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Noticia Internacional

¿CÓMO AFECTARÁ A NUESTRO CLIMA EL AUMENTO EN LAS TEMPERATURAS DEL OCÉANO?

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Expertos de la UNAB, la Universidad de Chile, el Instituto Antártico Chileno y el Ministerio de Medio Ambiente, entre otros, explican los efectos del calentamiento global y como un Niño que aún no se puede predecir del todo podría traer más precipitaciones y más frío que el año pasado. En la Antártica, en tanto, el cambio climático también deja su huella y proyecta futuras complicaciones en nuestras costas.


Los últimos registros de temperatura del agua en la Antártica constatan aumentos que sólo se esperaban para cien años más. Efecto directo del calentamiento global, que nos pone a prueba incluso con los deshielos antárticos porque somos un país, no sólo vecino del continente blanco, sino uno particularmente vulnerable en todo sentido. Esto, por un lado. Por otro, en marzo pasado la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (NOAA) anunció el fin del fenómeno La Niña. Es decir, se nos viene ahora El Niño, después de casi tres años y medio, justo para un invierno que podría traernos más agua, pero que, dadas las condiciones impredecibles del planeta, es de esperar que no nos sume más problemas. Por falta o por exceso.

 La situación de Chile no es muy positiva. Carlos Neves, oceanógrafo y académico del Centro de Investigación Marina CIMARQ de la Universidad Andrés Bello (UNAB), indica que en las últimas décadas hemos visto un incremento en los episodios de marejadas extremas y un descenso en los cursos de agua y napas freáticas (acumulación de agua subterránea), como en el caso de Petorca, lo que conlleva un avance del proceso de desertificación hacia el sur. También, alteraciones en los cambios estacionales. “En los años 70-80 teníamos en la zona central cuatro estaciones bien marcadas; actualmente son prácticamente dos: un otoño tardío más o menos crudo, dependiendo de los episodios Niña o Niño, y un período estival. Un ejemplo son los azahares de cerezos, que solían florecer a mediados o fines de septiembre y que hoy lo hacen en agosto. Es decir, la primavera se adelanta en un mes”.

El académico destaca también, entre los fenómenos más verificables, las anomalías atmosféricas asociadas a viento o granizo; las pequeñas trombas marinas o microtornados de baja escala; el retroceso progresivo de playas expuestas a oleajes o marejadas; el cambio en la sedimentología de playas, y el aumento en episodios de crisis respiratorias en infantes y tercera edad en las grandes urbes.

Qué pasa en la Antártida

Manuel Paneque, académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, dice que la Antártica, que funciona como un regulador del clima del planeta, es una de las regiones que ha sufrido el calentamiento más rápido. “En sólo 60 años, su temperatura media ha aumentado casi 3 ºC, lo que impacta en los glaciares y significa que todas aquellas plataformas de hielo estables ahora corren peligro”.

El aumento de las temperaturas en el continente helado tiene repercusión a distintos niveles, desde el deshielo de los glaciares hasta el riesgo para la supervivencia de especies vitales para el ecosistema antártico. También se ha evidenciado que la vegetación ha crecido cada vez más rápido allí en las últimas décadas como consecuencia del cambio climático.

César Cárdenas, doctor en Biología Marina e investigador del Instituto Antártico Chileno (Inach), indica que, en términos de temperatura, el patrón en la Antártica es bastante especial, porque si bien ha habido calentamiento en algunas de sus zonas, éste ha sido más lento que en el promedio de las aguas de los océanos del planeta. Mientras hay masas de agua que han subido su temperatura, otras la han bajado. Sin embargo, las aguas profundas sí se han temperado más rápido y son éstas, precisamente, las que están provocando los mayores cambios. “Estas masas de agua que vienen de la profundidad emergen al llegar a la costa de la zona antártica y esto hace que esta temperatura más cálida produzca el derretimiento de los glaciares o la pérdida de hielo marino. Así se dio especialmente este último año, cuando se batió el récord de menor extensión de hielo marino en el océano Antártico”.

Los organismos que viven allí, que han crecido y evolucionado en un ambiente muy frío y estable, no están preparados para responder de buena manera a las alzas de temperatura. “El krill se ha visto afectado; de a poco está migrando hacia el sur, donde están las aguas más frías, en circunstancias de que antes se distribuía ampliamente a lo largo de la península, incluso hasta el Arco de Scotia por el norte. Esto tiene efecto sobre otros organismos que dependen de él, como el pingüino Adelia, uno de los grandes perdedores por estas alzas de temperatura. Habrá muchos cambios en el ecosistema marino antártico”, puntualiza el investigador.

