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POR QUÉ NO FUNCIONAN LAS ACTUALES MEDIDAS CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

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La palabra del año 2019 según el diccionario de Oxford fue emergencia climática. Varios gobiernos aprobaron declaraciones que admitían que la crisis climática se había convertido en una verdadera emergencia. ¿Qué consecuencias ha tenido esa declaración? ¿Son efectivas las medidas que abanderan la lucha contra el cambio climático?


Tratados internacionales sobre emisiones

En el año 2019 se emitieron 41 gigatoneladas (Gt) de CO₂. Al año siguiente nos topamos con la covid-19 y el ralentizamiento de la actividad económica repercutió en un descenso de las emisiones hasta las 38,5 Gt.

Una vez pasada la peor parte de la pandemia, la actividad económica se recuperó y en el año 2022 se emitieron 40,5 Gt de CO₂, prácticamente las mismas emisiones que antes de las declaraciones de emergencia climática en 2019. En situaciones de emergencia, como los incendios o las paradas cardiorrespiratorias, se debe actuar de forma inmediata, algo que no parece haber ocurrido en este caso.

En 2015, se firmaron los llamados Acuerdos de París, un pacto para limitar el calentamiento global a 2 ℃ y, preferentemente, a 1,5 ℃. En ese momento, las emisiones eran de 39,5 Gt de CO₂, 1 Gt por debajo de las emisiones actuales.

Podemos seguir retrocediendo en el tiempo para estudiar la efectividad de las grandes declaraciones y acuerdos internacionales. Bajo el protocolo de Kyoto (1997) 37 países industrializados (principalmente los europeos) acordaban reducir sus emisiones un 5 % durante el periodo 2008-2012 con respecto de los niveles de 1990.

Europa bajó sus emisiones territoriales de CO₂, pero a expensas del aumento de las importaciones y la deslocalización de la industria. Kyoto se fijaba en la producción de CO₂, no en el consumo. Las emisiones globales aumentaron desde las 27 Gt en 1990 hasta las 39 Gt del año 2012. Sin embargo, Europa podía presumir, aunque de forma espuria, de haber logrado disminuir sus emisiones. En realidad, tan solo redujo la producción de carbono, pero no su consumo.

Hacia los 2,5 ℃ de calentamiento

La idea de la emergencia climática cobró fuerza tras la Asamblea General de la ONU de 2019 donde se transmitió la sensación de que el tiempo para actuar se acababa y se argumentó que 2030 era el último año para prevenir el daño irreversible creado por el cambio climático. Esta fecha tiene su origen en el informe especial que el panel de la ONU sobre cambio climático (IPCC) había publicado en 2018. Según este informe, para lograr limitar el calentamiento a 1,5 ℃ “sería necesario que las emisiones netas globales de CO₂ de origen humano disminuyeran en 2030 alrededor de un 45 % respecto de los niveles de 2010”.

A día de hoy resulta poco probable que las emisiones de CO₂ se reduzcan por debajo de lo necesario para lograr limitar el calentamiento a 1,5 ℃. Con los acuerdos firmados actualmente, el calentamiento sería de 2,5 ℃ en 2030 y de 3,2 ℃ a finales de siglo.

Se considera que, si la temperatura media global aumenta por encima de los 2 ℃, las consecuencias serían devastadoras. El clima asienta las bases sobre las que se establece cualquier sociedad. Cualquier sacudida climática se traslada a nuestra economía instantáneamente. Los cultivos, la disponibilidad de agua y alimentos, la salud, la industria… todo lo que hacemos y de lo que dependemos para vivir está íntimamente relacionado con el clima. Por tanto, mucha gente sufrirá y, sobre todo, los más vulnerables.

