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«Ventanas puede salvarse, pero hay que asumir la contaminación ambiental»
Ingeniero que logró limpiar la bahía más contaminada de EE.UU. aconseja:
El director de Manejo Ambiental de la Universidad de Michigan, John F. Katers, estima que los frutos de una eventual «revitalización» del medio ambiente del pueblo se verían recién después de una década. Pero para lograr ese objetivo, primero entregó a «El Mercurio» su análisis del problema, y trazó el camino para alcanzar una solución.
Cuando John F. Katers se encontró con el sector de Ventanas y las 14 industrias que ahí funcionan, su primer diagnóstico fue optimista: «Aún no está todo perdido», pues a diferencia de Green Bay, en Wisconsin, «aquí aún no se prende fuego de manera inexplicable en medio del agua».
La visita del ingeniero que logró «revivir» a la bahía de Green Bay -la más contaminada de Estados Unidos en la década de los 70- se dio en el contexto de evitar situaciones como las de la escuela La Greda, cuya proximidad a la fundición de Codelco y a las empresas del complejo industrial Ventanas le significó (en 2011) intoxicaciones masivas de sus alumnos y profesores debido a la contaminación del aire. Precisamente, esta fue reinaugurada esta semana, pero esta vez construida a dos kilómetros de su anterior ubicación, en el sector de Campiche, en la comuna de Puchuncaví.
Sin embargo, han manifestado los expertos, el problema de la contaminación no se ha solucionado -degradación del suelo, contaminación del agua y la exposición de la población a altos niveles de contaminación-, asunto por el cual Katers visitó el complejo industrial y el puerto donde se descarga, entre otras cosas, carbón y concentrado de cobre -invitado por la Universidad del Desarrollo como parte del programa de profesores visitantes de su Facultad de Ingeniería.
En ese contexto, el ingeniero oriundo de Wisconsin entregó a «El Mercurio» sus consejos para comenzar a buscar una solución definitiva. Recomendaciones que podrían aportar a la discusión que en julio abrió el Consejo Consultivo por la Sustentabilidad Territorial -asociación promovida por el Gobierno a través de su Consejo de Producción Limpia- y en el que participan las empresas que firmaron para sumarse al Núcleo de Empresas por la Sustentabilidad Territorial (Gasmar, Oxiquim, Enap, Catamtun y Codelco), además del gobierno regional y los municipios de la zona.
Un plan de recuperación «perfectamente replicable»
En 1970, la bahía de Green Bay «estaba muerta», según Katers. Sus peces prácticamente habían desaparecido y había concentraciones de agentes tóxicos tan altas, que la hacían imposible para que un humano pudiera bañarse en sus aguas y menos aún consumirla. A pesar de ello, se usaba para el riego, lo que generó enfermedades en los niños y mujeres embarazadas del pueblo, por los altos grados de toxicidad de las aguas.
Hoy, el escenario es completamente distinto. Hace treinta años, la comunidad entera, incluyendo al gobierno regional y a las empresas que contaminaban, decidió cambiar el rumbo de su empantanado panorama ambiental. Fueron 338 millones de dólares invertidos, diez años en implementar el plan, y una década más en ver los primeros resultados.
Un diseño que implicó establecer compromisos por parte de la industria de autorregular sus emisiones (de forma voluntaria) y aplicar normas para que las empresas cumplieran sus propias metas de reducción de desechos contaminantes. Esto luego derivó en una cooperación conjunta entre las empresas de la zona para aprovechar de manera eficiente sus residuos. También se inyectaron ochenta millones de dólares en una planta de tratamiento de aguas, y se generó una cultura «verde» entre los residentes, que se tradujo en un modelo educativo basado en el cuidado medioambiental y sus oportunidades.
Detrás de ese plan se encontraba John F. Katers, quien tras evaluar en terreno las condiciones medioambientales de Ventanas, consideró que «Green Bay estaba mucho peor en el aspecto hídrico y en su aire», pero aclaró que «muchas veces el mayor problema no es el que se ve a simple vista, sino que hay metales pesados invisibles y que son el punto de partida de la cadena de contaminación».