Acota que se espera que en un escenario de bajas emisiones de CO2 la temperatura del océano Antártico en promedio suba en 0.5 grados, mientras que en un escenario de altas emisiones podría subir en 1.7 grados. Esto, proyectado al año 2100.

Nuestra vulnerabilidad

El oceanógrafo Carlos Neves dice que existe evidencia científica sobre un aumento gradual de la temperatura media del planeta desde el inicio de la era industrial a la fecha, situación que no se ha logrado revertir. “Este aumento, sólo en décimas de grados, provoca la exacerbación gradual y anómala de eventos extremos, temperaturas más bajas y altas de lo usual en atmósfera y medios acuáticos, lo que modela el clima generando situaciones extremas de vientos, como ciclones, huracanes, tifones y trombas, y también marejadas de alturas mayores y un aumento del nivel medio del mar, entre otros efectos”.

La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, coincide y señala que las proyecciones indican que los eventos climáticos extremos serán cada vez más frecuentes e intensos. Un efecto doloroso es la sequía, “sin duda el principal impacto que vivimos en el país, la más intensa de los últimos mil años si consideramos su duración y extensión territorial”. Si a ello le agregamos las olas de calor, aluviones, incendios forestales y aumento del nivel del mar, entre otras consecuencias que estamos experimentando, caemos en una gran verdad: Chile es un país vulnerable.

La ministra especifica: “De hecho, poseemos siete de los nueve criterios de vulnerabilidad establecidos por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Por eso cobra importancia que tengamos una Ley Marco de Cambio Climático, una normativa que establece un norte claro: ser carbono neutrales y resilientes al clima a más tardar al 2050″.

En ese sentido, detalla, hay que entender que el desarrollo sostenible no es una opción, sino una condición en sí. “No podemos seguir con un modelo que, para aumentar el bienestar de las personas, dañe el medioambiente. Tenemos que dejar atrás la falsa dicotomía entre crecimiento y naturaleza, y posar la mirada más allá del tamaño de la economía -afirma-.

Es una transformación que, para tener éxito, debe integrarse en el ADN de las decisiones y a todo nivel: debe ser empujada por todas y todos, incluidas las empresas, los municipios, las organizaciones y, por supuesto y con mucha fuerza, el Estado en su conjunto”.

Manuel Paneque destaca que desde hace 50 años las precipitaciones en la zona central han disminuido 5% por década, y ese es uno de los primeros efectos del cambio climático en Chile. La mala noticia es que la proyección indica que esto se irá profundizando.

El académico y su equipo analizaron las tendencias de temperaturas y precipitaciones en 400 puntos del país para todo el siglo XXI (https://doi.org/10.1007/s00382-020-05231-4). Los resultados les permitieron identificar las señales de cambio climático en las distintas macrozonas de Chile, bajo distintos modelos de simulación, para tres períodos: 2016-2035, 2046-2065 y 2081-2100.

“En cuanto a temperaturas mínimas y máximas, se proyecta un aumento de hasta 2 °C para todo Chile en el período 2016–2035, aunque hay algunos modelos que determinaron un incremento de hasta 4 ºC en la temperatura máxima en la época invernal en la zona centro del país bajo el escenario más pesimista -describe Paneque-. Es importante destacar que esta situación ya está ocurriendo. El año 2019 se registró una temperatura máxima 1ºC superior al promedio, mientras que la temperatura mínima fue 0.6ºC más alta que el promedio”.

En cuanto a estimaciones de precipitaciones, a nivel general se prevén disminuciones de entre un 20% y un 80% entre las regiones de Valparaíso y Aysén, siendo mayor entre las de Coquimbo y O’Higgins. También se aprecia un incremento leve en las precipitaciones estivales en el Altiplano, que podría llegar hasta un 20% o un 40% en el período estival.