Por qué no lograremos bajar las emisiones

Las medidas que estamos tomando para hacer frente al cambio climático son extremadamente ineficientes. El programa estrella para la descarbonización de la economía es el sistema de intercambio de emisiones (SIE), una herencia de Kyoto. Desde su primera implementación en el año 2005 este sistema ha repercutido en una disminución anual de las emisiones territoriales europeas del 1,5 %. Esto quiere decir que la reducción de las emisiones de la Unión Europea, quien a día de hoy lidera dicha reducción, sería del 10 % en el año 2030. Muy lejos de la reducción del 45 % que pedía el informe del IPCC. Y eso sin contabilizar las fugas derivadas de deslocalizar las emisiones.

El SIE se ha convertido en un instrumento para repartir beneficios extraordinarios entre muchos sectores empresariales. Los windfall profits, como se denominan en inglés, surgen de fallos en su diseño.

En las primeras fases de la implementación en la Unión Europea, los derechos de emisión eran gratuitos para las empresas, pero estas sí repercutían el precio del carbono en el cliente, lo que resultó en unos beneficios de entre 7 y 8 mil millones de euros anuales para las eléctricas y otras compañías energéticas.

La fase actual del SIE entró en vigor en 2021, tras las declaraciones de emergencia climática. Si bien es cierto que este problema se ha corregido en parte en los últimos años, el problema de los beneficios no disminuirá.

Una de las soluciones estrella en la lucha contra el cambio climático es la implantación a gran escala de parques eólicos y solares. Las emisiones por estas tecnologías son prácticamente nulas. Sin embargo, para generar electricidad también se usan otras tecnologías (como el carbón) que son grandes emisoras. Esto permite a las eléctricas repercutir en el consumidor un precio por el CO₂ mucho mayor del que ellas tienen que pagar por los derechos de emisión.

Investigadores de la Universidad de Dresden han calculado que los beneficios seguirán regando a las eléctricas de la Unión Europea por lo menos durante la próxima década. En Australia, las centrales térmicas que usan carbón están recibiendo 1 200 millones de dólares. Estos investigadores denuncian que el SIE ha transformado el principio de “quien contamina paga” en “quien contamina cobra”. Con estos beneficios, el SIE no aporta prácticamente ningún incentivo al desarrollo de tecnologías limpias.

Plantaciones de árboles compensatorias

La otra medida estrella son las plantaciones compensatorias. Bajo el SIE, las empresas que consumen todos sus derechos de emisión deben plantar árboles para que absorban el CO₂ restante. Una práctica habitual entre las grandes multinacionales es pagar a una asociación conservacionista, o a una empresa forestal, para que plante árboles en su nombre.

Muchas de estas plantaciones se realizan en países del sur global y pretenden convertir sabanas en bosques. Las sabanas son ecosistemas muy antiguos, que se originaron hace 8 millones de años. Cobijan por tanto un gran almacén de carbono en sus suelos que se liberaría al plantar árboles, ya que antes de plantar hay que remover y airear el suelo.

Esta práctica es también una gran amenaza para las comunidades africanas que viven de la sabana. Y también para la biodiversidad que albergan: leones, elefantes y rinocerontes son especies de la sabana.

En España también encontramos empresas y asociaciones que realizan plantaciones compensatorias. En muchas ocasiones, las plantaciones no son mantenidas, lo que redunda en un aumento del riesgo de incendios futuros.

Miopía climática

Se podría argumentar que el resplandor de la emergencia climática nos está cegando. Con la excusa del cambio climático se está implantando un sistema de intercambio de emisiones que pagamos a escote y que redunda en grandes beneficios empresariales, mientras apenas se reducen las emisiones.

¿Qué pasará cuando lleguemos al año 2030 y, probablemente, volvamos a comprobar que las emisiones de CO₂ están lejos de lo necesario para limitar el calentamiento de forma segura? ¿Cómo comunicaremos sobre cambio climático en ese momento?

La estrategia comunicativa detrás de la emergencia climática lleva implícito que en el 2030 se acabará el mundo, o casi. Pero no es así, solo hará un poco más de calor que hoy. Los modelos predicen aumentos lineales, no abruptos en la temperatura. El problema lo tendremos a partir de 2050 y, sobre todo, a finales de siglo.

