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EL COLEGIO MUNICIPAL DE MELIPILLA QUE DIO VUELTA LA CIFRA ROJA EN EL SIMCE

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Tras una intervención, el colegio Monseñor Jaime Larraín Bunster subió 110 puntos entre 2002 y 2012. Producto de su avance, el establecimiento fue galardonado ayer con el premio Supérate 2014.

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La emoción se evidenciaba  en los ojos de Miguel Alonso Fuentes, director del colegio Monseñor Jaime Larraín Bunster, de Melipilla, cuando junto a dos de sus alumnas subió ayer al escenario del  Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) para  recibir tres de los “Premios Supérate 2014”, con los que se distinguió a los cuartos básicos que mostraron mayores avances en el Simce de Matemática y Lenguaje entre 2002 y 2012.

“El único camino para salir de la pobreza es la educación”, señaló el  director a la audiencia, la cual le brindó un aplauso cerrado.

En la ocasión, el grupo Enersis y revista Qué Pasa-organizadores del evento- galardonaron a 16 establecimientos de distintas regiones del país. De todos ellos,  el colegio Jaime Larraín  Bunster fue premiado en tres categorías: fue el que más avanzó a nivel nacional, regional  y respecto de otros establecimientos vulnerables del país en ese período.

“Lo que pasa con los premios es que uno generalmente premia al mejor, pero es más fácil ser el mejor cuando tienes muchas oportunidades y es muy difícil serlo cuando todo pareciera estar en contra”, sostuvo Catalina Saieh, vicepresidenta del Grupo Copesa.

Tras esta actividad, alumnos y profesores de los establecimientos premiados fueron  recibidos en una actividad privada en La Moneda, por el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo.

La historia tras la pizarra

Daniela Cañas cursa sexto básico en el colegio municipal Monseñor Jaime Larraín Bunster. Con sólo 11 años de edad, dice tener clara una de sus metas a futuro. “Cuando sea  grande, me gustaría ser profesora de Educación Física o de Ciencias, quiero estudiar en la universidad”,  dice con seguridad la niña, quien pretende convertirse en la primera profesional de su familia. La pequeña Daniela  dio su primer paso para avanzar hacia este  sueño en 2012. Entonces, junto a un grupo de compañeros de 4º básico, logró una hazaña hasta entonces impensada por ellos, como fue obtener 320 puntos en el Simce de Lenguaje y 306 en Matemática,  lo que significó un aumento  de  111  y 109 puntos, respectivamente, en comparación con el año 2002, cuando figuraban entre los 20 establecimientos con peor resultado de la Región Metropolitana.

El éxito logrado por los alumnos de este plantel,  que atiende a niños desde prekínder a 8º básico -el 90 por ciento  de ellos en condiciones de vulnerabilidad-, se replicó a otros cursos posteriormente, como fue el 8º básico de 2013, que obtuvo  un total de 300 puntos en el Simce de Lenguaje y 310 en el de Ciencias. ¿Cómo lo lograron? El director Miguel Alonso Fuentes señala que el cambio comenzó en 2008, con una renovación del personal, a lo que se sumó el trabajo cohesionado de los profesores, la cooperación de los apoderados y alumnos y la disminución del número de estudiantes por aula, a un máximo de 28.  “Nos fue bien por tres motivos. Uno es el tener docentes con vocación;  profesores muy dedicados, que se perfeccionan  y que están comprometidos con el proyecto. Segundo, trabajamos el reforzamiento de la autoestima de los niños, diciéndoles que ellos son capaces, y por último que aprovechamos el 100 por ciento del tiempo”, comenta.

Otro aspecto relevante, según  Fuentes, fue la forma  en que se destinaron los recursos de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), inyección económica que sirvió para contratar  un bus de acercamiento para los niños que viven en los sectores más apartados e incentivar así la asistencia a clases. También se incorporaron programas de aprendizaje interactivos en materias como inglés y se amplió la biblioteca, lo que permitió dotar a los alumnos de  una mayor oferta de lecturas complementarias. “Eso sirvió mucho, ya que varios de ellos no podían costear los libros, porque el dinero, por ejemplo, les servía para comprar comida”, comenta la profesora de Lenguaje, María Adriana Galarce, quien dicta clases desde hace cinco años en el recinto.

Asimismo, comenta que gracias a los nuevos libros se pudo incentivar la lectura según los intereses de los mismos niños. “Al principio ninguno quería leer. Yo les pedía un libro y  sólo dos lo leían. Luego les empecé a hacer encuestas para saber qué cosas les gustaban, y así empezamos a leer en clases, a hacer análisis y debates. Así, mejoramos la comprensión lectora”, destaca.

Una estrategia similar desarrolló el profesor de Matemática, Roberto Farías, quien dicta esta materia a cuarto, quinto y octavo básico,  y  quien subraya que su estrategia de educación se basa en la enseñanza de fórmulas de fácil comprensión y materiales interactivos.

“Trabajo con videos motivacionales y con ejercicios  concretos. Por ejemplo, si hablamos de metros, vamos  con los niños  a la cancha y medimos. La idea es que ellos reflexionen”, sostiene el maestro.

Fuente:La Tercera

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