica conlleva un aporte anual total de entre 63 000 y 430 000 toneladas de microplásticos a los suelos agrícolas europeos.
Pero no solo los lodos de depuradora introducen estos contaminantes en el suelo. El compost, un abono procedente de la descomposición de materia orgánica, también es una fuente importante durante la fertilización del suelo.
Los plásticos empleados en agricultura
Además, el plástico es un material muy útil en el entorno agrícola, por lo que también hay una entrada directa a través de su fragmentación. Un ejemplo claro son los acolchados, que cubren el suelo con el fin de protegerlo de las condiciones atmosféricas, conservar la humedad, etc. Su utilización ha conllevado una mejora en la producción (minimizando la pérdida por evaporación del agua) y una reducción del uso de herbicidas químicos (evitando la entrada de luz y el crecimiento de especies competidoras).
Sin embargo, debido a la dificultad que entraña retirarlo, entre cultivo y cultivo en el suelo se acumulan restos del material empleado. De hecho, algunos estudios demuestran que aumenta el número de microplásticos en el suelo con las sucesivas aplicaciones.
El plástico también se utiliza en los invernaderos, en el material de tuberías, en los envases de productos químicos, en los fertilizantes encapsulados y en otras piezas de uso habitual. Se estima que cada año se emplean aproximadamente 15 600 000 toneladas de plásticos agrícolas en el suelo europeo.
Por último, hay que tener en cuenta también la entrada de microplásticos por deposición atmosférica en el terreno, sobre todo en el caso de suelos desnudos. La presencia de vegetación que intercepta esas partículas puede ser la razón por la que esta fuente no se ha identificado como la más dominante.
¿Cuántos microplásticos hay en el suelo?
A día de hoy, se estima que a nivel global la contaminación del suelo agrícola por plásticos oscila entre uno y 4,3 millones de toneladas para los aportes procedentes de aguas residuales y entre 5 y 2,3 millones de toneladas para los relacionados con el acolchado plástico. Esto supone la presencia de una media de 3,6 millones de toneladas.
Diversos aspectos ambientales condicionan la movilidad de los plásticos presentes en el suelo, como la cantidad e intensidad de las precipitaciones, la pendiente del terreno, el uso y propiedades del suelo y la distancia al cauce de los ríos. Esto dificulta que se haga una estimación precisa de la cantidad de microplasticos que llega al sistema fluvial y posteriormente al océano.
Sin embargo, recientemente se están llevando a cabo estudios que tratan de estimar cuál es el rol de los suelos en la movilidad de estas partículas. Los resultados parecen indicar que, una vez llegan al suelo, la mayor parte permanece. A esto se suma la baja capacidad de biodegradación de los polímeros más comunes y su entrada constante.
Lo anterior implica que los microplásticos se acumulen en el suelo año tras año aumentando su concentración, a pesar de que una pequeña parte se movilice. Esta es la principal razón por la cual se están desarrollando materiales alternativos al plástico que sean biodegradables y que reduzcan su presencia en suelos en el corto-medio plazo.
Las implicaciones
Uno de los principales problemas de que los microplásticos permanezcan en el suelo es su impacto ambiental. Se ha demostrado que la presencia de estas partículas en el suelo tiene efectos negativos en su estructura, cambia la actividad y funcionalidad de los microorganismos, tiene una influencia en los organismos del suelo y afecta al crecimiento y desarrollo de las plantas. Además, el consumo de alimentos cultivados eleva el grado de preocupación por sus efectos en la salud humana.
Y ya no es solo que los microplásticos puedan dañar nuestra salud y la de los ecosistemas. Cuanto más pequeñas son las partículas, mayor superficie tienen conjuntamente y, por tanto, mayor capacidad de atrapar contaminantes ambientales y de liberar aditivos.
Los aditivos del plástico son las moléculas que le confieren ciertas propiedades adecuadas para su uso. Cuando el plástico se convierte en desecho y está expuesto a condiciones ambientales, se fragmenta, y estos aditivos se liberan a través de su superficie.