El hostigamiento mediático continuo acerca de un inminente final climático puede conllevar el hastío de la población. Tal vez la indiferencia sea la respuesta más probable con la que nos encontremos en unos años.

Las medidas actuales no solo resultan inadecuadas para abordar el problema climático, sino que la población poco a poco se dará cuenta de que bajo el paraguas de la acción climática se esconde un paraíso empresarial que solo redunda en un aumento de la injusticia social. Las grandes multinacionales, y las entidades conservacionistas que se dedican a plantar árboles, serán las grandes beneficiadas.

Estamos convirtiendo el cambio climático en una historia de terror, de grandes beneficios empresariales y de greenwashing. Sufrimos una grave miopía climática.

Una versión de este artículo fue publicada originalmente en la revista Telos de Fundación Telefónica.


Fuente/Sinc
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Desarrollo Sostenible

Los microplásticos que no llegan al océano se acumulan en el suelo

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Todavía recuerdo cuando iba a la playa, la arena era blanquecina y solo las partículas que procedían de rocas más calcáreas brillaban con la luz. Hoy, las playas se han convertido en un mosaico cromático, donde las partículas de plástico de distintos tonos resaltan sobre el color de la arena.


Pero el plástico que acaba en las playas procede de algún lado. Se ha estimado que aproximadamente el 80 % del que se encuentra en los océanos proviene de fuentes terrestres, y los ríos son su principal vía de transporte. Al final, la mayoría de los plásticos se producen, consumen y desechan en tierra firme.

De hecho, algunos modelos han determinado que, además de las emisiones anuales de plástico al océano, la mayor parte de los residuos plásticos (98,5 %) permanecen atrapados en entornos terrestres, donde se acumulan y contaminan progresivamente los ecosistemas continentales acuáticos.

Por tanto, las soluciones para abordar la contaminación global por plásticos residen en comprender mejor las fuentes y los procesos que conducen a la liberación y al transporte de plásticos en el medio ambiente terrestre.

¿De dónde viene el plástico que acaba en el océano?

Los plásticos alcanzan los ríos a través de múltiples vías. Algunas fuentes, como las actividades agrícolas y domésticas, aportan residuos al terreno que se mueven con el agua que circula procedente de las precipitaciones.

En entornos urbanos, los plásticos llegan a los sistemas fluviales principalmente por descargas de plantas de tratamiento de aguas residuales, por desbordamientos del sistema de drenaje durante episodios de lluvia intensa y el transporte por el viento.

Únase y apueste por información basada en la evidencia.

Entre las fuentes puntuales, las aguas residuales se han identificado como una de las principales, a pesar de la acción de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR).

Las EDAR que disponen de un tratamiento primario –eliminación física de sólidos grandes y sedimentables– y secundario –eliminación de materia orgánica– son capaces de limpiar del agua el 75-95 % de los microplásticos identificados a la entrada. La mayor parte queda retenida en los lodos de depuradora, formados por una mezcla de agua y materia orgánica, principalmente.

Del agua al suelo

Los lodos de depuradora se reutilizan comúnmente como fertilizante en el suelo agrícola. Teniendo en cuenta que las aguas residuales contienen gran cantidad de microplásticos y que la mayor parte queda retenida en ese lodo que posteriormente se aplica al terreno, es probable que se introduzca un mayor volumen de microplásticos en el suelo que en el agua.

Concretamente, se estima que esta práctica conlleva un aporte anual total de entre 63 000 y 430 000 toneladas de microplásticos a los suelos agrícolas europeos.

Pero no solo los lodos de depuradora introducen estos contaminantes en el suelo. El compost, un abono procedente de la descomposición de materia orgánica, también es una fuente importante durante la fertilización del suelo.