El niño

El ítem ‘agua’ preocupa especialmente este año, cuando estaremos con el fenómeno del Niño. ¿Habrá más precipitaciones? Y de haberlas, ¿implicarán algún grado de peligro? Diego Campos, meteorólogo de la Oficina Servicios Climáticos de la misma institución, expresa que los inviernos bajo el efecto del Niño suelen estar relacionados con un aumento de lluvias, pero eso ya no está tan claro. “La relación entre El Niño y las precipitaciones se ha debilitado en los últimos años. Por ejemplo, dos eventos El Niño muy intensos, en 1997 y 2015, tuvieron un impacto muy distinto en las lluvias invernales. Mientras el invierno 1997 fue uno de los más lluviosos en el registro, el de 2015 se sumó a la megasequía a pesar de su presencia. Esto genera mucha incertidumbre a la hora de los eventuales impactos. No se sabe realmente si este año puede ser similar a los años lluviosos en los Niños de hace un par de décadas”.

Patricio González, agroclimatólogo y académico de la Universidad de Talca, aclara que El Niño traería un invierno de menores temperaturas que 2022 y la posibilidad de una mayor cantidad de lluvias, pero siempre dentro de un fenómeno que podría tener características de débil a moderado.

Añade que aunque aumenten las precipitaciones, se descarta que esto ponga fin a la sequía que se registra en el país por cerca de 15 años. “Desde que comenzaron el cambio climático y la megasequía, pareciera que El Niño ha perdido intensidad, por lo que no hay que tener mucha esperanza de que este evento vaya a tener lluvia de consideración o que se pueda romper este ciclo de escasez hídrica”.

Los efectos del Niño se comenzarían a sentir a fines del primer semestre. “Hay una probabilidad sobre el 60% de que se perciba desde julio hasta finales de año. En esta etapa vamos a estar en un fenómeno de transición, en lo que se llama ‘Niño neutro’. Esto significaría que lo más probable es que tengamos baja pluviometría durante el otoño. Vamos a tener bastante frío y heladas que van a empezar en el mes de mayo y se extenderán por junio y julio, junto a la baja temperatura”, puntualiza el científico.


Fuente/La Tercera
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DESARROLLO SOSTENIBLE Y ECOLOGÍA NO SON LO MISMO

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En el ámbito de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente, dos conceptos fundamentales que a menudo se confunden son el desarrollo sostenible y la ecología. Aunque comparten objetivos similares, existen diferencias importantes entre ellos en términos de enfoque, alcance y visión de futuro.


En este artículo, compararemos el desarrollo sostenible y la ecología para comprender sus diferencias y examinar sus respectivos aportes y perspectivas hacia el futuro.

El desarrollo sostenible se refiere a un enfoque que analiza la realidad de una forma integral que busca equilibrar el crecimiento económico, el bienestar social y la conservación del medio ambiente. Reconoce la interdependencia entre estos tres pilares y busca garantizar que el progreso presente no comprometa la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

El desarrollo sostenible promueve la adopción de prácticas responsables en la gestión de los recursos naturales, la reducción de la pobreza, la equidad social y la mitigación del cambio climático.

La ecología, por otro lado, es una disciplina científica que se centra en el estudio de las interacciones entre los organismos y su entorno. Su enfoque principal es comprender cómo los seres vivos interactúan entre sí y con su entorno físico, y cómo estas interacciones afectan la salud y el equilibrio de los ecosistemas. La ecología se preocupa por la conservación y protección de los ecosistemas, la biodiversidad y el funcionamiento de los procesos naturales.

 

Aunque el desarrollo sostenible y la ecología están estrechamente relacionados, no son lo mismo. Mientras que el desarrollo sostenible abarca aspectos económicos, sociales y ambientales, la ecología se centra principalmente en los aspectos ambientales y biológicos. El desarrollo sostenible utiliza principios y enfoques de la ecología para garantizar que las acciones humanas sean sostenibles y respetuosas con el entorno natural.

En términos de visión de futuro, tanto el desarrollo sostenible como la ecología presentan perspectivas diferentes pero complementarias.

El desarrollo sostenible se proyecta hacia un futuro en el que se logre un equilibrio armonioso entre el crecimiento económico, la equidad social y la preservación del medio ambiente. Se visualiza una sociedad en la que todas las personas tengan acceso a una calidad de vida adecuada, donde se promueva la justicia social y se respeten los límites planetarios. Se busca una economía circular, en la que los recursos se utilicen de manera eficiente y se minimice la generación de residuos. La energía renovable, la tecnología limpia y la conservación de la biodiversidad son aspectos clave en esta visión de futuro.

