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El 2020, otro año de Ventaja para el Cambio Climático

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La marcha implacable del cambio climático no se detuvo en 2020, que está en camino de ser uno de los tres años más cálidos registrados, aseguró este miércoles la Organización Meteorológica Mundial. Los científicos advierten que la década 2011-2020 será la más cálida de la historia, y desde 2015 se han roto récords de calentamiento cada año.

El reporte provisional del Estado del Clima 2020 resalta que las temperaturas en aumento no solo se extienden en la tierra, pero también en el océano, cuyo 80% experimentó al menos una ola de calor en 2020. Esto tuvo repercusiones generalizadas para los ecosistemas marinos que ya de por sí sufren por aguas más ácidas debido a la absorción de dióxido de carbono (CO2).

El informe, basado en las contribuciones de decenas de organizaciones y expertos internacionales, muestra cómo los eventos de alto impacto, incluidos el calor extremo, los incendios forestales y las inundaciones, así como la temporada récord de huracanes en el Atlántico, afectaron a millones de personas, agravando las amenazas para los seres humanos en términos de salud y seguridad y estabilidad económica que plantea la pandemia COVID-19.

Cambio climático: un año fuera de lo ordinario

“La temperatura global promedio en 2020 se establece en aproximadamente 1,2 ° C por encima del nivel preindustrial (1850-1900). Existe al menos un 20% de posibilidad de que supere temporalmente los 1,5 °C para 2024”, expresó el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

El Acuerdo de París firmado en 2015 busca limitar el calentamiento a menos de 2ºC, y los científicos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático han advertido que alcanzar los 1,5ºC ya de por sí traerá catástrofes ecosistémicas como la desaparición de los arrecifes de coral. Taalas explicó que los anteriores años con calor récord generalmente han coincidido con un fuerte episodio de El Niño, como fue el caso en 2016.

“Ahora estamos experimentando un fenómeno de La Niña, que tiene un efecto de enfriamiento en las temperaturas globales, pero no ha sido suficiente para frenar el calor de este año”, dijo. A pesar de las condiciones actuales de La Niña, este año ya ha mostrado un calor casi récord comparable al récord anterior de 2016.

“El 2020 ha sido, lamentablemente, otro año extraordinario para nuestro clima. Vimos nuevas temperaturas extremas en tierra, mar y especialmente en el Ártico. Los incendios forestales consumieron vastas áreas en Australia, Siberia, la costa oeste de Estados Unidos y América del Sur, enviando columnas de humo que circunnavegaron el mundo. Vimos un número récord de huracanes en el Atlántico, incluidos consecutivos de categoría 4 sin precedentes en América Central en noviembre. Las inundaciones en partes de África y el sudeste asiático provocaron un desplazamiento masivo de la población y socavaron la seguridad alimentaria de millones”, explicó el director de la OMM.

Datos clave del informe sobre cambio climático
Temperaturas

La temperatura media mundial de enero a octubre de 2020 fue de alrededor de 1,2 ° C por encima de la línea de base de 1850-1900, utilizada como una aproximación de los niveles preindustriales. Es muy probable que 2020 sea uno de los tres años más cálidos registrados a nivel mundial. Los registros de temperatura modernos comenzaron en 1850.

El calor más notable se observó en el norte de Asia, en particular en el Ártico siberiano, donde las temperaturas estuvieron a más de 5 ° C por encima del promedio. El calor siberiano culminó a finales de junio, cuando alcanzó los 38,0 ° C en Verkhoyansk el día 20, la temperatura más alta conocida en cualquier lugar al norte del Círculo Polar Ártico. Esto alimentó la temporada de incendios forestales más activa en un registro de datos de 18 años, según lo estimado en términos de emisiones de CO2 liberadas por los fuegos.

Otras áreas notables de calentamiento incluyen áreas limitadas del suroeste de los Estados Unidos, partes del norte y el oeste de América del Sur, partes de América Central y áreas más amplias de Eurasia, incluidas regiones de China. En Europa, se registró el período de enero a octubre más cálido registrado.

Hielo marino

Desde mediados de la década de 1980, el Ártico se ha calentado al menos dos veces más rápido que el promedio mundial, reforzando una larga tendencia a la baja en la extensión del hielo marino del Ártico en verano, que tiene repercusiones en el clima de las regiones de latitudes medias.

El hielo marino del Ártico alcanzó su mínimo anual en septiembre como el segundo más bajo en el récord de satélites de 42 años. El hielo marino del Ártico en julio y octubre de 2020 fue el más bajo registrado. Asimismo, el hielo marino en el mar de Laptev ha sido excepcionalmente bajo durante la primavera, el verano y el otoño, y la Ruta del Mar del Norte estuvo libre de hielo o casi sin hielo de julio a octubre de 2020.

En contraste, el hielo antártico en 2020 estuvo cerca o ligeramente por encima de la media de 42 años. Groenlandia continuó perdiendo hielo, perdiendo 152 gigatoneladas este año, aunque a una tasa más lenta que en 2019.