Los plásticos empleados en agricultura

Además, el plástico es un material muy útil en el entorno agrícola, por lo que también hay una entrada directa a través de su fragmentación. Un ejemplo claro son los acolchados, que cubren el suelo con el fin de protegerlo de las condiciones atmosféricas, conservar la humedad, etc. Su utilización ha conllevado una mejora en la producción (minimizando la pérdida por evaporación del agua) y una reducción del uso de herbicidas químicos (evitando la entrada de luz y el crecimiento de especies competidoras).

Sin embargo, debido a la dificultad que entraña retirarlo, entre cultivo y cultivo en el suelo se acumulan restos del material empleado. De hecho, algunos estudios demuestran que aumenta el número de microplásticos en el suelo con las sucesivas aplicaciones.

El plástico también se utiliza en los invernaderos, en el material de tuberías, en los envases de productos químicos, en los fertilizantes encapsulados y en otras piezas de uso habitual. Se estima que cada año se emplean aproximadamente 15 600 000 toneladas de plásticos agrícolas en el suelo europeo.

Por último, hay que tener en cuenta también la entrada de microplásticos por deposición atmosférica en el terreno, sobre todo en el caso de suelos desnudos. La presencia de vegetación que intercepta esas partículas puede ser la razón por la que esta fuente no se ha identificado como la más dominante.

¿Cuántos microplásticos hay en el suelo?

A día de hoy, se estima que a nivel global la contaminación del suelo agrícola por plásticos oscila entre uno y 4,3 millones de toneladas para los aportes procedentes de aguas residuales y entre 5 y 2,3 millones de toneladas para los relacionados con el acolchado plástico. Esto supone la presencia de una media de 3,6 millones de toneladas.

Diversos aspectos ambientales condicionan la movilidad de los plásticos presentes en el suelo, como la cantidad e intensidad de las precipitaciones, la pendiente del terreno, el uso y propiedades del suelo y la distancia al cauce de los ríos. Esto dificulta que se haga una estimación precisa de la cantidad de microplasticos que llega al sistema fluvial y posteriormente al océano.

Sin embargo, recientemente se están llevando a cabo estudios que tratan de estimar cuál es el rol de los suelos en la movilidad de estas partículas. Los resultados parecen indicar que, una vez llegan al suelo, la mayor parte permanece. A esto se suma la baja capacidad de biodegradación de los polímeros más comunes y su entrada constante.

Lo anterior implica que los microplásticos se acumulen en el suelo año tras año aumentando su concentración, a pesar de que una pequeña parte se movilice. Esta es la principal razón por la cual se están desarrollando materiales alternativos al plástico que sean biodegradables y que reduzcan su presencia en suelos en el corto-medio plazo.

Las implicaciones

Uno de los principales problemas de que los microplásticos permanezcan en el suelo es su impacto ambiental. Se ha demostrado que la presencia de estas partículas en el suelo tiene efectos negativos en su estructura, cambia la actividad y funcionalidad de los microorganismos, tiene una influencia en los organismos del suelo y afecta al crecimiento y desarrollo de las plantas. Además, el consumo de alimentos cultivados eleva el grado de preocupación por sus efectos en la salud humana.

Y ya no es solo que los microplásticos puedan dañar nuestra salud y la de los ecosistemas. Cuanto más pequeñas son las partículas, mayor superficie tienen conjuntamente y, por tanto, mayor capacidad de atrapar contaminantes ambientales y de liberar aditivos.

Los aditivos del plástico son las moléculas que le confieren ciertas propiedades adecuadas para su uso. Cuando el plástico se convierte en desecho y está expuesto a condiciones ambientales, se fragmenta, y estos aditivos se liberan a través de su superficie.

Los aditivos del plástico engloban numerosas categorías de compuestos químicos, algunos de ellos identificados como potencialmente tóxicos, persistentes y móviles, que acentúan las consecuencias de su presencia masiva en los suelos.

A pesar de que hay avances en entender los potenciales efectos de los microplásticos, los aditivos y otros contaminantes para la salud humana, todavía existe un enorme vacío de información al respecto.


