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Noticia Internacional

LAS DOS CARAS DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

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Compartir o arrendar entre personas en vez de comprarles a las grandes compañías. Esa es una de las premisas que mueven a la economía colaborativa, una nueva forma de hacer negocios que ha crecido aceleradamente en el mundo y da sus primeros pasos en Chile. Pero aunque puede ser muy beneficiosa para los clientes, también tiene su lado feo, tal como demuestran las polémicas en torno a Uber o Airbnb.

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“Compartir recursos o productos o servicios que muchas veces están subutilizados. De eso se trata”. La definición es de Boyd Cohen, especialista en temas de emprendimiento de la Universidad del Desarrollo y promotor de la muy en boga economía colaborativa. La misma que tiene a mucha gente pagando por dormir en casas de desconocidos en vez de hoteles o prefiriendo compartir traslados con otros conductores antes que pedir un taxi.

Este nuevo modelo se sustenta en personas que ofrecen sus propios bienes y servicios a cambio de una compensación económica y que utilizan como intermediario un servicio web o aplicación móvil. Se transan desde cosas muy concretas, como el taladro propio por un día o la tabla de surf por un fin de semana, hasta otras más abstractas, como dinero.

La tecnología, las crisis que han experimentado varios países y la desconfianza que generan entre muchas personas los negocios establecidos o las grandes corporaciones han permitido que este sistema, que en lo medular se parece a formas de intercambio antiquísimas, desde los favores hasta el trueque, se esté expandiendo con gran fuerza y velocidad. Un reciente informe de la consultora PwC calcula que mueve al año 15 mil millones de dólares y para el 2025 podría llegar a los 335 mil millones. Eso es cuatro veces lo que mueve la industria del cine en el mundo.

Su inmenso potencial, los beneficios que trae a los consumidores, pero también las amenazas a los negocios establecidos  y lo desregulados que pueden estar estos intercambios persona a persona hacen que medio mundo esté hablando de ella. Para bien o para mal.

Dos editoriales ha publicado ya este año el The New York Times advirtiendo de los riesgos que puede tener Airbnb, que se ha convertido en un emblema del consumo colaborativo. A través de este servicio, personas comunes ponen en arriendo desde una pieza hasta su casa completa a viajeros. Su crecimiento ha sido explosivo y le ha quitado una tajada importante a los hoteles, que se quejan de que es competencia desleal, ya que no están normados ni regulados como ellos. El diario también plantea que podría reducir la ya escasa oferta de vivienda permanente que hay en Nueva York, porque a los propietarios podría resultarles más rentable este modelo de arriendos de períodos cortos.

En respuesta, el vicepresidente de la Asociación de Consumidores Electrónicos de Estados Unidos dio un argumento que aparece recurrentemente: “Las quejas más grandes no vienen de los consumidores sino que de las industrias establecidas (hoteles, taxis, entre otras) que repentinamente están enfrentando nueva competencia”.

Pero según la BBC eso no es cierto: “No son solo los magnates de hoteles y del transporte los que están siendo afectados. Los pequeños propietarios, taxistas y otros profesionales están sintiendo el impacto”, dijo en un artículo que mostraba el lado oscuro de la economía colaborativa.

Pero el debate en los medios está abierto. Por ejemplo, el influyente semanario The Economist, que fue uno de los primeros medios que le dedicó una portada al ascenso de la economía colaborativa, defiende el sistema cada vez que puede.

Desafiando lo establecido

La tensión con el mercado tradicional se está volviendo pan de cada día para empresas colaborativas de alcance global, a las que se les acusa de no ceñirse a las reglas y obligaciones del mercado formal. La más enjuiciada es Uber, oriunda de San Francisco, cuna de los más exitosos proyectos colaborativos.  El principal responsable es su servicio Uber X (que aún no ha llegado a Chile), que permite que cualquier persona pueda trasladar a otros en su auto y ganar dinero, lo que la ha enfrentado con los taxistas en muchos países. Entre ellos, Alemania, México y particularmente España, donde a causa de la crisis se utilizan mucho estos servicios. Los taxistas se han ido a huelga en Madrid, Valencia y Barcelona, donde incluso apareció quemado un auto particular que trabajaba para Uber.

