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Santiago-a-Prueba

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¿Estamos los santiaguinos preparados para una crisis? ¿Vivimos en una ciudad resiliente? ¿Contamos con transportes limpios y eficientes en nuestra ciudad?

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En un año marcado por catástrofes naturales y emergencias ambientales, este tipo de preguntas abrirán -el jueves 9 de julio- la sexta versión del Foro Santiago 2041, organizado por Siemens, IBM, Chilectra y la UDD bajo el título: ¿Santiago a-Prueba? El encuentro buscará soluciones para mejorar la capacidad de nuestra capital de hacer frente a catástrofes y efectos del cambio climático.

Ante una emergencia ambiental como la del lunes pasado, la autoridad metropolitana tomó una medida de fuerza radical y efectiva como restringir la circulación del 40% del parque automotor de la capital, mitigando el daño pero manteniendo la tensión y el riesgo mientras no cambien las condiciones climáticas y los hábitos de viaje.

En un contexto en que se venden a diario cerca de 500 autos nuevos en Santiago, la restricción vehicular será cada día menos eficiente y se requieren soluciones alternativas. Una de ellas viene de la mano del uso de tecnologías inteligentes para implementar regulaciones como la tan dilatada tarificación vial. Si bien esta medida se propuso para reducir la congestión en zonas saturadas, tiene como ventaja que en lugar de prohibir la libre circulación de los automóviles, define un precio a pagar acorde con el costo social que esa acción genera al resto de los ciudadanos. En este sentido, bien podría cambiarse el criterio de prohibición de circulación por dígito de patente hacia un criterio de cobro por circular en días, horas y zonas de concentración de material particulado, regulado por las estaciones de monitoreo e implementado en tiempo real. Muchos dirán que este esquema privatiza bienes públicos como las calles -argumento esgrimido por quienes alegan contra las tarifas de saturación en autopistas-, o que favorecería a los más ricos. Pero sería mucho más equitativo que la restricción, ya que trata a todos los ciudadanos por igual -al no prohibir a nadie la libre circulación-, y los montos recolectados podrían destinarse a inversión en Metro, buses o ciclovías, que son el transporte de aquellos que no pueden pagar por tener un auto.

Hoy prácticamente todos los vehículos de la capital cuentan con Tag, y con buena regulación e innovación tecnológica, la implementación y operación del sistema podría concesionarse. Durante un año normal, las tarifas podrían adecuarse a gestionar la demanda sobre la base a reducir la congestión en zonas y horarios específicos. De manera de aliviar el estrés sobre el sistema vial con zonas concéntricas y pórticos en los anillos Vespucio y Dorsal, así como en torno a subcentros como el paradero 14 de Vicuña Mackenna o el Golf-Andrés Bello. En caso de emergencia o pre-emergencia ambiental, las tarifas podrían dispararse a un valor tal que desincentive el uso del automóvil, mitigando el daño y compensando o premiando a aquellos que optan por dejar el auto en la casa con una mejor oferta de transporte público. Este tipo de soluciones son las que se discutirán en el Foro, y veremos si Santiago a-prueba o no el examen en transporte sustentable y resiliencia.

 

Por Pablo Allard, arquitecto urbanista.
fuente/diario.latercera/2015/06/29
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