Los aditivos del plástico engloban numerosas categorías de compuestos químicos, algunos de ellos identificados como potencialmente tóxicos, persistentes y móviles, que acentúan las consecuencias de su presencia masiva en los suelos.
A pesar de que hay avances en entender los potenciales efectos de los microplásticos, los aditivos y otros contaminantes para la salud humana, todavía existe un enorme vacío de información al respecto.
Fuente/The Conversation
Chile Desarrollo Sustentable
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Desarrollo Sostenible
Fundación Rewilding Chile abre el primer Centro de Rescate y Rehabilitación exclusivo para huemules
Concebido como un verdadero “hospital de huemules” y diseñado con los más altos estándares internacionales, esta iniciativa es la primera de su tipo en una zona estratégica para este ciervo austral.
Se ubica en un predio aledaño al Parque Nacional Cerro Castillo, hogar de aproximadamente el 10% de los últimos huemules que sobreviven entre Chile y Argentina.
El centro viene a complementar todas las acciones que se realizan en el marco del Corredor del Huemul, iniciativa público-privada que busca restablecer los corredores biológicos para esta especie en peligro de extinción.
En el sector de Las Horquetas, junto al Parque Nacional Cerro Castillo, se inauguró el primer Centro de Rescate y Rehabilitación del Huemul, una iniciativa única en el país por su enfoque colaborativo y multisectorial. El centro está dedicado exclusivamente a la recuperación del ciervo más austral del mundo, especie en peligro de extinción de la que quedan apenas unos 1.500 individuos, distribuidos en poblaciones fragmentadas entre Chile y Argentina, lo que representa aproximadamente el 1% de su población original.
Este centro de rescate y rehabilitación forma parte del “Corredor del Huemul”, una estrategia de conservación a gran escala que busca conectar poblaciones y reforzar la recuperación de esta especie a lo largo de los Andes, y que Fundación Rewilding Chile junto al Ministerio de Agricultura, CONAF y el SAG impulsan desde 2023.
El recinto está emplazado en un predio donde por varias décadas y hasta el año 2019 se desarrolló la ganadería extensiva, y que luego fue adquirido por Rewilding Chile, para poder resguardar el hábitat del huemul, y brindar conectividad para los grupos de la especie. En un acotado sector de 4,9 hectáreas, este verdadero “hospital del huemules” cuenta con instalaciones para la mantención y manejo de este ciervo. Incluye un módulo con espacio para el equipo de guardafaunas y un área para intervenciones médico veterinarias. Además, cuenta con distintos recintos para el abordaje de las diferentes afecciones o patologías que podrían presentar los huemules.
Todo el perímetro de casi 1 kilómetro está protegido por un cerco electrificado en 2 niveles, uno en la parte baja y otro que alcanza los casi 5 metros de altura, diseñado para evitar el ingreso de predadores y garantizar un entorno seguro para los huemules que se encuentren en rehabilitación. El funcionamiento estará a cargo de personal técnico y profesional especializado de Fundación Rewilding Chile junto a asesores y colaboradores, asegurando así una gestión conjunta que combina experiencia técnica, conocimiento científico y resguardo de la fauna silvestre.
“Estamos contentos y orgullosos de inaugurar este centro, la primera infraestructura dedicada íntegramente a la salud del huemul y que viene a fortalecer y complementar las diferentes acciones colaborativas entre nuestra Fundación, el SAG y CONAF para la protección de esta especie y la consolidación del Corredor del Huemul. Además, se emplaza en un área clave, donde existen condiciones ideales para la recuperación de huemules”, explica Cristián Saucedo, director de Vida Silvestre de Rewilding Chile.
Los huemules en el Parque Nacional Cerro Castillo y en otras áreas donde aún se mantienen poblaciones, se ven frecuentemente afectados por cuatro amenazas principales: perros de libre deambular y asilvestrados que los persiguen y atacan, ganado doméstico que les transmite enfermedades, vehículos que los atropellan y especies invasoras (jabalí y ciervo rojo) que compiten por el mismo hábitat e incluso predan sobre él. Algunas de las afecciones y enfermedades provocadas por estas amenazas podrán ser atendidas hoy en este centro.