Aumento del nivel del mar y calor del océano

El contenido de calor del océano para 2019 fue el más alto registrado en los conjuntos de datos que se remontan a 1960. El informe indica que “hay una señal clara” de una absorción de calor más rápida en las últimas décadas. Más del 90% del exceso de energía que se acumula en el sistema climático como resultado del aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero va al océano.

En promedio, desde principios de 1993, la tasa media global de aumento del nivel del mar basada en la altimetría asciende a 3,3 ± 0,3 mm por año. La tasa también ha aumentado durante ese tiempo. Una mayor pérdida de masa de hielo de las capas de hielo es la principal causa de este incremento.

El nivel promedio del mar en todo el mundo en 2020 por ahora es similar al de 2019 y coherente con la tendencia a largo plazo. El desarrollo de las condiciones de La Niña ha llevado a una pequeña caída reciente en el nivel del mar, algo que también ha sido asociado con eventos anteriores de este fenómeno.

Las tendencias regionales más fuertes desde 1993 a enero de 2020 se ven en el hemisferio sur: al este de Madagascar en el Océano Índico; al este de Nueva Zelanda en el Océano Pacífico; y al este de Rio de la Plata en América del Sur en el Atlántico sur.

La acidificación del océano

Otra amenaza para los ecosistemas marinos es la acidificación del océano que también está aumentando. El océano absorbe alrededor del 23% de las emisiones anuales de CO2 antropogénico de la atmósfera, lo que ayuda a paliar los impactos del cambio climático en el planeta.

Los costos ecológicos de este proceso para el océano son altos, ya que el CO2 reacciona con el agua de mar bajando su pH; un proceso conocido como acidificación. Se ha detectado una disminución en el pH promedio en los sitios de observación disponibles entre 2015 y 2019. Una variedad más amplia de fuentes, incluidas las mediciones de otras variables, muestra también un aumento constante de la acidificación global de los océanos.

Este proceso afecta a muchos organismos y servicios de los ecosistemas, y es una amenaza a los sistemas de alimentación humanos al poner en peligro la pesca y la acuicultura. Los científicos explican que un problema particularmente en los océanos polares debido a la química oceánica de estas regiones frías.

También afecta la protección costera al debilitar los arrecifes de coral, que protegen las costas. A medida que aumenta la acidez del océano, también disminuye su capacidad para absorber CO2 de la atmósfera, lo que dificulta el papel del océano en la moderación del cambio climático.

Datos sobre eventos de alto impacto de cambio climático
Inundaciones

El estudio recalca que graves inundaciones afectaron a muchos millones de personas en África oriental y el Sahel, Asia meridional, China y Vietnam.

Kenia y Sudán fueron los más afectados en África, con 285 y 155 muertes registradas respectivamente. El lago Victoria alcanzó niveles récord en mayo, los ríos Níger y Nilo alcanzaron niveles récord en Niamey (Níger) y Jartum (Sudán). Las inundaciones también contribuyeron al peligroso brote de langostas en curso.

En el sur de Asia, la India experimentó una de las dos temporadas de monzones más húmedas desde 1994, agosto fue el mes más húmedo registrado en Pakistán y se observaron inundaciones generalizadas en toda la región (incluidos Bangladesh, Nepal y Myanmar).

En China, las fuertes lluvias persistentes en la cuenca del río Yangtze durante la temporada de monzones también causaron graves inundaciones. Las pérdidas económicas reportadas excedieron los 15 mil millones de dólares y se reportaron al menos 279 muertes durante ese período.

En Vietnam, las fuertes lluvias típicas de la llegada del monzón del noreste se vieron exacerbadas por una sucesión de ciclones tropicales y depresiones, ocho de las cuales tocaron tierra en menos de cinco semanas.

Calor, sequía e incendios

En 2020, una sequía severa afectó a muchas partes del interior de América del Sur, siendo las áreas más afectadas el norte de Argentina, Paraguay y las áreas fronterizas occidentales de Brasil. Las pérdidas agrícolas estimadas fueron cercanas a los 3000 millones de dólares solo en Brasil. Hubo una actividad significativa de incendios forestales en toda la región, pero fue más grave en los humedales del Pantanal en el oeste de Brasil.

En los Estados Unidos, los incendios más grandes jamás registrados ocurrieron a fines del verano y otoño. La sequía generalizada y el calor extremo contribuyeron a los incendios, y de julio a septiembre se registraron los días más calurosos y secos en el suroeste. El Valle de la Muerte en California alcanzó los 54,4 ° C el 16 de agosto, la temperatura más alta conocida en el mundo en al menos los últimos 80 años.

En el Caribe, las grandes olas de calor ocurrieron en abril y septiembre. Las temperaturas alcanzaron los 39,7 ° C en Veguitas el 12 de abril, un récord nacional para Cuba, mientras que La Habana también tuvo su día más caluroso con 38,5 ° C.

Australia batió récords de calor a principios de 2020, incluidas las temperaturas más altas observadas en un área metropolitana australiana, en el oeste de Sydney, cuando Penrith alcanzó los 48,9 ° C el 4 de enero.