Fuente/The Conversation
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Fundación Rewilding Chile abre el primer Centro de Rescate y Rehabilitación exclusivo para huemules

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Concebido como un verdadero “hospital de huemules” y diseñado con los más altos estándares internacionales, esta iniciativa es la primera de su tipo en una zona estratégica para este ciervo austral.

Se ubica en un predio aledaño al Parque Nacional Cerro Castillo, hogar de aproximadamente el 10% de los últimos huemules que sobreviven entre Chile y Argentina.

El centro viene a complementar todas las acciones que se realizan en el marco del Corredor del Huemul, iniciativa público-privada que busca restablecer los corredores biológicos para esta especie en peligro de extinción.


En el sector de Las Horquetas, junto al Parque Nacional Cerro Castillo, se inauguró el primer Centro de Rescate y Rehabilitación del Huemul, una iniciativa única en el país por su enfoque colaborativo y multisectorial. El centro está dedicado exclusivamente a la recuperación del ciervo más austral del mundo, especie en peligro de extinción de la que quedan apenas unos 1.500 individuos, distribuidos en poblaciones fragmentadas entre Chile y Argentina, lo que representa aproximadamente el 1% de su población original.

Este centro de rescate y rehabilitación forma parte del “Corredor del Huemul”, una estrategia de conservación a gran escala que busca conectar poblaciones y reforzar la recuperación de esta especie a lo largo de los Andes, y que Fundación Rewilding Chile junto al Ministerio de Agricultura, CONAF y el SAG impulsan desde 2023.

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El recinto está emplazado en un predio donde por varias décadas y hasta el año 2019 se desarrolló la ganadería extensiva, y que luego fue adquirido por Rewilding Chile, para poder resguardar el hábitat del huemul, y brindar conectividad para los grupos de la especie. En un acotado sector de 4,9 hectáreas, este verdadero “hospital del huemules” cuenta con instalaciones para la mantención y manejo de este ciervo. Incluye un módulo con espacio para el equipo de guardafaunas y un área para intervenciones médico veterinarias. Además, cuenta con distintos recintos para el abordaje de las diferentes afecciones o patologías que podrían presentar los huemules.

Todo el perímetro de casi 1 kilómetro está protegido por un cerco electrificado en 2 niveles, uno en la parte baja y otro que alcanza los casi 5 metros de altura, diseñado para evitar el ingreso de predadores y garantizar un entorno seguro para los huemules que se encuentren en rehabilitación. El funcionamiento estará a cargo de personal técnico y profesional especializado de Fundación Rewilding Chile junto a asesores y colaboradores, asegurando así una gestión conjunta que combina experiencia técnica, conocimiento científico y resguardo de la fauna silvestre.

Imagen: diego-ramos-centro-rescate-huemul-pncc-ago2025

“Estamos contentos y orgullosos de inaugurar este centro, la primera infraestructura dedicada íntegramente a la salud del huemul y que viene a fortalecer y complementar las diferentes acciones colaborativas entre nuestra Fundación, el SAG y CONAF para la protección de esta especie y la consolidación del Corredor del Huemul. Además, se emplaza en un área clave, donde existen condiciones ideales para la recuperación de huemules”, explica Cristián Saucedo, director de Vida Silvestre de Rewilding Chile.

Los huemules en el Parque Nacional Cerro Castillo y en otras áreas donde aún se mantienen poblaciones, se ven frecuentemente afectados por cuatro amenazas principales: perros de libre deambular y asilvestrados que los persiguen y atacan, ganado doméstico que les transmite enfermedades, vehículos que los atropellan y especies invasoras (jabalí y ciervo rojo) que compiten por el mismo hábitat e incluso predan sobre él. Algunas de las afecciones y enfermedades provocadas por estas amenazas podrán ser atendidas hoy en este centro.