Katers agregó que Green Bay es «perfectamente replicable y adaptable a Ventanas», pero siempre que todos los actores involucrados -residentes, industrias y gobierno- sean capaces de reunirse, discutir y acordar cuáles son las prioridades para cada uno y para la comunidad. Luego hay que generar un plan de descontaminación gradual que identifique las áreas específicas en dónde trabajar, y generar un cambio de mentalidad de toda la comunidad de Ventanas.
«Es interesante que la comunidad apoye a las industrias del sector»
Para Katers, es novedoso encontrarse con una comunidad, a diferencia de la de Green Bay, que efectivamente «entiende que la industria es importante». Y es «un gran y primer paso que la comunidad asuma que tiene un problema, que ellos mismos estén pidiendo mejorar las normas medioambientales y que desde sus propias casas colaboren con la reducción de sus desechos».
Desde su cargo como docente de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Wisconsin, Katers cree que es positivo partir por que una autoridad regional se reúna con los ejecutivos del puerto de Ventanas, por ejemplo, y explicarles «sobre las nuevas tecnologías para reducir emisiones y residuos, como también sus beneficios», de manera que ellos mismos entiendan el problema y se motiven a reducir sus desechos.
«Hay que asumir, por otra parte, que al tener presencia de industrias mayores, inevitablemente habrá algún grado de contaminación. Ninguna industria es 100% limpia», agrega.
En un principio, Katers comenta que en Green Bay lo más difícil fue poner de acuerdo a todos los involucrados sobre cuál era el problema, y cuál la solución. Pero para eso, las universidades tuvieron que demostrar, a través de sus científicos, que «el camino más beneficioso para todos era el de salvar el medio ambiente».
En su visita por la comuna de Puchuncaví también comentó que en caso de establecer un programa u «hoja de ruta», es fundamental «crear regulaciones y leyes que puedan ser periódicamente mejoradas», de manera de adecuarlas al desarrollo medioambiental de la zona y su recuperación.
Hay que lograr plena transparencia con la comunidad y el plan de trabajo aplicado
En Green Bay, tras generarse una cultura «verde» que distingue a la ciudad como una de las más sustentables de Estados Unidos, y luego de ver los frutos de «revivir» a su ecosistema, vivieron un proceso de crecimiento económico y aumento de los puestos de trabajo gracias a que el mismo cuidado medioambiental permitió que emergieran empresas dedicadas a ese rubro.
El plan de reducción de desechos también asumió desde un principio una «total transparencia» con la comunidad, de forma que «todos se sienten parte de la solución», y por lo tanto, se genera mayor «compromiso en alcanzar las metas establecidas por el proyecto».
Esta misma transparencia es la que hoy busca el Acuerdo de Producción Limpia (APL), promovido por el Gobierno en 2011 y que comenzó evaluando la situación del pueblo de Ventanas y sus principales problemas, y definió «caminos posibles de acciones voluntarias tendientes a reducir el impacto ambiental y a mejorar la calidad de vida de sus personas». De esta forma, aseguran en el Ministerio del Medio Ambiente, se ha ordenado la información, se han conocido la problemática que sufre su ecosistema y las prácticas ambientales de las empresas.
Por su parte, hoy el proyecto de Green Bay está «más vivo que nunca», indica Katers, e incluso la localidad cuenta con un grupo de personas especialmente dedicado a educar a los más chicos, a hacer crecer a la red de cuidado del medio ambiente y a gestionar visitas de expertos internacionales para que «conozcan nuestra realidad y compartan información o sus costumbres verdes».
Cada cinco años se vuelven a juntar los principales actores de la comunidad para evaluar los avances, hacer una reevaluación de los objetivos y hacer un estudio de las nuevas tecnologías que pueden aplicar en sus empresas.