Región de Aysén y Parque Nacional Cerro Castillo, un área clave
El centro de rehabilitación emplazado en Las Horquetas en la región de Aysén surge como respuesta a una necesidad histórica: contar con un lugar especializado para recibir y tratar a huemules enfermos o heridos, brindándoles atención médico-veterinaria, tratamientos para avanzar en su rehabilitación y devolverlos a su hábitat natural. Incluso podrán ser derivados a este centro huemules que sean rescatados de otras regiones del país.
Está emplazado en un área donde por más de 100 años se desarrolló actividad ganadera, con el pastoreo de miles de cabezas de ganado ovino y bovino, sumado a la fragmentación del hábitat a través de la instalación de cercos y caminos, generaron una fuerte presión sobre la fauna silvestre, propiciando también la transmisión de agentes infecciosos desde el ganado al huemul, como el Corynebacterium pseudotuberculosis, agente causal de la Linfoadenitis Caseosa (LAC).
Trabajo colaborativo e interinstitucional
Esta iniciativa está emplazada en un lugar y región estratégica, la zona de Cerro Castillo en la región de Aysén. Es preciso señalar que el Parque Nacional Cerro Castillo alberga a casi el 10% de la población total de esta especie, un núcleo importante con un mínimo estimado de 118 huemules de distintas edades. Pero, a pesar de ser un punto clave para la conservación, los huemules de Cerro Castillo enfrentan graves amenazas, como atropellos en la Carretera Austral, que cruza 25 km. del parque nacional, pérdida de hábitat, ataques de perros, enfermedades como la LAC y la competencia y desplazamiento por animales exóticos como el ciervo rojo y el jabalí.
De hecho las estadísticas indican que más de la mitad de las atenciones que han recibido los huemules de este parque nacional, son atribuibles a las principales amenazas que enfrenta la especie.
De acuerdo a información compartida por el SAG al interior de la Comisión Intersectorial del Huemul referente a 143 capturas y/o atenciones realizadas a huemules entre los años 2011 y 2022, en un 52,5% de los casos se abordaron cuadros clínicos, ataques o mordeduras por perros, lesiones o la presentación de abscesos. Es interesante notar que el 44% del esfuerzo de capturas y atenciones estuvo orientado a generar información sanitaria y de línea base sobre la especie por parte del SAG.
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Desarrollo Sostenible
La escalada inédita del CO2 atmosférico: Alarma global antes de la COP30
El planeta ha cruzado un nuevo umbral climático, según revela el último Boletín de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El informe, publicado recientemente, subraya que la concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera registró un aumento de 3,5 partes por millón (ppm) entre 2023 y 2024. Este incremento no es solo un dato más; se trata del mayor salto anual desde que comenzaron las mediciones modernas en 1957.
La OMM advierte con severidad las consecuencias de este récord, indicando que «las temperaturas del planeta proseguirán con su escalada durante más tiempo». Esta nueva edición del boletín tiene como objetivo principal proporcionar información científica irrefutable a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará el próximo noviembre en Belém, Brasil.
El organismo internacional explica que, históricamente, cerca de la mitad del volumen total de CO2 emitido anualmente es absorbido por los ecosistemas terrestres y los océanos. Sin embargo, esta capacidad natural de mitigación está comprometida. A medida que la temperatura global aumenta, la capacidad de los océanos para capturar el CO2 se reduce, dado que una mayor temperatura disminuye la solubilidad de este gas. A esto se suman otros factores que debilitan los sumideros terrestres, como la creciente frecuencia de sequías prolongadas. La OMM detalla que las tasas de incremento de CO2 se han triplicado desde la década de 1960, pasando de un ritmo de 0,8 ppm al año a 2,4 ppm anuales entre 2011 y 2020.
