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Estudio confirma cuál el «impacto real» de los residuos farmacológicos en los ríos

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Especialistas examinaron restos de productos farmacéuticos y de higiene personal que, tras ser utilizados, suelen llegar a ríos y mares.

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Un equipo de científicos ha identificado restos de antibióticos, medicamentos para la hipertensión y fármacos psiquiátricos en ríos españoles y ha constatado «el impacto real» que estos residuos tienen en la vida acuática: alteran los procesos metabólicos de las comunidades microbianas e incrementan su estrés.

Estos efectos son importantes ya que las comunidades microbianas son una base fundamental de los ecosistemas acuáticos de los ríos, según los autores de este trabajo, entre los que hay científicos de la Universidad de Florida (EE.UU.), de la Universidad Autónoma de Madrid, de la Universidad de Girona y de la Universidad de Alcalá.

El trabajo lo lidera Ismael Rodea Palomares, con un postdoctorado en la Universidad de Florida becado por la Fundación Ramón Areces, y los resultados son extrapolables a otros ríos, no solo españoles.

No es la primera vez que un estudio aporta datos sobre los residuos de la industria farmacéutica en ríos y sus consecuencias, pero este nuevo trabajo, que se publica en la revista «Science Advances», propone una nueva herramienta de análisis que permite demostrar cómo también mezclas a muy bajas dosis de estos contaminantes afectan a las comunidades microbianas de agua dulce.

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Los productos farmacéuticos y de higiene personal -en conjunto conocidos como PPCP- son ampliamente utilizados por las sociedades modernas, recuerda la fundación en un comunicado, y después de eliminados por el cuerpo encuentran su camino hacia ríos y mares.

Allí se mezclan en concentraciones bajas y los efectos de estos residuos farmacéuticos sobre el medio ambiente «no se conocen bien, en parte por la falta de enfoques experimentales para identificar los efectos de estos contaminantes en condiciones realistas».

Precisamente, este trabajo plantea para ello una nueva herramienta que acopla dos tecnologías ya existentes: el análisis de sensibilidad global y el análisis cuantitativo de alto rendimiento.

Esta técnica, denominada GSA-QHTS, por sus siglas en inglés, permite trabajar simulando la complejidad real de los sistemas naturales y ver el efecto que las mezclas de residuos farmacéuticos -también complejas- tienen a muy bajas dosis, confirmó Rodea, quien recordó que los contaminantes nunca aparecen aislados, sino como grandes mezclas de compuestos de cientos de familias distintas.

Teniendo en cuenta esta complejidad, los investigadores identificaron 16 principios activos que aparecen de forma recurrente en los ríos españoles a muy bajas dosis y mediante la técnica GSA-QHTS generaron un paquete de 180 mezclas distintas con diferentes niveles de concentración de los citados químicos.

En el laboratorio vieron el impacto de estas mezclas en un ecosistema de agua dulce creado por ellos (con cianobacterias).

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Los científicos encontraron que las mezclas a muy bajas dosis de compuestos farmacéuticos pueden generar efectos subletales inesperados en los organismos estudiados: estos efectos no matan directamente al organismo, pero alteran algún proceso fisiológico importante e impactan a medio-largo plazo en el éxito ecológico de las distintas especies presentes en el ecosistema.

El método permitió identificar que 8 de los 16 compuestos eran los que realmente afectaban a las algas microscópicas -peligrosos- y por orden de importancia estos son: carbamazepina (anticonvulsivo, se usa también para la migraña), furosemida (presión sanguínea), eritromicina (antibiótico) e hidroclorotiazida (presión sanguínea).

Además, gemfibrozil (colesterol), venlafaxina (antidepresivo), atenolol (colesterol) y diclofenaco (analgésico), relató Rodea.

Para este científico, la importancia del trabajo no solo está en los resultados concretos sobre residuos, sino también en que abre un nuevo camino en el análisis ambiental y en general para las ciencias de la vida: «permite acercarnos de una forma sistemática y sin precedentes a la complejidad que encontramos en el mundo real».

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Fuente:Emol
www.chiledesarrollosustentable.cl

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