En el Mediterráneo oriental, hubo récords históricos establecidos en Jerusalén (42,7 ° C) y Eilat (48,9 ° C) el 4 de septiembre, tras una ola de calor de finales de julio en el Medio Oriente en el que el aeropuerto de Kuwait alcanzó 52,1 ° C y Bagdad 51,8 ° C.

Ciclones tropicales y tormentas como consecuencia del cambio climático
El número de ciclones tropicales a nivel mundial fue superior al promedio en 2020, con 96 ciclones al 17 de noviembre en las temporadas del hemisferio norte de 2020 y del hemisferio sur de 2019-2020.

La región del Atlántico Norte tuvo una temporada excepcionalmente activa, con 30 ciclones tropicales al 17 de noviembre, más del doble del promedio entre 1981 y 2010, y rompiendo el récord de una temporada completa, establecido en 2005. En un momento en que la temporada normalmente está llegando a su fin, dos huracanes de categoría 4 tocaron tierra en Centroamérica en menos de dos semanas en noviembre, lo que provocó inundaciones devastadoras y muchas víctimas.

El ciclón Amphan, que tocó tierra el 20 de mayo cerca de la frontera entre India y Bangladesh, fue el más costoso registrado en el norte del Océano Índico, con pérdidas económicas registradas en la India de aproximadamente 14.000 millones de dólares estadounidenses. Las evacuaciones a gran escala de las zonas costeras de India y Bangladesh ayudaron a reducir el número de víctimas en comparación con ciclones anteriores en la región.

Riesgos e impactos del COVID-19

Durante el primer semestre de 2020 se registraron aproximadamente 10 millones de desplazamientos, en gran parte debido a peligros hidrometeorológicos y desastres, concentrados principalmente en el sur y sudeste de Asia y el Cuerno de África. En 2020, la pandemia de COVID-19 ha agregado una dimensión adicional a las preocupaciones por la movilidad humana.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos, más de 50 millones de personas han sido afectadas doblemente: por desastres relacionados con el clima (inundaciones, sequías y tormentas) y la pandemia de COVID-19 en 2020.

Los países de Centroamérica están sufriendo el impacto de los huracanes Eta e Iota, el COVID-19 y otras crisis humanitarias preexistentes. El Gobierno de Honduras estimó que se arrasaron 53 000 hectáreas de tierras de cultivo, principalmente arroz, frijoles y caña de azúcar.

Cambio climático: lecciones y oportunidades para mejorar la acción climática

Según el Fondo Monetario Internacional, la actual recesión mundial causada por la pandemia de COVID-19 dificulta la promulgación de las políticas necesarias para la mitigación, pero también presenta oportunidades para poner la economía en un camino más ecológico con el fin de impulsar la inversión en productos verdes y resilientes. infraestructura pública, apoyando así el PIB y el empleo durante la fase de recuperación.

“Este año es el quinto aniversario del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Damos la bienvenida a todos los compromisos recientes de los gobiernos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero porque actualmente no estamos en el camino correcto y se necesitan más esfuerzos”, dijo el secretario general de la OMM, Petteri Talas.

El informe provisional sobre el estado del clima global de 2020 se basa en datos de temperatura de enero a octubre. El informe final de 2020 se publicará en marzo de 2021.


Fuente/ONU
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El objetivo marcado por la UE para evitar el declive de los polinizadores no es suficiente, advierte estudio.

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Un nuevo estudio internacional muestra que los objetivos marcados por la Unión Europea (UE) para evitar la desaparición de los polinizadores no bastan para detener la pérdida de estos insectos, que son claves, no solo en mantener la biodiversidad, sino también en sostener la producción agrícola.


El trabajo, que aparece publicado en la revista Science y que ha contado con la participación de grupos de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), insta a aumentar la extensión de los hábitats naturales dentro de la superficie agraria, así como garantizar su calidad y permanencia a largo plazo.

La Estrategia de la Biodiversidad de la UE indica que, para proporcionar espacio a los animales y plantas silvestres, a los polinizadores y a los reguladores naturales de plagas, “urge que al menos el 10 % de la superficie agraria vuelva a estar ocupada antes de 2030 por elementos paisajísticos de gran diversidad”.

Aquí se incluyen, entre otros, las franjas de protección, las tierras retiradas de la producción sobre la base o no de la rotación, los setos, los árboles no productivos, los muros de terraza y los estanques.

Este compromiso del 10 %, según el equipo investigador, no es suficiente para garantizar la supervivencia de los polinizadores. Para llegar a estas conclusiones, el equipo científico examinó cómo el área y la calidad de los hábitats naturales influyen en las poblaciones de distintos polinizadores.

El estudio, basado en 59 investigaciones en 19 países, muestra que las abejas solitarias necesitan un 16 % de hábitat natural en zonas agrícolas, los abejorros un 18 % y las mariposas un 37 % para lograr una protección efectiva.

El estudio confirma una regla sencilla: cuanto más hábitat natural hay en zonas agrícolas, mayor es la presencia de polinizadores. Los resultados revelaron también que los hábitats con mayor abundancia de plantas con flores también albergan más polinizadores de todos los grupos.