Boyd Cohen es crítico con esta empresa, básicamente porque cree que ya no es colaborativa ni menos sustentable, otra cualidad que para él deben tener este tipo de emprendimientos. “Pasó a competir directamente con el servicio de taxis, con conductores que ofrecen lo mismo y evitando las reglas y normas que rigen a los taxistas”.

Quien ha seguido de cerca el caso de Uber es Carolina Rossi, fundadora de Yeba.me, un sitio chileno de transporte compartido que, como la gran mayoría de los emprendimientos colaborativos en Chile, está recién partiendo. Su empresa opera especialmente entre universitarios, puesto que detectaron que allí había un nicho interesante para comenzar.

“Hay una diferencia gigantesca con Uber y es que funcionamos con aportes voluntarios. Además, estamos enfocados 100% en lo colaborativo, en que los usuarios puedan decir llévame a la universidad y te pago la mitad de la bencina”, afirma. Eso sí, está consciente de que se mueve en un ámbito que tiene roces con el mercado tradicional. “Tenemos dos abogados asesorándonos para poder estar lo más legales posibles”, dice.

El argentino Germán Rimoldi creó en Santiago el 2013 el sitio Arriendas.cl. Su plataforma permite el arriendo de autos entre personas (llaman a la gente a sacarle partido al auto estacionado) y dice estar consciente de que hay fricción con los negocios establecidos.

Asume que es un sistema alternativo y que además debe adaptarse a las particularidades del mercado local. Por lo mismo, no exige tarjeta de crédito, solo transferencia por cuenta bancaria, lo que le abre las puertas a un interesante número de clientes.  “Dos tercios de la población adulta acá no tiene tarjeta. Hertz te pide mil dólares congelados en tu tarjeta de crédito. ¿Quién tiene esa plata?”, dice.

Otro fenómeno interesante son las empresas que en vez de luchar contra la economía colaborativa, se suman. Un ejemplo es BMW, dice Cohen. “Tiene un servicio de autos eléctricos compartidos en 20 ciudades del mundo, porque se han dado cuenta de que a muchos jóvenes de hoy no les interesa ser dueños de sus autos”, explica.

Sus promotores en Chile

El espíritu colaborativo que hay tras este nuevo sistema también reina entre sus promotores locales, quienes han empezado a reunirse y organizarse para promoverla o protegerse en conjunto.

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Boyd Cohen organizó hace algunas semanas el primer mapeo que se hizo en Santiago de este tipo de iniciativas para un proyecto global denominado MapJam que está disponible en línea (tinyurl.com/mapjamsantiago). Se incluyeron algunas que no necesariamente involucran la tecnología, como las ferias libres, se detallaron sitios físicos de naturaleza colaborativa, como estacionamientos compartidos o espacios de coworking y paralelamente se elaboró un listado de los emprendimientos virtuales que han surgido en Chile y que hoy son cerca de cuarenta. Hay sitios de alojamiento, de transporte, de venta de productos, de finanzas.

En esa última categoría está Cumplo.cl, uno de los primeros proyectos colaborativos de Chile y que es un ejemplo de que este tipo de servicios generan interés por un lado, y tensiones por otro. Nació el 2011, basado en el modelo del sitio Prosper.com, iniciando localmente un sistema que permite a las personas pedir o prestarse dinero entre ellas a tasas más atractivas que en el sistema financiero tradicional.

Su creador, Nicolás Shea, fundador y exdirector de Start-Up Chile (icónico programa de emprendimiento de la administración Piñera), por estos días está lanzando la Asociación Chilena de Financiamiento Colaborativo (AFICO), en conjunto con Broota.com, plataforma similar pero que une a emprendedores con potenciales accionistas. La idea es poder dar a conocer, defender y eventualmente promover una regulación particular para este tipo de empresas, que según Shea son totalmente diferentes a los bancos.