Imagen:diego-ramos-centro-rescate-huemul-pncc-ago2025

Región de Aysén y Parque Nacional Cerro Castillo, un área clave

El centro de rehabilitación emplazado en Las Horquetas en la región de Aysén surge como respuesta a una necesidad histórica: contar con un lugar especializado para recibir y tratar a huemules enfermos o heridos, brindándoles atención médico-veterinaria, tratamientos para avanzar en su rehabilitación y devolverlos a su hábitat natural. Incluso podrán ser derivados a este centro huemules que sean rescatados de otras regiones del país.

Está emplazado en un área donde por más de 100 años se desarrolló actividad ganadera, con el pastoreo de miles de cabezas de ganado ovino y bovino, sumado a la fragmentación del hábitat a través de la instalación de cercos y caminos, generaron una fuerte presión sobre la fauna silvestre, propiciando también la transmisión de agentes infecciosos desde el ganado al huemul, como el Corynebacterium pseudotuberculosis, agente causal de la Linfoadenitis Caseosa (LAC).

Trabajo colaborativo e interinstitucional

Esta iniciativa está emplazada en un lugar y región estratégica, la zona de Cerro Castillo en la región de Aysén. Es preciso señalar que el Parque Nacional Cerro Castillo alberga a casi el 10% de la población total de esta especie, un núcleo importante con un mínimo estimado de 118 huemules de distintas edades. Pero, a pesar de ser un punto clave para la conservación, los huemules de Cerro Castillo enfrentan graves amenazas, como atropellos en la Carretera Austral, que cruza 25 km. del parque nacional, pérdida de hábitat, ataques de perros, enfermedades como la LAC y la competencia y desplazamiento por animales exóticos como el ciervo rojo y el jabalí.

Imagen:diego-ramos-centro-rescate-huemul-pncc-ago2025

De hecho las estadísticas indican que más de la mitad de las atenciones que han recibido los huemules de este parque nacional, son atribuibles a las principales amenazas que enfrenta la especie.

De acuerdo a información compartida por el SAG al interior de la Comisión Intersectorial del Huemul referente a 143 capturas y/o atenciones realizadas a huemules entre los años 2011 y 2022, en un 52,5% de los casos se abordaron cuadros clínicos, ataques o mordeduras por perros, lesiones o la presentación de abscesos. Es interesante notar que el 44% del esfuerzo de capturas y atenciones estuvo orientado a generar información sanitaria y de línea base sobre la especie por parte del SAG.



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La escalada inédita del CO2 atmosférico: Alarma global antes de la COP30

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El planeta ha cruzado un nuevo umbral climático, según revela el último Boletín de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).


El informe, publicado recientemente, subraya que la concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera registró un aumento de 3,5 partes por millón (ppm) entre 2023 y 2024. Este incremento no es solo un dato más; se trata del mayor salto anual desde que comenzaron las mediciones modernas en 1957.

La OMM advierte con severidad las consecuencias de este récord, indicando que «las temperaturas del planeta proseguirán con su escalada durante más tiempo». Esta nueva edición del boletín tiene como objetivo principal proporcionar información científica irrefutable a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará el próximo noviembre en Belém, Brasil.

El organismo internacional explica que, históricamente, cerca de la mitad del volumen total de CO2 emitido anualmente es absorbido por los ecosistemas terrestres y los océanos. Sin embargo, esta capacidad natural de mitigación está comprometida. A medida que la temperatura global aumenta, la capacidad de los océanos para capturar el CO2 se reduce, dado que una mayor temperatura disminuye la solubilidad de este gas. A esto se suman otros factores que debilitan los sumideros terrestres, como la creciente frecuencia de sequías prolongadas. La OMM detalla que las tasas de incremento de CO2 se han triplicado desde la década de 1960, pasando de un ritmo de 0,8 ppm al año a 2,4 ppm anuales entre 2011 y 2020.