Por otro lado, la ecología se enfoca en la restauración y conservación de los ecosistemas, la protección de la biodiversidad y la promoción de un equilibrio saludable en los sistemas naturales. Se busca un futuro en el que los ecosistemas estén regenerados y sean resilientes, donde se promueva la interconexión y la coexistencia armoniosa entre los seres vivos y su entorno. La visión ecológica se centra en la conservación de la naturaleza como un valor intrínseco y en la importancia de preservar la diversidad biológica para mantener la estabilidad de los ecosistemas.

Ambas visiones son necesarias para lograr un futuro sostenible.

El desarrollo sostenible reconoce la importancia de la ecología como base científica para la toma de decisiones y busca integrar sus principios en la planificación y gestión de actividades humanas. A su vez, la ecología proporciona los conocimientos y la comprensión necesarios para abordar los desafíos ambientales y desarrollar estrategias eficaces de conservación y restauración.

En cuanto a los aportes y contras, el desarrollo sostenible busca aportar soluciones integradas que aborden los desafíos económicos, sociales y ambientales de manera equilibrada. Busca el progreso humano sin comprometer el futuro del planeta. Sin embargo, su implementación puede enfrentar desafíos debido a intereses económicos y sociales divergentes, así como a la falta de voluntad política.

Por su parte, la ecología aporta un enfoque científico riguroso para comprender los procesos naturales y las interacciones entre los organismos y su entorno. Sus contribuciones ayudan a identificar los impactos negativos de las actividades humanas en los ecosistemas y a desarrollar estrategias de conservación y restauración. No obstante, la ecología puede enfrentar desafíos en términos de financiamiento y falta de conciencia pública sobre su importancia.

El desarrollo sostenible ofrece un marco integral que busca armonizar los aspectos económicos, sociales y ambientales, considerando la interdependencia entre ellos. Se enfoca en la adopción de prácticas responsables, la promoción de la equidad y la mitigación de los impactos negativos en el medio ambiente.

Por su parte, la ecología proporciona los conocimientos científicos necesarios para comprender los ecosistemas, las interacciones entre los seres vivos y su entorno, y los efectos de las actividades humanas en la biodiversidad y los ecosistemas. La ecología destaca la importancia de conservar y proteger la naturaleza, y ofrece soluciones basadas en la restauración, conservación y gestión sostenible de los recursos naturales.

Ambos enfoques tienen sus aportes y desafíos.

El desarrollo sostenible busca una transformación integral de los sistemas económicos y sociales, fomentando la innovación y la adopción de tecnologías limpias. Sus aportes incluyen la promoción de la justicia social, la reducción de la pobreza y la creación de empleos verdes. Sin embargo, enfrenta desafíos en la implementación debido a intereses divergentes, falta de voluntad política y resistencia al cambio.

Por otro lado, la ecología contribuye al conocimiento y comprensión de los ecosistemas, su conservación y restauración. Sus aportes incluyen la identificación de impactos ambientales, la promoción de la biodiversidad y la conservación de los servicios ecosistémicos. No obstante, puede enfrentar desafíos en términos de financiamiento, falta de conciencia pública y la necesidad de establecer políticas efectivas de conservación.

En cuanto a la visión de futuro, el desarrollo sostenible busca un equilibrio entre el progreso humano y la protección del medio ambiente, promoviendo la transición hacia una economía verde y la implementación de prácticas sostenibles en todos los sectores. Se vislumbra un futuro en el que se satisfagan las necesidades presentes y futuras, se respeten los límites planetarios y se promueva la justicia social.

Por su parte, la visión ecológica enfatiza la importancia de conservar la biodiversidad, restaurar los ecosistemas degradados y garantizar la salud y el equilibrio de los sistemas naturales. Se visualiza un futuro en el que los seres humanos coexistan de manera armoniosa con la naturaleza, reconociendo su interdependencia y dependiendo de los servicios que los ecosistemas brindan.

Aunque el desarrollo sostenible y la ecología no son lo mismo, se complementan mutuamente en la búsqueda de un futuro sostenible. El desarrollo sostenible abarca aspectos económicos, sociales y ambientales, mientras que la ecología se centra principalmente en los aspectos ambientales y biológicos. Ambos enfoques son necesarios para lograr un equilibrio entre el progreso humano y la conservación del medio ambiente, y se requiere una colaboración estrecha entre diferentes sectores y disciplinas para enfrentar los desafíos ambientales y alcanzar un futuro sostenible.


