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Unidos en la Ciencia. El mayor informe realizado sobre el Cambio Climático

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Las principales organizaciones científicas especializadas en el clima han unido fuerzas para producir un informe histórico para la Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas que han llamado “Unidos en la ciencia”, en el cual subrayan la preocupante y creciente brecha entre los objetivos acordados para abordar el calentamiento global y la situación real.

El informe Unidos en la Ciencia (en inglés) incluye detalles sobre el estado del clima y presenta tendencias en las emisiones y concentraciones atmosféricas de los principales gases de efecto invernadero. Asimismo, destaca la urgencia de una transformación socioeconómica fundamental en sectores clave como la energía y el uso de la tierra para evitar un aumento peligroso de la temperatura global, con impactos potencialmente irreversibles. También examina las herramientas para apoyar la mitigación y la adaptación al cambio climático.

“El informe proporciona una evaluación unificada del estado de nuestro sistema terrestre bajo la influencia creciente del cambio climático, la respuesta de la humanidad hasta el momento y las transformaciones de largo alcance que la ciencia proyecta para nuestro clima en el futuro. Los datos y hallazgos científicos presentados en el reporte representan la más reciente información autorizada sobre estos temas”, dijo el Grupo asesor de ciencias climáticas de la Cumbre sobre la Acción Climática del Secretario General de la ONU.

“El reporte destaca la necesidad urgente de desarrollar acciones concretas que detengan el calentamiento global y los peores efectos del cambio climático”, añadieron los científicos.

El grupo asesor está copresidido por el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, y la antigua vicerrectora de la Escuela de Estudios Avanzados TERI Leena Srivastava, y está integrado por científicos naturales y sociales altamente reconocidos y respetados, con experiencia en diferentes aspectos del cambio climático, incluida la mitigación y la adaptación.

El informe, que fue coordinado por la OMM, tiene como objetivo exhibir de forma transparente lo último en el campo de la ciencia autorizada y aplicable.

La síntesis del reporte consta de breves resúmenes de las agencias contribuyentes: la OMM, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Global Atmosphere Watch, Global Carbon Project, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), Future Earth, Earth League y el Marco Mundial para los Servicios Climáticos. Este resumen se complementa con informes individuales más largos, presentados en un paquete al evento científico de alto nivel del 22 de septiembre y luego a los líderes mundiales en la Cumbre sobre la Acción Climática, el día 23.

Aspectos destacados del informe:
El clima mundial 2015-2019
OMM
El período de cinco años más cálido registrado

La temperatura promedio mundial de 2015 a 2019 está en camino a ser la más cálida de cualquier período equivalente jamás registrado. Actualmente se estima en 1,1 °C (± 0.1 ° C) por encima de la era preindustrial (1850–1900). Olas de calor generalizadas y duraderas, incendios récord y otros eventos devastadores como ciclones tropicales, inundaciones y sequías han tenido un gran impacto en el desarrollo socioeconómico y en el medio ambiente.

Disminución continua del hielo marino y la masa de hielo

La extensión del hielo marino en el verano del Ártico ha disminuido a una tasa de aproximadamente 12% por década de 1979 a 2018. Las cuatro mediciones más bajas de la extensión del hielo marino en invierno ocurrieron entre 2015 y 2019.

En general, la cantidad de hielo perdido anualmente en el manto de hielo antártico aumentó al menos seis veces entre 1979 y 2017. La pérdida de masa de glaciares en el período 2015-2019 es la más alta que en cualquier período de cinco años registrado.

El aumento del nivel del mar se está acelerando, los océanos se están volviendo más ácidos

La tasa observada de aumento medio del nivel del mar se aceleró de 3,04 milímetros por año (mm/año) durante el período 1997–2006 a aproximadamente 4 mm/año durante el período 2007–2016. Esto se debe a una mayor tasa de calentamiento y derretimiento de los mantos de hielo de Groenlandia y Antártida occidental. Ha habido un aumento general de 26% en la acidez del océano desde el comienzo de la era industrial.

Récord de concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera
Vigilancia Atmosférica Global de la OMM

Los niveles de los principales gases de efecto invernadero de larga duración, dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), han alcanzado nuevos niveles máximos.

La última vez que la atmósfera de la Tierra contenía 400 partes por millón de CO2 fue hace unos 3-5 millones de años, cuando la temperatura media global de la superficie era 2-3 °C más cálida que la actual, los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida occidental se derritieron, partes del hielo de la Antártida oriental retrocedieron, todo lo cual causó un aumento del nivel del mar de 10-20 m en comparación con el actual.

En 2018, la concentración global de CO2 fue de 407.8 partes por millón (ppm), 2.2 ppm más que en 2017. Los datos preliminares de un subconjunto de sitios de monitoreo de gases de efecto invernadero indican que las concentraciones de CO2 están en camino a alcanzar o incluso superar las 410 ppm a fines de 2019.

En 2017, el promedio mundial de las concentraciones atmosféricas de CO2 fue 405.6 ± 0.1 ppm, de CH4 fue 1859 ± 2 partes por cada mil millones (ppb) y de N2O fue 329.9 ± 0.1 ppb. Estos valores constituyen, respectivamente, un aumento de 146%, 257% y 122% en comparación con los niveles preindustriales (anteriores a 1750).

La tasa de crecimiento promedio de CO2 durante tres décadas consecutivas (1985–1995, 1995–2005 y 2005–2015) pasó de 1.42 ppm/año a 1.86 ppm/año y 2.06 ppm/año, respectivamente.