La Superintendencia de Bancos opina diferente. El 2012 puso una denuncia en la Fiscalía contra Cumplo por presunta captación de dinero sin ser banco. El conflicto llegó hasta The Economist, que en un artículo apoyó el emprendimiento de Shea y criticó el acoso del órgano regulador.

 

“Que alguien que no es banco se ponga a hacer lo que hace un banco, eso tiene que ser prohibido, no puede ser. Los bancos prestan dinero ajeno”, dice Shea.  “Pero los créditos entre personas no son dinero ajeno. Y esa es la gran diferencia. Como no existe la regulación y se trata de algo nuevo, se hace algo parecido a ese juego en que los niños tratan de meter un cuadrado dentro de un círculo y no calzan”.

La Superintendencia ha seguido pidiéndoles antecedentes pero la denuncia no se ha resuelto. Mientras eso no ocurra, desde el organismo prefieren no emitir opiniones. Por su parte, Cumplo ha seguido funcionando y acaban de alcanzar los 34 millones de dólares transados a través de su plataforma.

Shea cree que es importante hacer una distinción entre empresas que respetan las reglas del mundo offline, con las que no. “Si tu empresa propone una acción que en sí no es legal, entonces vas a tener un problema”, afirma.

El uso es la nueva propiedad

Con leyes hechas en la era predigital y emprendimientos que desafían lo establecido uno de los grandes desafíos para los países es regular estos nuevos emprendimientos. En algunos estados de Estados Unidos, como San Francisco y Oregon, Airbnb ha empezado a cobrarles impuestos a los huéspedes de piezas o departamentos particulares. Y en varios países se les está exigiendo una licencia especial a los particulares que comparten sus traslados.

En Chile, de este fenómeno se está comenzando a encargar incipientemente el Ministerio de Economía a través de un consejo consultivo. “Su propósito es generar una política que fomente con medidas concretas este tipo de economía”, dice la subsecretaria Katia Trusich. “Además, trabajaremos en una ley y una institucionalidad apropiada que permita avanzar en esta temática”. Respecto al tema regulatorio, apunta: el principal desafío es no responder con esquemas antiguos a fenómenos emergentes.

Donde ya hay algo más concreto es en España. Allí el máximo ente regulador  (la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) puso este mes en marcha una consulta pública para ver las opiniones de los actores involucrados. Lo que quieren es encontrar formas de armonizar este modelo, que describen como altamente beneficioso para los consumidores, con la competencia efectiva con los sectores tradicionales. Para ellos, responde a un cambio cultural: que hoy “el uso” es cada vez más importante que “la propiedad”.

Confianza, factor crucial

Lo sabíamos, pero un informe de la OCDE lo dejó más que claro: los chilenos tenemos altos niveles de desconfianza. Sólo un 13% de la población dice confiar en los demás. El dato no es menor cuando se trata de hablar de este tiempo de servicios, que en la mayoría de los casos funcionan bajo el modelo persona a persona.

Horacio Morales, de CrowdyLab, organización que asesora a empresas y personas en este tema,  sostiene que es vital: “Al final, la economía colaborativa se basa en un resurgimiento del sentido de comunidad apoyado por las tecnologías de información. Y en una comunidad lo más importante es la buena comunicación”.

Carolina Rossi, de Yeba.me, cree que ese tema obliga a pensar estos modelos a nivel local. “Los latinos exigen más redes de confianza. Y hay que materializarlo en cosas como confirmar números de teléfono de los usuarios o mostrar sus amigos de Facebook”.

Nicolás Shea acota su observación al tema de las finanzas. Reconoce que han tenido casos de morosidad en los préstamos entre personas, problema que han ido solucionando con reglas más estrictas. Pero no lo atribuye a la falta de confianza, sino a un problema de información de deudas, que está monopolizada por los bancos. “Es mentira que el problema esté en la cultura chilena. La gente se comporta de acuerdo al sistema que tenemos. Y si tenemos un sistema con incentivos raros, que premia los atrasos, el no pago, porque para las empresas financieras en Chile es muy rentable tener un cliente que se atrase, eso hace que lleguemos a esos índices de desconfianza”, añade.

Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas de la UC, se encuentra preparando allí un estudio  sobre la confianza, convencido de que es indispensable para el desarrollo. Pero lejos de ver un problema en los emprendimientos colaborativos, vislumbra un potencial. “Probablemente la ventaja que tienen es que pueden lograr confianza a través de un estímulo como lo es el servicio a los demás, a pesar de que algunos tengan lucro, esa palabra tan perversa hoy en día”.

Cree también que algunos proyectos pueden encarnar un despertar del espíritu que alguna vez representaron las cooperativas. Aunque deja también un buen consejo: “Ojo, que la confianza se construye lento y se pierde rápido”.

Fuente: La Tercera
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DESARROLLO SOSTENIBLE Y ECOLOGÍA NO SON LO MISMO

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En el ámbito de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente, dos conceptos fundamentales que a menudo se confunden son el desarrollo sostenible y la ecología. Aunque comparten objetivos similares, existen diferencias importantes entre ellos en términos de enfoque, alcance y visión de futuro.


En este artículo, compararemos el desarrollo sostenible y la ecología para comprender sus diferencias y examinar sus respectivos aportes y perspectivas hacia el futuro.

El desarrollo sostenible se refiere a un enfoque que analiza la realidad de una forma integral que busca equilibrar el crecimiento económico, el bienestar social y la conservación del medio ambiente. Reconoce la interdependencia entre estos tres pilares y busca garantizar que el progreso presente no comprometa la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

El desarrollo sostenible promueve la adopción de prácticas responsables en la gestión de los recursos naturales, la reducción de la pobreza, la equidad social y la mitigación del cambio climático.

La ecología, por otro lado, es una disciplina científica que se centra en el estudio de las interacciones entre los organismos y su entorno. Su enfoque principal es comprender cómo los seres vivos interactúan entre sí y con su entorno físico, y cómo estas interacciones afectan la salud y el equilibrio de los ecosistemas. La ecología se preocupa por la conservación y protección de los ecosistemas, la biodiversidad y el funcionamiento de los procesos naturales.

 

Aunque el desarrollo sostenible y la ecología están estrechamente relacionados, no son lo mismo. Mientras que el desarrollo sostenible abarca aspectos económicos, sociales y ambientales, la ecología se centra principalmente en los aspectos ambientales y biológicos. El desarrollo sostenible utiliza principios y enfoques de la ecología para garantizar que las acciones humanas sean sostenibles y respetuosas con el entorno natural.

En términos de visión de futuro, tanto el desarrollo sostenible como la ecología presentan perspectivas diferentes pero complementarias.

El desarrollo sostenible se proyecta hacia un futuro en el que se logre un equilibrio armonioso entre el crecimiento económico, la equidad social y la preservación del medio ambiente. Se visualiza una sociedad en la que todas las personas tengan acceso a una calidad de vida adecuada, donde se promueva la justicia social y se respeten los límites planetarios. Se busca una economía circular, en la que los recursos se utilicen de manera eficiente y se minimice la generación de residuos. La energía renovable, la tecnología limpia y la conservación de la biodiversidad son aspectos clave en esta visión de futuro.

Por otro lado, la ecología se enfoca en la restauración y conservación de los ecosistemas, la protección de la biodiversidad y la promoción de un equilibrio saludable en los sistemas naturales. Se busca un futuro en el que los ecosistemas estén regenerados y sean resilientes, donde se promueva la interconexión y la coexistencia armoniosa entre los seres vivos y su entorno. La visión ecológica se centra en la conservación de la naturaleza como un valor intrínseco y en la importancia de preservar la diversidad biológica para mantener la estabilidad de los ecosistemas.

Ambas visiones son necesarias para lograr un futuro sostenible.

El desarrollo sostenible reconoce la importancia de la ecología como base científica para la toma de decisiones y busca integrar sus principios en la planificación y gestión de actividades humanas. A su vez, la ecología proporciona los conocimientos y la comprensión necesarios para abordar los desafíos ambientales y desarrollar estrategias eficaces de conservación y restauración.