Imagen de Photorama en Pixabay

Sin embargo, la calidad del hábitat no siempre compensa la falta de espacio disponible. “Hemos visto que, aunque la calidad de estas áreas sea alta, si no se alcanza el mínimo de hábitat natural resulta imposible mantener poblaciones de polinizadores sanas”, explica Ignasi Bartomeus, investigador del CSIC en la EBD-CSIC.

En este sentido, el equipo científico insiste en que lo esencial es ampliar primero la extensión de los hábitats naturales. “Es mejor concentrarse primero en aumentar el área de los hábitats naturales, en lugar de gestionar pequeños hábitats, incluso cuando tienen muchas flores”, afirma Gabriella Bishop, primera autora del estudio e investigadora de la Universidad de Wageningen.

Calidad y permanencia de los hábitats

El trabajo también advierte de que aumentar significativamente la extensión de los hábitats naturales no basta si no se asegura la calidad y permanencia de los nuevos hábitats a largo plazo.

La conservación de polinizadores en Europa se centra en gran medida en medidas temporales en pequeñas áreas de tierras productivas, como la creación de franjas de flores silvestres junto a los cultivos. Investigaciones anteriores han demostrado que esto sí genera un aumento temporal de insectos y polinizadores, pero no ofrecen una solución duradera.

“Hay cultivos, como muchos frutales, en los que conservar la biodiversidad dentro de las fincas es compatible con una alta producción agrícola, pero en otros cultivos más intensivos, como el girasol, se necesitan compensaciones económicas por destinar tierras cultivables a mantener la biodiversidad”, explica Bartomeus.

De ahí que el equipo científico insista en la necesidad de mecanismos de apoyo estables para el sector agrícola. José Luis González Andújar, del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) y también firmante del artículo, señala que “para que se produzca una transformación real, es necesario reconocer económicamente a los agricultores que destinen parte de sus tierras a generar y conservar espacios naturales. Este esfuerzo debe mantenerse durante, al menos, dos décadas; de lo contrario, la falta de estabilidad generaría inseguridad en el sector agrícola y los polinizadores apenas obtendrían ventajas”.

“Hacer una transición a una agricultura más sostenible requiere pensar qué paisajes queremos tener, y eso involucra tener en cuenta tanto la parte ecológica, económica y social del paisaje”, concluye el investigador de la EBD-CSIC Ignasi Bartomeus.

La investigación se ha realizado en el marco del proyecto europeo SHOWCASE, financiado por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea, que busca crear sinergias para integrar la conservación de la biodiversidad en las prácticas agrícolas.

Referencia:

Gabriella A. Bishop, David Kleijn, Matthias Albrecht, Ignasi Bartomeus et al. «Critical habitat thresholds for effective pollinator conservation in agricultural landscapes». Science.

 



Fuente/CSIC/ SINC/Derechos: Creative Commons.
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¿Hemos superado realmente el umbral de 1,5 °C de calentamiento marcado por el Acuerdo de París?

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El informe sobre el estado del clima de 2024 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que la temperatura media anual global en 2024 fue 1,55 °C superior al promedio del periodo 1850-1900, que se toma como referencia para medir el calentamiento del planeta.


La temperatura media global superó los 1,5 °C brevemente durante un mes o más en 2016, 2017, 2019, 2020 y 2023. Sin embargo, el año pasado fue el más cálido en los 175 de los que se tienen registro. ¿Pero significa todo esto que ya hemos sobrepasado los 1,5 ºC que establece como umbral el Acuerdo de París?

Las ambigüedades del Acuerdo de París

El Acuerdo de París, aprobado en la conferencia sobre cambio climático de la ONU de 2015 (la COP21), hace ya más de diez años, determina que se debe “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático”.

Se trata de un acuerdo político-diplomático entre los países que han ratificado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

No obstante, su redacción contiene ambigüedades y genera dos preguntas fundamentales:

  • ¿Qué significa “respecto a los niveles preindustriales”? Pues este período define la temperatura base de referencia para poder delimitar sus incrementos, sus variaciones, sin ambigüedad.
  • ¿Cuándo se considerará que la temperatura ha superado los 1,5 ºC de aumento? Es decir, ¿durante cuánto tiempo debe sobrepasarse ese umbral?
Gráfica que muestra un aumento de la temperatura entre 1850 y 2024
 
Anomalías anuales de la temperatura media mundial en relación con los niveles preindustriales (1850-1900) desde 1850 hasta 2024. Datos de las fuentes que indica la leyenda/Estado Global del Clima 2024, CC BY-SA

¿Qué se considera “periodo preindustrial”?

El nivel preindustrial se refiere a la temperatura media global antes de la Revolución Industrial, que se utiliza como referencia para los efectos del calentamiento global. El CMNUCC encargó al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que definiera qué se consideraría como niveles preindustriales: la respuesta fue el Informe Especial sobre Calentamiento Global de 1,5 °C.

El periodo escogido fue del año 1850 al 1900, cincuenta años. Su selección se debe a que representa el tiempo durante el que se dispone de observaciones con suficiente calidad de las temperaturas superficiales de la tierra y el océano, lo que permite una comparación precisa. Además, la temperatura del aire global fue relativamente estable, con una media aproximada de 13.84 °C.