La Influencia del año más cálido
El récord de 2024 se explica por una confluencia de factores. La organización apunta a una combinación de cuantiosas emisiones derivadas de los incendios forestales y una menor absorción de CO2 por parte de la tierra y los océanos. Este dramático aumento coincidió, además, con el año más cálido jamás registrado en un contexto marcado por un intenso episodio del fenómeno de El Niño. Durante estos periodos, las concentraciones de CO2 tienden a dispararse debido a que los sumideros terrestres pierden eficiencia, exacerbado por la mayor sequedad de la vegetación y la proliferación de incendios.
La OMM insiste en que las repercusiones de las emisiones actuales de CO2 irán mucho más allá del clima que se experimenta hoy en el planeta. La prolongada persistencia de este gas en la atmósfera asegura que sus efectos se dejarán sentir durante siglos. Ko Barrett, secretaria general adjunta de la OMM, subrayó que el calor retenido por el CO2 y otros gases de efecto invernadero actúa como un «sobrealimentador» del clima, multiplicando la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. «En consecuencia, reducir las emisiones es esencial, no solo para nuestro clima, sino también para la seguridad de las economías y el bienestar de las comunidades», urgió.
Metano y óxido nitroso: un desafío múltiple
El informe no se limita al dióxido de carbono. También destaca que la concentración media mundial de metano (CH4) en 2024 alcanzó las 1.942 ppm, lo que supone un alarmante aumento del 166% respecto al nivel preindustrial (anterior a 1750). En cuanto al óxido nitroso (N2O), su concentración llegó a 338 ppm el año pasado, un incremento del 25% respecto a los niveles preindustriales.
Oksana Tarasova, funcionaria científica principal de la OMM, transmitió su profunda inquietud ante el hecho de que los sumideros naturales de carbono, tanto terrestres como oceánicos, están mostrando una eficacia decreciente. Esta pérdida de capacidad de absorción implicará inevitablemente que una mayor cantidad de CO2 permanezca en la atmósfera, acelerando el calentamiento global. «El monitoreo sistemático y reforzado de los gases de efecto invernadero es fundamental para comprender estas retroalimentaciones», concluyó la experta, señalando el camino para una respuesta científica urgente.
Fuente/Ambientum
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Desarrollo Sostenible
Hito ambiental para Chile: Publican la primera norma de calidad del aire para arsénico
La regulación establece una concentración máxima de arsénico de 23 nanogramos por metro cúbico como concentración anual. Esto beneficiará a las ciudades donde operan las fundiciones de cobre, ya que estas instalaciones -de acuerdo al inventario de emisiones de fuentes puntuales- representan el 99% de las emisiones de arsénico en el país.
El 10 de octubre el Ministerio del Medio Ambiente publicó la nueva norma primaria de calidad del aire para arsénico, que fijará un máximo de presencia de este elemento como concentración anual, beneficiando a varias ciudades del país. Este compuesto químico puede tener graves impactos en la salud y, hasta ahora, no estaba regulado en Chile.
La normativa establece un límite de concentración de arsénico en el aire de 23 nanogramos por metro cúbico (ng/m3), en línea con las recomendaciones de la agencia medioambiental de Estados Unidos (EPA), que es más exigente que la establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para calcular la superación de la norma se considerará un promedio de la concentración anual de tres años sucesivos. De todas maneras, si el valor promedio de un año supera el valor de 46 ng/m3, se entiende de inmediato por superada.
En caso de estar cerca de superar la norma o al constatar que fue sobrepasada, se debe declarar la zona como latente o saturada, con lo que se da inicio a la elaboración de un Plan de Prevención y/o Descontaminación Atmosférica específico para arsénico. Estos planes incluirían medidas para reducir la contaminación por arsénico, las que sumarían acciones que impactarían en las fundiciones como fuentes puntuales y otras fuentes presentes en la zona.