En cuanto a los aportes y contras, el desarrollo sostenible busca aportar soluciones integradas que aborden los desafíos económicos, sociales y ambientales de manera equilibrada. Busca el progreso humano sin comprometer el futuro del planeta. Sin embargo, su implementación puede enfrentar desafíos debido a intereses económicos y sociales divergentes, así como a la falta de voluntad política.

Por su parte, la ecología aporta un enfoque científico riguroso para comprender los procesos naturales y las interacciones entre los organismos y su entorno. Sus contribuciones ayudan a identificar los impactos negativos de las actividades humanas en los ecosistemas y a desarrollar estrategias de conservación y restauración. No obstante, la ecología puede enfrentar desafíos en términos de financiamiento y falta de conciencia pública sobre su importancia.

El desarrollo sostenible ofrece un marco integral que busca armonizar los aspectos económicos, sociales y ambientales, considerando la interdependencia entre ellos. Se enfoca en la adopción de prácticas responsables, la promoción de la equidad y la mitigación de los impactos negativos en el medio ambiente.

Por su parte, la ecología proporciona los conocimientos científicos necesarios para comprender los ecosistemas, las interacciones entre los seres vivos y su entorno, y los efectos de las actividades humanas en la biodiversidad y los ecosistemas. La ecología destaca la importancia de conservar y proteger la naturaleza, y ofrece soluciones basadas en la restauración, conservación y gestión sostenible de los recursos naturales.

Ambos enfoques tienen sus aportes y desafíos.

El desarrollo sostenible busca una transformación integral de los sistemas económicos y sociales, fomentando la innovación y la adopción de tecnologías limpias. Sus aportes incluyen la promoción de la justicia social, la reducción de la pobreza y la creación de empleos verdes. Sin embargo, enfrenta desafíos en la implementación debido a intereses divergentes, falta de voluntad política y resistencia al cambio.

Por otro lado, la ecología contribuye al conocimiento y comprensión de los ecosistemas, su conservación y restauración. Sus aportes incluyen la identificación de impactos ambientales, la promoción de la biodiversidad y la conservación de los servicios ecosistémicos. No obstante, puede enfrentar desafíos en términos de financiamiento, falta de conciencia pública y la necesidad de establecer políticas efectivas de conservación.

En cuanto a la visión de futuro, el desarrollo sostenible busca un equilibrio entre el progreso humano y la protección del medio ambiente, promoviendo la transición hacia una economía verde y la implementación de prácticas sostenibles en todos los sectores. Se vislumbra un futuro en el que se satisfagan las necesidades presentes y futuras, se respeten los límites planetarios y se promueva la justicia social.

Por su parte, la visión ecológica enfatiza la importancia de conservar la biodiversidad, restaurar los ecosistemas degradados y garantizar la salud y el equilibrio de los sistemas naturales. Se visualiza un futuro en el que los seres humanos coexistan de manera armoniosa con la naturaleza, reconociendo su interdependencia y dependiendo de los servicios que los ecosistemas brindan.

Aunque el desarrollo sostenible y la ecología no son lo mismo, se complementan mutuamente en la búsqueda de un futuro sostenible. El desarrollo sostenible abarca aspectos económicos, sociales y ambientales, mientras que la ecología se centra principalmente en los aspectos ambientales y biológicos. Ambos enfoques son necesarios para lograr un equilibrio entre el progreso humano y la conservación del medio ambiente, y se requiere una colaboración estrecha entre diferentes sectores y disciplinas para enfrentar los desafíos ambientales y alcanzar un futuro sostenible.


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¿LA AGRICULTURA PUEDE SER CERO EMISIONES?

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Fuente:Pixabay

Se necesitará innovación tecnológica e inversión para reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la agricultura. Restas son las conclusiones de un nuevo trabajo recientemente publicado.


¿La agricultura puede ser cero emisiones? “En este momento, la agricultura es responsable de alrededor del 12 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo”, explicó Rosa, uno de los coautores. “La agricultura no solo contribuye significativamente al cambio climático. También es una de las primeras víctimas de sus consecuencias, que incluyen el calentamiento global, la sequía y la alteración de los patrones de precipitación”.