Con una influencia humana en el clima todavía relativamente pequeña antes del uso progresivo e intensivo de los combustibles fósiles, se consideró como una buena referencia para poder valorar el efecto de las actividades humanas.

Este período aumenta en 20 años el período clásico de 30 años definido por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que resulta de los datos promediados y denominados normales climatológicas estándar de la OMM, que habían sido definidos ya en el año 1872.

Un aumento de la temperatura sostenido durante 20 años

Lo cierto es que todavía no podemos afirmar que hemos superado el umbral de los 1,5 °C tal y como establece el Acuerdo de París.

Las temperaturas globales no aumentan de forma gradual. Debemos considerar la diferencia entre la variabilidad natural del clima –por los fenómenos de El Niño y por la actividad volcánica– y la variabilidad que define su tendencia en el tiempo –el actual proceso de calentamiento–. El sistema climático oscila en diferentes escalas de tiempo con frecuencias temporales a corto y largo plazo.

Imagen-de-Gerd-Altmann-en-Pixabay.

Por tanto, la cifra de 1,5 °C se refiere a un calentamiento planetario promedio sostenido, no solo al valor de un solo año, que por sí solo podría ser anómalamente más cálido o más frío que el promedio a largo plazo. Pero ¿por cuánto tiempo debe mantenerse ese aumento de la temperatura para considerarlo una tendencia?

La Segunda Revisión Periódica del objetivo global a largo plazo de la Convención aclaró que “el objetivo se evalúa a lo largo de décadas” (COP22 de Sharm el-Sheikh, Egipto, en 2022). El IPCC, en su informe sobre las bases físicas del cambio climático, define el momento de superación como “el punto medio del primer período de 20 años en el que la temperatura global del aire en superficie promedia más que la temperatura umbral”. El uso de este promedio ayuda a garantizar que las tendencias del calentamiento se deban a la intervención humana y no a variaciones naturales.

Así, habrá que esperar 20 años para confirmar si superar el umbral de 1,5 °C se mantiene como una tendencia. La humanidad solo sabrá con certeza si hemos alcanzado el límite del Acuerdo de París en retrospectiva. Lo que implica el riesgo de retrasar su reconocimiento y la correspondiente reacción.

Hace falta consenso.

El calentamiento se está acelerando. En el informe de 2021 del IPCC se indicaba, en casi todos los escenarios de emisiones, un alcance de los 1,5 °C “a principios de la década de 2030”. Y, el reciente informe de la OMM Actualización Climática Anual Decenal Global 2025-2029  indica que es probable (con un 70 % de probabilidad) que la media quinquenal de 2025-2029 supere los 1,5 °C.

Abordar la cuestión de cuándo entraremos en un período de 20 años con un calentamiento promedio de 1,5 °C no es, por lo tanto, solo un ejercicio de seguimiento del registro de temperatura global. Tiene una relevancia fundamental para la gestión de riesgos climáticos y la planificación de la adaptación.

Evaluar el aumento de la temperatura media global utilizando el calentamiento promedio de las últimas décadas retrasará el reconocimiento formal de cuándo la Tierra supera el límite de 1,5 °C. Esto probablemente genere distracciones y retrasos justo cuando la acción climática es más urgente.

Se necesita definir y acordar una métrica única y consensuada que describa claramente la superación del umbral de 1,5 °C –ya existen algunas alternativas– y anticipar los acontecimientos que lo precederán. Los impactos asociados serán graves. Tal aumento podría parecer una realidad lejana, pero podríamos estar alcanzándolo antes de lo que imaginamos de acuerdo a las observaciones ya disponibles.

La ocurrencia del primer año con un calentamiento de 1,5 °C implicaría que el período de 20 años que alcanza el objetivo inferior del Acuerdo de París ya ha comenzado y que los impactos esperados con este nivel de calentamiento ya se están manifestando.

 




Fuente/The Conversation (Creative Commons)
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Nuevas reglas para fomentar la captura de carbono y alcanzar el objetivo de cero emisiones

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El reto de combatir el cambio climático ha evidenciado la necesidad de promover diversas medidas para alcanzar la neutralidad climática, es decir, que las emisiones netas de gases de efecto invernadero sean cero.


En los últimos meses, tanto en España como en Europa se han aprobado distintas normativas encaminadas a fomentar la certificación de absorciones obtenidas a través de proyectos de captura de carbono en una amplia diversidad de ecosistemas. Esto ha abierto un arcoíris de colores para el carbono en función del lugar donde es capturado: verde en ecosistemas terrestres; azul en ecosistemas marinos; verdeazulado en humedales de agua dulce; púrpura a través de captura directa del aire o en industrias; y blanco y rosa según si es capturado en salinas o en ecosistemas de algas calcáreas.

Sin embargo, ¿qué requisitos deberían cumplir esos estándares de certificación que fomentan la venta de absorciones en el llamado mercado voluntario de carbono para ser realmente útiles y evitar el “ecopostureo? Este mercado voluntario permite a promotores privados y públicos compensar sus emisiones de dióxido de carbono (su huella de carbono) con la compra de créditos de carbono generados a través de proyectos de absorción certificados.