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¿LA AGRICULTURA PUEDE SER CERO EMISIONES?

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Fuente:Pixabay

Se necesitará innovación tecnológica e inversión para reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la agricultura. Restas son las conclusiones de un nuevo trabajo recientemente publicado.


¿La agricultura puede ser cero emisiones? “En este momento, la agricultura es responsable de alrededor del 12 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo”, explicó Rosa, uno de los coautores. “La agricultura no solo contribuye significativamente al cambio climático. También es una de las primeras víctimas de sus consecuencias, que incluyen el calentamiento global, la sequía y la alteración de los patrones de precipitación”.

Lorenzao Rosa y su colega Gabrielli se propusieron analizar una variedad de tecnologías que se podían aplicar para reducir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que libera la agricultura. El objetivo era ver hasta dónde podrían llevarnos estas herramientas en el camino hacia un sistema de emisiones cero.

Reducir las emisiones agrícolas es un reto particularmente desafiante porque la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del metano y el óxido nitroso. Estos gases tienen un potencial de calentamiento mucho mayor en escalas de tiempo cortas que el dióxido de carbono.

Buscando la solución

Probaron la efectividad de diferentes métodos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la actividad agrícola, incluido el uso de fuentes de energía alternativas en la granja, fertilizantes y pesticidas más sostenibles producidos con emisiones netas cero.

Además de manejo de fertilizantes, estrategias de alimentación y reproducción para reducir el metano del ganado. Y la aplicación de técnicas alternativas para cultivos como el del arroz que minimicen el crecimiento de microbios productores de metano en suelos inundados

Fuente:Pixabay

Las estrategias de descarbonización agrícola dependen en gran medida del uso de fuentes de energía libres de carbono, según Rosa y Gabrielli. Implementarlos con éxito implicaría integrar sistemas de energía renovable en las operaciones agrícolas. Y desarrollar métodos sostenibles para producir fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos relevantes.

La implementación de prácticas de riego inteligentes y sostenibles no solo es crucial para mejorar la sostenibilidad del agua. Si no también para reducir el consumo de energía y las emisiones de metano asociadas con el cultivo de arroz.

Rosa y Gabrielli descubrieron que la tecnología podría ayudar a los agricultores a reducir la contaminación agrícola por gases de efecto invernadero hasta en un 45%. Sin embargo, llegar a cero emisiones de carbono requerirá estrategias de eliminación de dióxido de carbono (CO2). Que son costosas y actualmente no están ampliamente implementadas.

Enfoques prometedores

Los enfoques que encontraron particularmente prometedores involucran una combinación de uso de bioenergía producida de manera sostenible. Vinculado con técnicas que capturan las emisiones de estas fuentes de energía en formaciones geológicas duraderas.

Otra posibilidad auspiciosa fue la idea de acelerar el proceso natural de erosión de las rocas. Puesto que este que también elimina el CO2 de la atmósfera. Juntas, estas tecnologías podrían convertir a la agricultura de un sector que deposita carbono en la atmósfera en uno que lo extrae.

El estudio también analiza tecnologías novedosas que se extienden más allá de los límites de la agricultura tradicional, como la eliminación de metano y la producción de algunos alimentos sin agricultura. Sin embargo, Rosa y Gabrielli indicaron que se necesita más investigación para verificar si estas tácticas resultan asequibles y escalables. Así como para comprender sus impactos más amplios.

Fuente:Pixabay

“Las innovaciones en riego y fertilizantes han mejorado el rendimiento global de los cultivos. Pero esta mayor producción ignora los impactos climáticos de las estrategias de las que depende”, dijo Gabrielli. Cada vez resultará más difícil producir suficientes alimentos para una población en crecimiento. Y serán necesarios enfoques novedosos que tengan en cuenta la mitigación del cambio climático”.

Las prácticas agrícolas sostenibles también podrían mejorar la seguridad energética, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad, según Rosa y Gabrielli. quienes están comprometidos a buscar soluciones para alcanzar el nivel de cero emisiones de la agricultura. Pero este éxito va a requerir de un esfuerzo interdisciplinario que involucre la ciencia de las plantas, la hidrología, la ingeniería, la economía y la ciencia política.

Referencia: artículo de la revista Environmental Research Letters.