Lorenzao Rosa y su colega Gabrielli se propusieron analizar una variedad de tecnologías que se podían aplicar para reducir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que libera la agricultura. El objetivo era ver hasta dónde podrían llevarnos estas herramientas en el camino hacia un sistema de emisiones cero.

Reducir las emisiones agrícolas es un reto particularmente desafiante porque la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del metano y el óxido nitroso. Estos gases tienen un potencial de calentamiento mucho mayor en escalas de tiempo cortas que el dióxido de carbono.

Buscando la solución

Probaron la efectividad de diferentes métodos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la actividad agrícola, incluido el uso de fuentes de energía alternativas en la granja, fertilizantes y pesticidas más sostenibles producidos con emisiones netas cero.

Además de manejo de fertilizantes, estrategias de alimentación y reproducción para reducir el metano del ganado. Y la aplicación de técnicas alternativas para cultivos como el del arroz que minimicen el crecimiento de microbios productores de metano en suelos inundados

Fuente:Pixabay

Las estrategias de descarbonización agrícola dependen en gran medida del uso de fuentes de energía libres de carbono, según Rosa y Gabrielli. Implementarlos con éxito implicaría integrar sistemas de energía renovable en las operaciones agrícolas. Y desarrollar métodos sostenibles para producir fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos relevantes.

La implementación de prácticas de riego inteligentes y sostenibles no solo es crucial para mejorar la sostenibilidad del agua. Si no también para reducir el consumo de energía y las emisiones de metano asociadas con el cultivo de arroz.

Rosa y Gabrielli descubrieron que la tecnología podría ayudar a los agricultores a reducir la contaminación agrícola por gases de efecto invernadero hasta en un 45%. Sin embargo, llegar a cero emisiones de carbono requerirá estrategias de eliminación de dióxido de carbono (CO2). Que son costosas y actualmente no están ampliamente implementadas.

Enfoques prometedores

Los enfoques que encontraron particularmente prometedores involucran una combinación de uso de bioenergía producida de manera sostenible. Vinculado con técnicas que capturan las emisiones de estas fuentes de energía en formaciones geológicas duraderas.

Otra posibilidad auspiciosa fue la idea de acelerar el proceso natural de erosión de las rocas. Puesto que este que también elimina el CO2 de la atmósfera. Juntas, estas tecnologías podrían convertir a la agricultura de un sector que deposita carbono en la atmósfera en uno que lo extrae.

El estudio también analiza tecnologías novedosas que se extienden más allá de los límites de la agricultura tradicional, como la eliminación de metano y la producción de algunos alimentos sin agricultura. Sin embargo, Rosa y Gabrielli indicaron que se necesita más investigación para verificar si estas tácticas resultan asequibles y escalables. Así como para comprender sus impactos más amplios.

Fuente:Pixabay

“Las innovaciones en riego y fertilizantes han mejorado el rendimiento global de los cultivos. Pero esta mayor producción ignora los impactos climáticos de las estrategias de las que depende”, dijo Gabrielli. Cada vez resultará más difícil producir suficientes alimentos para una población en crecimiento. Y serán necesarios enfoques novedosos que tengan en cuenta la mitigación del cambio climático”.

Las prácticas agrícolas sostenibles también podrían mejorar la seguridad energética, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad, según Rosa y Gabrielli. quienes están comprometidos a buscar soluciones para alcanzar el nivel de cero emisiones de la agricultura. Pero este éxito va a requerir de un esfuerzo interdisciplinario que involucre la ciencia de las plantas, la hidrología, la ingeniería, la economía y la ciencia política.

Referencia: artículo de la revista Environmental Research Letters.


Fuente/Ecoticias
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¿LA ECONOMÍA CIRCULAR MEJORA LA BIODIVERSIDAD?

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Un informe publicado este lunes por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) muestra cómo la economía circular puede reducir el consumo en la biodiversidad y los impactos de nuestros sistemas de producción.