¿Cómo afrontamos el cambio climático?

La reducción drástica a nivel global en las emisiones de gases de efecto invernadero debe ser la principal medida si queremos mantener el incremento en la temperatura por debajo de los niveles fijados desde el Acuerdo de París. Aunque aún estamos lejos de dicho objetivo, Europa ha liderado en los últimos años el camino a través de diversas normativas dirigidas a lograr la neutralidad climática para el año 2050.

Imagen de GreenCardShow en Pixabay

Sin embargo, como advierten desde la Unión Europea y desde el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), para poder obtener cero emisiones netas de CO₂ será necesario incrementar de forma significativa las absorciones de CO₂ de la atmósfera en reservorios a largo plazo. El objetivo es contrarrestar tanto las emisiones difusas –aquellas liberadas a la atmósfera desde fuentes que no están concentradas en un solo punto, como chimeneas, sino que se dispersan en un área más amplia– como las residuales, que persisten incluso después de implementar las mejores tecnologías y prácticas disponibles para reducir la contaminación.

¿Cómo lograr la neutralidad climática?

Para lograrlo, cualquier empresa o administración pública debería poder medir su huella de carbono a través de protocolos estandarizados. Posteriormente, debería diseñar planes de reducción de dichas emisiones tanto a corto como a medio plazo.

Una vez reducidas al mínimo, el siguiente paso es compensar las mismas a través del fomento de actividades que conlleven una captura de gases de efecto invernadero a largo plazo. Estas suelen expresarse en forma de capturas en toneladas de CO₂-equivalente, tras la conversión del poder calorífico en la atmósfera de los distintos gases de efecto invernadero a unidades de CO₂.

A nivel europeo, la tipología de proyectos y actividades que se podían incluir dependía de la normativa de cada país, ya que, hasta la reciente aprobación del Reglamento (UE) 2024/3012, no existía un marco regulatorio común. Este documento recoge proyectos y actividades que mejoran el almacenamiento de CO₂ a largo plazo en depósitos geológicos, terrestres y marinos.

Integra, además, aquellas actividades que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, como las derivadas del cambio en el uso del suelo, gestión de turberas o mejoras en las prácticas agrícolas. También incluye actividades que fomenten la captura de CO₂ en productos con una vida larga.

Marco o estándar de certificación de absorciones de carbono

Para que cualquiera de estas actividades sea considerada, debe someterse a un marco de certificación o a un estándar que defina de forma clara su tipología. También debe determinar los actores que intervienen en el proceso, los plazos y documentación requeridos en los distintos procedimientos, las metodologías utilizadas para estimar  y verificar las capturas obtenidas, dónde quedarán registradas esas absorciones y cómo pueden utilizarse, etcétera.

Al fin y al cabo, un estándar no es más que un conjunto de reglas que pretende dar una garantía y seguridad jurídica tanto a quien promueve la actividad, como a quien adquiere esas absorciones para compensar sus emisiones. Además, también debe generar seguridad y confianza a los ciudadanos que toman decisiones en función de las políticas de responsabilidad ambiental de las empresas.

Entre los puntos más importantes que deben incorporar estos estándares destacan el establecimiento de los criterios que aseguren la adicionalidad de la actividad. Es decir, deben asegurar que el proyecto genera un incremento neto en capturas de carbono, que no se desarrolla por una obligación legal y que sin la financiación proveniente de los créditos de carbono generados no se llevaría a cabo el mismo.

Imagen de nosita en Pixabay

También es importante que definan claramente el periodo durante el cual las absorciones de CO₂ atmosférico son atribuibles al proyecto (periodo de crédito) y el tiempo en el que el promotor del proyecto se compromete a velar por la integridad de las absorciones de carbono capturadas (periodo de permanencia). Además, deben incluir las metodologías necesarias para llevar a cabo la verificación y certificación de las absorciones conseguidas, así como su seguimiento, y evitar la doble contabilidad de las absorciones certificadas.

Sin un establecimiento claro de estos aspectos podrían desarrollarse actividades que generaran absorciones fantasmas o con nula utilidad climática. Es decir, proyectos de absorción donde no existe adicionalidad, y por lo tanto, no se logra una reducción neta de las emisiones y/o se certifican absorciones inexistentes.

Las novedades del reglamento europeo

La mayoría de estos aspectos son tratados en el nuevo Reglamento (UE) 2024/3012 del Parlamento Europeo. No obstante, existen muchas incertidumbres sobre distintos aspectos que deberán irse solventando en próximas fechas. A pesar de ello, esta nueva normativa tiene aspectos novedosos al incluir por primera vez a nivel europeo las capturas producidas en ecosistemas marinos y costeros, responsables de más del 50 % del enterramiento de carbono a nivel global. Algo que, replicado recientemente a nivel nacional a través del Real Decreto 214/2025, ya fue abordado de un modo pionero por la Junta de Andalucía hace algo más de dos años, con la publicación del Estándar andaluz de carbono para la certificación de créditos de carbono azul. Esta iniciativa ha permitido poner en marcha el primer proyecto de absorción de carbono azul en Europa certificado por una administración pública.