La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, comentó que «la publicación de esta norma, la primera específica para el arsénico, protegerá la salud de las personas. La regulación permitirá el desarrollo de planes de prevención o descontaminación en los territorios donde se acerque o supere el umbral establecido. Los planes incluirán medidas concretas para reducir el arsénico presente en el aire”. Además, destacó que esta normativa responde a un proceso participativo con comunidades, el sector regulado y expertos, reforzando la transparencia y legitimidad del proceso regulatorio, en línea con los principios del Acuerdo de Escazú.
En Chile el 99% de las emisiones de arsénico generadas por fuentes puntuales corresponde a las fundiciones de cobre, por lo que la futura aplicación de la norma tendría impacto en las comunas en las que se ubican estas instalaciones. Con esta medida, el país avanza hacia una mayor protección de la salud pública y la justicia ambiental en territorios históricamente expuestos a este contaminante.
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Desarrollo Sostenible
¡15 humedales urbanos en la RM!: Ministerio del Medio Ambiente protege Estero del Arrayán y sus afluentes
Con el reconocimiento de este ecosistema acuático ubicado en la comuna de Lo Barnechea, la Región Metropolitana suma la mayor superficie protegida de esta categoría en el país llegando a las 6.000 hectáreas.
Tras su publicación en el Diario Oficial, Estero del Arrayán y sus afluentes se convirtió en el décimo quinto Humedal Urbano declarado en la Región Metropolitana, en el marco de la Ley 21.202.
Así lo dio a conocer este miércoles el subsecretario del Medio Ambiente, Maximiliano Proaño, quien valoró la protección de las 254 hectáreas de este ecosistema acuático ubicado en la comuna de Lo Barnechea. “Nuestro Gobierno sigue trabajando decididamente en resguardar nuestro patrimonio natural. Con este reconocimiento, la Región Metropolitana se convierte en la región de Chile con mayor superficie protegida-bajo esta categoría- en el país, sumando 6.000 hectáreas. Quiero destacar que este es un Humedal Urbano clave para la protección de nuestra biodiversidad al ser hogar de importantes especies como el puma (Puma concolor), el zorro culpeo (Lycalopex culpaeus) o el cóndor andino (Vultur gryphus)”, sostuvo la autoridad ambiental.
La seremi del Medio Ambiente de la Región Metropolitana, Sonia Reyes, en tanto valoró que “con la declaratoria del Estero del Arrayán, la Región Metropolitana suma a la fecha 15 Humedales Urbanos reconocidos, lo que nos llena de orgullo porque muestra lo mucho que hemos avanzado en la protección de estos valiosos ecosistemas. En esta tarea hemos estado acompañados por los municipios y la comunidad. Destacamos el trabajo y compromiso de la Municipalidad de Lo Barnechea, que nos permite brindar un nuevo espacio recreativo y de esparcimiento para las y los vecinos de la comuna y también de la región”.
En tanto, el alcalde de Lo Barnechea, Felipe Alessandri, expresó que “en la comuna hemos avanzado hacia un modelo de gestión que pone en el centro el cuidado de nuestro patrimonio natural hídrico y la gran biodiversidad que caracteriza a la comuna. Nuestro propósito es que los vecinos lo sientan parte de su vida en comunidad: que las familias los visiten, los valoren y se comprometan con su preservación. El desafío es que estos ecosistemas sigan siendo verdaderas aulas al aire libre para las próximas generaciones”.
Sobre Estero del Arrayán y sus afluentes
Con el reconocimiento de Estero del Arrayán y sus afluentes, Chile suma 136 humedales urbanos protegidos a nivel nacional; 15 de ellos en la Región Metropolitana; de los cuales 8 se ubican en Lo Barnechea.
Cabe precisar que este ecosistema acuático alberga también especies como el arrayán (Luma apiculata) y el espino (Vachellia caven). Además, contribuye al bienestar de la comunidad al proveer servicios ecosistémicos como agua potable a vecinos de la comuna, regulación del ciclo hidrológico; control de inundaciones y brindar un espacio para la educación formal y profesional que permita la recreación y esparcimiento de los habitantes de la Región Metropolitana.
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