Nuestras acciones son de vital importancia para avanzar hacia una economía circular que logre el objetivo de disminuir la contaminación, proteger la naturaleza y conseguir la ansiada neutralidad climática en Europa para el año 2050.

La economía circular es un elemento fundamental para transformar los sistemas de producción y consumo insostenibles que amenazan la biodiversidad de la Tierra. El nuevo informe de la AEMA «Los beneficios para la biodiversidad de una economía circular fuerte» muestra que las prácticas específicas de la economía circular en el abastecimiento de materias primas tienen un potencial significativo para proteger y mejorar la biodiversidad.

El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) afirma lo siguiente:

El abastecimiento respetuoso con la biodiversidad de, por ejemplo, alimentos, materiales de construcción y textiles, debe añadirse a la jerarquía tradicional de «reducir, reutilizar y reciclar» en las acciones de economía circular.AEMA
¿Qué es la biodiversidad y por qué está en peligro?

La biodiversidad o diversidad biológica, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, es la variedad de seres vivos que habitan en el planeta y establecen relaciones entre sí y con el medio que los rodea.

La pérdida de biodiversidad es un grave problema a nivel mundial. Respecto a Europa, sus ecosistemas naturales han disminuido tanto en extensión -los humedales se han reducido en un 50% desde 1970- como en diversidad de especies, donde el 28% de las especies que viven únicamente en Asia Central y Europa están en peligro de extinción.

Un informe aportado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, sus siglas son WWF), destaca que la biodiversidad mundial está en grave peligro. Las especies de fauna salvaje disminuyen a un ritmo alarmante, ya que se han reducido una media del 69% desde el año 1970. Un millón de especies se encuentran en peligro de extinción.

Los 196 países reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, celebrada en el mes de diciembre del año pasado, pusieron el foco en la estrategia conocida como «30×30», la cual tiene el objetivo principal de frenar el declive de los ecosistemas, protegiendo el 30% del mar y de la Tierra hasta el año 2030. Para esa fecha, es muy importante que empresas, gobiernos y ciudadanos se unan en torno a este objetivo para conservar los ecosistemas mundiales tal cual los conocemos, además de conservar nuestros medios para la vida.

¿Qué es la economía circular y cuál es su objetivo?

La economía circular es un modelo de producción y consumo que aprovecha los recursos al máximo y reduce los residuos al mínimo, garantizando un crecimiento sostenible con el paso del tiempo. Es decir, permite alargar la vida útil de los productos que consumimos para darles una segunda vida.

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Se trata de un concepto que se inspira en la naturaleza, donde todos los productos se pueden aprovechar y nada se desperdicia. Hasta hace poco tiempo, seguíamos un modelo de economía lineal, basado en un modelo económico cuya premisa principal es producir, consumir y desechar a un ritmo vertiginoso.

El objetivo que tiene la economía circular frente a la economía lineal es dejar atrás el modelo de consumo establecido desde la época de la Revolución Industrial, avanzando hacia un modelo más sostenible que garantice la buena salud de nuestro planeta. Es decir, al sustituir la economía lineal por una economía circular, se alarga la vida útil de los productos.

La esencia de este modelo sostenible se basa en mantener los recursos que disponemos en la economía el mayor tiempo posible, reduciendo el uso de materias primas y la generación de residuos en el mundo.

Los principios de la economía circular son vitales para lograr muchas de las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Existe más relación con las metas del ODS-6 (Agua limpia y saneamiento), ODS-7 (Energía asequible y no contaminante), ODS-8 (Trabajo decente y crecimiento económico), ODS-12 (Producción y consumo responsables) y ODS-15 (Vida de ecosistemas terrestres).

¿Cómo puede la economía circular detener la pérdida de biodiversidad?

La economía circular puede reducir el consumo en la biodiversidad y los impactos de nuestros sistemas de producción a través de tres áreas clave de intersección:

  • Disminuir la demanda de recursos primarios
     
  • Prevenir la contaminación
     
  • Suministro sostenible con la biodiversidad
     

Fuente/Ambientum
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