Sin perder de vista un objetivo: la sostenibilidad

El reglamento europeo incluye, además, una salvaguarda para evitar el ecoposturero y fomenta la obtención de beneficios secundarios en la ejecución de este tipo de actividades en relación con los objetivos de sostenibilidad. Por ejemplo, se fomenta que los proyectos incrementen los beneficios directos e indirectos que recibe el ser humano de los ecosistemas (las funciones y servicios ecosistémicos), así como la obtención de mejoras tangibles en las comunidades locales donde se desarrolle el proyecto.

Tengamos en cuenta que el foco de atención está actualmente en el carbono, y debe utilizarse como paraguas para mejorar la gestión y conservación de nuestros ecosistemas, permitiendo una entrada de financiación privada para desarrollar conservación pública. Sin embargo, hay que evitar que se convierta en una herramienta vacía o especulativa porque, como ya decía el refrán, «no es carbono todo lo que reluce”.

 



Fuente/The Conversation
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COP15 Ramsar: Chile postula red de ecosistemas costeros de la Región de Atacama como humedales de importancia internacional

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La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas se encuentra participando de la 15° Conferencia de las partes de Ramsar, en Zimbabue, donde lidera una agenda que incluye la presentación de los avances de nuestro país en la protección de ecosistemas acuáticos y el trabajo realizado en el marco de la red de salares protegidos impulsada por el Gobierno del Presidente Gabriel Boric  


En el marco de su intervención en el plenario de la 15° Conferencia de las Partes Ramsar que se celebra en Victoria Falls, Zimbabue, la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, anunció este jueves la postulación de una red de 4 humedales costeros de la Región de Atacama para que sean reconocidos como humedales de importancia internacional (sitios Ramsar). 

Se trata de Desembocadura del Río Copiapó, el Humedal Costero Totoral, la Desembocadura Río Huasco y el Humedal Carrizal Bajo que en total suman al menos 127 hectáreas. Estos se ubican en una zona semiárida al sur del Desierto de Atacama, que destaca por estar dentro de las 25 zonas hot spots con mayor diversidad biológica del mundo por su gran gama de especies de flora y fauna y su alto endemismo.  

«Nuestro planeta enfrenta una triple crisis de cambio climático, de pérdida de biodiversidad y de contaminación que afecta a todos nuestros ecosistemas, entre ellos, a los humedales costeros, urbanos y turberas. Estos ecosistemas cumplen múltiples funciones como reservas estratégicas de carbono, barreras naturales ante inundaciones y fuentes de agua limpia para nuestras comunidades, pero se encuentran gravemente amenazados”, expresó la autoridad en el plenario de este evento internacional.   

La ministra explicó que “el reconocimiento de esta red de humedales como sitios Ramsar permitirá a nuestro país preservar estos frágiles ecosistemas a través de nuevas y eficaces herramientas que mantengan sus características ecológicas, promoviendo el cuidado de la biodiversidad biológica y las fuentes de agua, lo que es clave en la mitigación al cambio climático y el futuro de la humanidad”.  

En concreto, esta red de humedales costeros de la Región de Atacama propuesto por Chile “aportará a la ruta de aves migratorias, humedales, flora y fauna endémica de Atacama, especies en problemas de conservación, la recarga de aguas subterráneas, servicios ecosistémicos como turismo, y la conservación de valiosos sitios paleontológicos”, dijo la autoridad.  

La Seremi del Medio Ambiente de Atacama, Natalia Penroz, indicó que “esta es una muy buena noticia para la región, poder contar con un segundo Sitio Ramsar, reconociendo el valioso patrimonio natural que tenemos, los humedales costeros, donde en los últimos años hemos hecho un esfuerzo para poder dar algún grado de protección a todos ellos y este anuncio viene a respaldar y potenciar este trabajo”.

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COP15 Convención Ramsar  

La ministra Rojas también destacó el carácter diverso y representativo de la delegación chilena que participa en esta COP15, la que “refleja el compromiso de nuestro país con la protección de los humedales”. Esta incluye al senador Alfonso de Urresti, a la alcaldesa de Valdivia Carla Antmann, a representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Ministerio del Medio Ambiente, como también de la organización Comunidad Humedal, de la Fundación Kennedy, del Centro de Humedales Río Cruces de la Universidad Austral y del Centro de Desarrollo Sostenible de la Pontificia Universidad Católica de Chile.  

Cabe recordar que la Convención Ramsar es un acuerdo internacional de carácter multilateral que promueve la conservación y el uso racional de los humedales. Actualmente, se erige como el único tratado a nivel mundial que se centra en un “único ecosistema” y constituye una instancia en la que los países se comprometen a avanzar en ciertos objetivos generales como la designación de sitios para incluirlos en la Lista Ramsar de “humedales de importancia internacional”. Esto último coincide con el anuncio dado a conocer esta jornada por la ministra Rojas.   

Chile es parte de este instrumento internacional desde 1981 y hasta ahora tiene 16 sitios Ramsar designados a nivel nacional, que suman 363.927 ha.  