Este método les ha significado, por ejemplo, que en ocho años la demanda biológica de oxígeno -la cantidad que requieren los organismos para degradar los residuos- disminuyera en más de un 90%. La presencia de material particulado también sufrió una disminución dramática, hasta llegar a casi un 15% de lo que había originalmente; el oxígeno en el agua aumentó cinco veces; la concentración de fósforo disminuyó, y las algas dañinas de la bahía desaparecieron, por lo que regresaron las especies que habían desaparecido.
A pesar de estas mejoras, en Green Bay decidieron ir un poco más allá, e idearon una metodología para identificar, uno a uno y de acuerdo a su nivel de impacto (en un ranking ), todos los agentes contaminantes aún presentes en el ambiente (ver recuadro).
Así, la localidad del estado de Wisconsin es hoy una de las más sustentables del país, e incluso ha logrado exportar su metodología a otras ciudades, tal como hoy se busca exportarla a Ventanas, para dejar atrás una realidad que ha oscurecido su aire y su comunidad.
LOS DESECHOS COMO UNA OPORTUNIDAD
John F. Katers es profesor asociado del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Wisconsin, director del Instituto de Gestión Ambiental y Negocios de la misma casa de estudios, y además es director de Innovación de la empresa Encap, la cual exporta fertilizantes -provenientes de formulaciones a partir de residuos de diversas industrias- dentro de Estados Unidos y a todo el mundo.
Fue uno de los protagonistas y el articulador del proyecto que transformó a Green Bay en un ejemplo de ciudad sustentable, además de generar un modelo de trabajo que convirtió el problema de la contaminación en una oportunidad de negocios -incluso, formó su propia empresa que exporta residuos de plantas de celulosa previamente tratados.
Visitó Chile invitado por la Universidad del Desarrollo en el marco del programa de becas internacionales Fulbright, el cual fue creado por el ex senador norteamericano John William Fulbright y que depende del Departamento de Estado de ese país. La finalidad de este programa es potenciar el intercambio entre académicos a nivel binacional.
LOS PASOS QUE PODRÍAN REPLICARSE
EN VENTANAS Y QUE SALVARON A GREEN BAY
John F. Katers recomienda que luego de que todos los actores involucrados -tanto la comunidad de Ventanas como las autoridades regionales y las industrias que funcionan en el sector- se pongan de acuerdo en qué tipo de comunidad quieren formar, ya sea industrial, residencial, o una mezcla de ambas, y decidan cuáles son las prioridades para comenzar a limpiar el sector, el siguiente paso es establecer una hoja de ruta para dirigir sus acciones y recursos.
Tras esto, Katers advierte algunos puntos que pueden servir para trabajar el problema directamente, y que en Green Bay dieron resultados, y que podrían replicarse en Ventanas.
1) Idear una metodología para identificar, uno a uno, todos los agentes contaminantes presentes en el ambiente. De esta forma se podría generar, en un lapso no mayor a un mes y a través de la coordinación de las universidades, una matriz que incluya un ranking de acuerdo al nivel de impacto en el ambiente de cada agente tóxico, para luego atacarlos uno a uno.
2) Luego se podría trabajar en diez acciones llevadas a cabo en orden de importancia: reducir niveles de fósforo; distinguir la toxicidad de compuestos cancerígenos en sedimentos y sólidos para trabajar en su disminución; eliminar la toxicidad de las descargas industriales (las propias industrias deberían hacerse cargo de disminuir sus descargas porcentualmente en el tiempo); reducir los agentes químicos tóxicos de los sedimentos contaminados; llevar un control exhaustivo de la demanda biológica de oxígeno de las especies del sector; proteger los humedales y hábitats salvajes; reducir y controlar la población de animales exóticos; fomentar la población de los peces predadores; reducir los sólidos suspendidos y bajar la cantidad de bacterias y coliformes fecales.
por Felipe Indo y Juan José Lyon
Fuente:diarioelmercurio