Fuente/Ecoticias
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¿LA ECONOMÍA CIRCULAR MEJORA LA BIODIVERSIDAD?

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Fuente/Pixabay

Un informe publicado este lunes por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) muestra cómo la economía circular puede reducir el consumo en la biodiversidad y los impactos de nuestros sistemas de producción.


Nuestras acciones son de vital importancia para avanzar hacia una economía circular que logre el objetivo de disminuir la contaminación, proteger la naturaleza y conseguir la ansiada neutralidad climática en Europa para el año 2050.

La economía circular es un elemento fundamental para transformar los sistemas de producción y consumo insostenibles que amenazan la biodiversidad de la Tierra. El nuevo informe de la AEMA «Los beneficios para la biodiversidad de una economía circular fuerte» muestra que las prácticas específicas de la economía circular en el abastecimiento de materias primas tienen un potencial significativo para proteger y mejorar la biodiversidad.

El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) afirma lo siguiente:

El abastecimiento respetuoso con la biodiversidad de, por ejemplo, alimentos, materiales de construcción y textiles, debe añadirse a la jerarquía tradicional de «reducir, reutilizar y reciclar» en las acciones de economía circular.AEMA
¿Qué es la biodiversidad y por qué está en peligro?

La biodiversidad o diversidad biológica, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, es la variedad de seres vivos que habitan en el planeta y establecen relaciones entre sí y con el medio que los rodea.

La pérdida de biodiversidad es un grave problema a nivel mundial. Respecto a Europa, sus ecosistemas naturales han disminuido tanto en extensión -los humedales se han reducido en un 50% desde 1970- como en diversidad de especies, donde el 28% de las especies que viven únicamente en Asia Central y Europa están en peligro de extinción.

Un informe aportado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, sus siglas son WWF), destaca que la biodiversidad mundial está en grave peligro. Las especies de fauna salvaje disminuyen a un ritmo alarmante, ya que se han reducido una media del 69% desde el año 1970. Un millón de especies se encuentran en peligro de extinción.

Los 196 países reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, celebrada en el mes de diciembre del año pasado, pusieron el foco en la estrategia conocida como «30×30», la cual tiene el objetivo principal de frenar el declive de los ecosistemas, protegiendo el 30% del mar y de la Tierra hasta el año 2030. Para esa fecha, es muy importante que empresas, gobiernos y ciudadanos se unan en torno a este objetivo para conservar los ecosistemas mundiales tal cual los conocemos, además de conservar nuestros medios para la vida.

¿Qué es la economía circular y cuál es su objetivo?

La economía circular es un modelo de producción y consumo que aprovecha los recursos al máximo y reduce los residuos al mínimo, garantizando un crecimiento sostenible con el paso del tiempo. Es decir, permite alargar la vida útil de los productos que consumimos para darles una segunda vida.

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Se trata de un concepto que se inspira en la naturaleza, donde todos los productos se pueden aprovechar y nada se desperdicia. Hasta hace poco tiempo, seguíamos un modelo de economía lineal, basado en un modelo económico cuya premisa principal es producir, consumir y desechar a un ritmo vertiginoso.

El objetivo que tiene la economía circular frente a la economía lineal es dejar atrás el modelo de consumo establecido desde la época de la Revolución Industrial, avanzando hacia un modelo más sostenible que garantice la buena salud de nuestro planeta. Es decir, al sustituir la economía lineal por una economía circular, se alarga la vida útil de los productos.

La esencia de este modelo sostenible se basa en mantener los recursos que disponemos en la economía el mayor tiempo posible, reduciendo el uso de materias primas y la generación de residuos en el mundo.

Los principios de la economía circular son vitales para lograr muchas de las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Existe más relación con las metas del ODS-6 (Agua limpia y saneamiento), ODS-7 (Energía asequible y no contaminante), ODS-8 (Trabajo decente y crecimiento económico), ODS-12 (Producción y consumo responsables) y ODS-15 (Vida de ecosistemas terrestres).

¿Cómo puede la economía circular detener la pérdida de biodiversidad?

La economía circular puede reducir el consumo en la biodiversidad y los impactos de nuestros sistemas de producción a través de tres áreas clave de intersección:

  • Disminuir la demanda de recursos primarios
     
  • Prevenir la contaminación
     
  • Suministro sostenible con la biodiversidad
     

Fuente/Ambientum
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