Fotos (créditos: Francisco Morey)



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Sistema frontal aliviará los menores niveles de los embalses para generación eléctrica acumulados a mayo

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El último estudio realizado por el Coordinador Eléctrico Nacional sobre la seguridad del abastecimiento para los próximos 12 meses, descartó riesgos para el suministro de energía en el país. Sin embargo, sólo tres de los nueve embalses destinados a generación se encuentran en niveles sobre el 50% de sus cotas mínimas.


El sistema frontal que está afectando a la zona central permitirá elevar no sólo la disponibilidad de agua, sino que también mejorar la capacidad de generación hidroeléctrica en el país. Y es que si bien los embalses destinados a la producción de energía hidráulica no enfrentan una situación crítica, ni tampoco existen riesgos para el suministro de energía de acuerdo a los modelos del Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), lo cierto es que la cantidad de energía embalsada exhibe un descenso en comparación al registro de hace un año.

De esta forma, el nivel de la energía gestionable que consideran los embalses destinados a la generación eléctrica acumulaba un total de 1.130,1 GWh hasta este martes. A la misma fecha de 2024 ese valor alcanzaba los 1.372,8 GWh, lo que constituye un 18% menos entre un año y otro. Sin embargo, ello no implica que existan riesgos para el suministro de energía eléctrica, ya que según el último Estudio de Seguridad de Abastecimiento -un informe mensual que elabora el mismo Coordinador-, para el período entre mayo 2025 y abril 2026 no existen déficits de energía en el horizonte de proyección.

El informe, que modela ocho escenarios distintos -entre ellos condiciones hidrológicas desfavorables, indisponibilidades en unidades generadoras de mayor tamaño en ubicaciones relevantes y la indisponibilidad de un tramo del sistema de transmisión importante para el Sistema Eléctrico Nacional-, sostiene que “para las condiciones y escenarios considerados en el presente estudio, no se obtiene déficit de energía durante el horizonte analizado”.

Eso sí, el nivel de energía embalsada que se consideró para la confección de dicho informe era mayor al existente previo al sistema frontal. El documento detalla que sus supuestos se realizaron considerando los 1.616,6 GWh de energía acumulada en embalses al 22 de mayo. Ello reflejaba una diferencia negativa de sólo 2% frente a los 1.650,2 GWh registrados en 2024 a igual fecha.

Con todo, según las últimas estadísticas del Coordinador sobre las cotas de los embalses, sólo tres de los nueve destinados a generación se encuentran en niveles sobre el 50% de sus cotas mínimas.

En concreto, hasta las 08:OO horas de este miércoles, la situación de los embalses y sus centrales hidroeléctricas era la siguiente: Lago Chapo (Canutillar), se encuentra con un nivel del 48% respecto a su cota mínima; Embalse Rapel (Rapel), con el 1%; Laguna La Invernada (Cipreses), con 57%; Embalse Melado (Pehuenche), con 9%, Embalse Colbún (Colbún), con 41%; Laguna Laja (El Toro), con 41%; Embalse Ralco (Ralco), con 0%; Embalse Pangue (Pangue), con 62%, y Laguna del Maule, con 53%.

Todo lo anterior arroja que, previo a la llegada del sistema frontal, los embalses registraban un nivel de excedencia del 82%. Ello quiere decir que, del total de la estadística desde el año 1960 a la fecha, el 82% fue igual o más húmedo -o lluvioso- que lo registrado al presente año.

Gabriel Olmedo, coordinador de Riesgo de Evol Services, refrenda esto señalando que “durante el año hidrológico 2023-2024 tuvimos un repunte importante en los niveles de embalse por una mayor presencia del fenómeno del niño. Hoy esa situación ha cambiado”.

“Pese a que la energía embalsada este año no tiene muchas diferencias respecto al 2024, nos encontramos en un punto de inflexión de cara al segundo semestre de este año”, enfatiza.

En el análisis de Olmedo, el promedio de las precipitaciones anotó una disminución de un 32,16% en lo que va del año. Ello, detalla, repercute en los costos del SEN.

“La disponibilidad del recurso hídrico repercute principalmente en el costo del agua en los embalses que asigna el Coordinador Eléctrico Nacional en sus programas de operación del sistema eléctrico. Si es que la expectativa de un año seco aumenta, entonces el precio del agua también lo hará, y viceversa”, afirma.

No obstante, Olmedo remarca que si bien los costos marginales de la energía se encuentran más altos en comparación al año anterior, ello se debe “principalmente por razones operacionales relativas a los sistemas de transmisión”.

“Si bien febrero y marzo estuvieron marcados por una mayor generación térmica, el apagón del 25 de febrero llevó al Coordinador a imponer restricciones operacionales por motivos de seguridad que redujeron las inyecciones de fuentes renovables, lo que encareció la operación del sistema. Con todo, el costo marginal de la energía ha aumentado cerca de un 34% si uno mira los meses que han marcado mayores diferencias, como febrero, marzo y abril”, agrega.

Otro factor que incide, según el experto, es la evolución de precios de los combustibles, marcada por la volatilidad asociada a la guerra arancelaria entre China y Estados Unidos, especialmente en el gas natural.


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