La Influencia del año más cálido

El récord de 2024 se explica por una confluencia de factores. La organización apunta a una combinación de cuantiosas emisiones derivadas de los incendios forestales y una menor absorción de CO2 por parte de la tierra y los océanos. Este dramático aumento coincidió, además, con el año más cálido jamás registrado en un contexto marcado por un intenso episodio del fenómeno de El Niño. Durante estos periodos, las concentraciones de CO2 tienden a dispararse debido a que los sumideros terrestres pierden eficiencia, exacerbado por la mayor sequedad de la vegetación y la proliferación de incendios.

La OMM insiste en que las repercusiones de las emisiones actuales de CO2 irán mucho más allá del clima que se experimenta hoy en el planeta. La prolongada persistencia de este gas en la atmósfera asegura que sus efectos se dejarán sentir durante siglos. Ko Barrett, secretaria general adjunta de la OMM, subrayó que el calor retenido por el CO2 y otros gases de efecto invernadero actúa como un «sobrealimentador» del clima, multiplicando la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. «En consecuencia, reducir las emisiones es esencial, no solo para nuestro clima, sino también para la seguridad de las economías y el bienestar de las comunidades», urgió.

Metano y óxido nitroso: un desafío múltiple

El informe no se limita al dióxido de carbono. También destaca que la concentración media mundial de metano (CH4) en 2024 alcanzó las 1.942 ppm, lo que supone un alarmante aumento del 166% respecto al nivel preindustrial (anterior a 1750). En cuanto al óxido nitroso (N2O), su concentración llegó a 338 ppm el año pasado, un incremento del 25% respecto a los niveles preindustriales.

Oksana Tarasova, funcionaria científica principal de la OMM, transmitió su profunda inquietud ante el hecho de que los sumideros naturales de carbono, tanto terrestres como oceánicos, están mostrando una eficacia decreciente. Esta pérdida de capacidad de absorción implicará inevitablemente que una mayor cantidad de CO2 permanezca en la atmósfera, acelerando el calentamiento global. «El monitoreo sistemático y reforzado de los gases de efecto invernadero es fundamental para comprender estas retroalimentaciones», concluyó la experta, señalando el camino para una respuesta científica urgente.

 



Fuente/Ambientum
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Hito ambiental para Chile: Publican la primera norma de calidad del aire para arsénico

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La regulación establece una concentración máxima de arsénico de 23 nanogramos por metro cúbico como concentración anual. Esto beneficiará a las ciudades donde operan las fundiciones de cobre, ya que estas instalaciones -de acuerdo al inventario de emisiones de fuentes puntuales- representan el 99% de las emisiones de arsénico en el país.  


El 10 de octubre el Ministerio del Medio Ambiente publicó la nueva norma primaria de calidad del aire para arsénico, que fijará un máximo de presencia de este elemento como concentración anual, beneficiando a varias ciudades del país. Este compuesto químico puede tener graves impactos en la salud y, hasta ahora, no estaba regulado en Chile.

La normativa establece un límite de concentración de arsénico en el aire de 23 nanogramos por metro cúbico (ng/m3), en línea con las recomendaciones de la agencia medioambiental de Estados Unidos (EPA), que es más exigente que la establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para calcular la superación de la norma se considerará un promedio de la concentración anual de tres años sucesivos. De todas maneras, si el valor promedio de un año supera el valor de 46 ng/m3, se entiende de inmediato por superada.

En caso de estar cerca de superar la norma o al constatar que fue sobrepasada, se debe declarar la zona como latente o saturada, con lo que se da inicio a la elaboración de un Plan de Prevención y/o Descontaminación Atmosférica específico para arsénico. Estos planes incluirían medidas para reducir la contaminación por arsénico, las que sumarían acciones que impactarían en las fundiciones como fuentes puntuales y otras fuentes presentes en la zona.

La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, comentó que «la publicación de esta norma, la primera específica para el arsénico, protegerá la salud de las personas. La regulación permitirá el desarrollo de planes de prevención o descontaminación en los territorios donde se acerque o supere el umbral establecido. Los planes incluirán medidas concretas para reducir el arsénico presente en el aire”. Además, destacó que esta normativa responde a un proceso participativo con comunidades, el sector regulado y expertos, reforzando la transparencia y legitimidad del proceso regulatorio, en línea con los principios del Acuerdo de Escazú.

En Chile el 99% de las emisiones de arsénico generadas por fuentes puntuales corresponde a las fundiciones de cobre, por lo que la futura aplicación de la norma tendría impacto en las comunas en las que se ubican estas instalaciones. Con esta medida, el país avanza hacia una mayor protección de la salud pública y la justicia ambiental en territorios históricamente expuestos a este contaminante.

 



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¡15 humedales urbanos en la RM!: Ministerio del Medio Ambiente protege Estero del Arrayán y sus afluentes

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Con el reconocimiento de este ecosistema acuático ubicado en la comuna de Lo Barnechea, la Región Metropolitana suma la mayor superficie protegida de esta categoría en el país llegando a las 6.000 hectáreas.


Tras su publicación en el Diario Oficial, Estero del Arrayán y sus afluentes se convirtió en el décimo quinto Humedal Urbano declarado en la Región Metropolitana, en el marco de la Ley 21.202.

Así lo dio a conocer este miércoles el subsecretario del Medio Ambiente, Maximiliano Proaño, quien valoró la protección de las 254 hectáreas de este ecosistema acuático ubicado en la comuna de Lo Barnechea. “Nuestro Gobierno sigue trabajando decididamente en resguardar nuestro patrimonio natural. Con este reconocimiento, la Región Metropolitana se convierte en la región de Chile con mayor superficie protegida-bajo esta categoría- en el país, sumando 6.000 hectáreas. Quiero destacar que este es un Humedal Urbano clave para la protección de nuestra biodiversidad al ser hogar de importantes especies como el puma (Puma concolor), el zorro culpeo (Lycalopex culpaeus) o el cóndor andino (Vultur gryphus)”, sostuvo la autoridad ambiental.

La seremi del Medio Ambiente de la Región Metropolitana, Sonia Reyes, en tanto valoró que “con la declaratoria del Estero del Arrayán, la Región Metropolitana suma a la fecha 15 Humedales Urbanos reconocidos, lo que nos llena de orgullo porque muestra lo mucho que hemos avanzado en la protección de estos valiosos ecosistemas. En esta tarea hemos estado acompañados por los municipios y la comunidad. Destacamos el trabajo y compromiso de la Municipalidad de Lo Barnechea, que nos permite brindar un nuevo espacio recreativo y de esparcimiento para las y los vecinos de la comuna y también de la región”.

En tanto, el alcalde de Lo Barnechea, Felipe Alessandri, expresó que “en la comuna hemos avanzado hacia un modelo de gestión que pone en el centro el cuidado de nuestro patrimonio natural hídrico y la gran biodiversidad que caracteriza a la comuna. Nuestro propósito es que los vecinos lo sientan parte de su vida en comunidad: que las familias los visiten, los valoren y se comprometan con su preservación. El desafío es que estos ecosistemas sigan siendo verdaderas aulas al aire libre para las próximas generaciones”.

Sobre Estero del Arrayán y sus afluentes

Con el reconocimiento de Estero del Arrayán y sus afluentes, Chile suma 136 humedales urbanos protegidos a nivel nacional; 15 de ellos en la Región Metropolitana; de los cuales 8 se ubican en Lo Barnechea.

Cabe precisar que este ecosistema acuático alberga también especies como el arrayán (Luma apiculata) y el espino (Vachellia caven). Además, contribuye al bienestar de la comunidad al proveer servicios ecosistémicos como agua potable a vecinos de la comuna, regulación del ciclo hidrológico; control de inundaciones y brindar un espacio para la educación formal y profesional que permita la recreación y esparcimiento de los habitantes de la Región Metropolitana.



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