Presupuesto Mundial de Carbono
Global Carbon Project

Las emisiones de dióxido de carbono crecieron 2% y alcanzaron un récord de 37.000 millones de toneladas de CO2 en 2018. Todavía no hay signos de que las emisiones globales alcancen su punto máximo antes de comenzar a disminuir definitivamente, aunque están creciendo más lentamente que la economía mundial.

Las tendencias económicas y energéticas actuales sugieren que las emisiones serán al menos tan altas en 2019 como en 2018. Se espera que el PIB mundial crezca 3,2% en 2019, y si la economía global se descarboniza al mismo ritmo que en los últimos 10 años, las emisiones globales continuarían en aumento.

A pesar del extraordinario crecimiento de las renovables en la última década, el sistema energético mundial todavía está dominado por las fuentes de combustibles fósiles. El aumento anual en el uso mundial de la energía es mayor que la expansión de la energía renovable, lo que significa que el uso de combustibles fósiles sigue creciendo. Este crecimiento debe detenerse de inmediato.

La descarbonización necesaria para estabilizar el clima requiere de una aceleración en el uso de fuentes de energía libre de carbono y una rápida disminución de la participación mundial de los combustibles fósiles en la combinación energética. Este doble requisito ilustra la escala del desafío.

Los sumideros naturales de CO2, como la vegetación y los océanos, que eliminan aproximadamente la mitad de todas las emisiones de las actividades humanas, serán menos eficientes. Esto subraya la necesidad de reducir la deforestación y expandir los sumideros naturales de CO2, particularmente aquellos en bosques y suelos, que pueden mejorarse mediante una mejor gestión y la restauración de hábitats.

La brecha de emisiones – dónde estamos y a dónde debemos ir
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente

El Informe sobre la Brecha de Emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cuya décima edición se publicará este noviembre, evalúa los últimos estudios científicos sobre las emisiones de gases de efecto invernadero actuales y las estimadas en el futuro, y las compara con los niveles de emisiones permitidos para que el mundo progrese en una vía de menor costo para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Esta diferencia entre “dónde es probable que estemos y dónde debemos estar” se conoce como la brecha de emisiones.

Si se mantienen las políticas climáticas actuales y los niveles de ambición de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), no se estima que las emisiones globales alcancen su punto máximo en 2030, mucho menos en 2020. Los resultados preliminares del Informe sobre la Brecha de Emisiones 2019 indican que las emisiones de gases de efecto invernadero continuaron aumentando en 2018.

La brecha de emisiones proyectada para 2030 entre los niveles de emisiones bajo la completa implementación de las NDC condicionadas y los niveles consistentes con las rutas de menor costo para lograr el objetivo de 2°C, es de 13 GtCO2e. Si sólo se implementan las NDC no condicionadas, la brecha aumenta a 15 GtCO2e. En el caso del objetivo de 1,5 °C es de 29 GtCO2e y de 32 GtCO2e respectivamente.

Se estima que con las NDC actuales se disminuirán las emisiones globales en 2030 en hasta 6 GtCO2e en comparación con un escenario donde continúen las políticas actuales. Este nivel de ambición debe triplicarse para alinearse con el objetivo de 2 °C y quintuplicarse para alinearse con el objetivo de 1,5 °C.

Si se implementan las NDC no condicionadas, y suponiendo que la acción climática continúe consistentemente durante todo el siglo XXI, nos encaminaríamos a un aumento de la temperatura media global de entre 2,9 °C y 3,4 °C para 2100 en relación con los niveles preindustriales.

Si las ambiciones de las NDC no se incrementan inmediatamente y se respaldan con acciones, será inevitable exceder el umbral de 1,5 °C. Si la brecha de emisiones no se cierra para 2030, es muy posible que el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 2 °C también esté fuera de alcance.

Una parte sustancial del potencial técnico se puede lograr mediante la ampliación y la réplica de políticas existentes y bien probadas, como el cambio a las fuentes de energías renovables y la reforestación, que simultáneamente contribuyen a Objetivos de Desarrollo Sostenible clave.

Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC)

Tres informes especiales del IPCC publicados en 2018 y 2019 evalúan aspectos complementarios y específicos del cambio climático, antes del Sexto Informe de Evaluación del panel.

El Informe especial sobre el calentamiento global de 1,5 °C establece que limitar el calentamiento a 1.5 °C no es físicamente imposible, pero requeriría transformaciones sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad. Hay claros beneficios de mantener el calentamiento en 1.5 °C, en comparación con los escenarios de 2 °C o más. Cada grado de calentamiento importa.

Limitar el calentamiento a 1,5 °C puede ir de la mano con otros objetivos mundiales, como lograr el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza.

El Informe Especial sobre el Cambio Climático y la Tierra enfatizó que la tierra ya está bajo una presión humana creciente y que el cambio climático es un factor que intensifica estas presiones. Al mismo tiempo, mantener el calentamiento global muy por debajo de 2ºC solo se puede lograr reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores, incluidos los relacionados a la tierra y los alimentos.

 

“El informe muestra que una mejor gestión de la tierra puede contribuir a hacer frente al cambio climático, pero la tierra no es la única solución. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores, incluida la energía, es esencial para mantener el calentamiento global lo más cerca posible de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales”.

El 25 de septiembre de 2019, el IPCC publicará el Informe especial sobre el océano y la criósfera en un clima cambiante.

Perspectivas climáticas
Future Earth y Earth League

Evidencia consolidada refuerza la idea que la influencia humana es la causa dominante de los cambios en el sistema de la Tierra durante una nueva era geológica: el Antropoceno.

Los crecientes impactos climáticos aumentan los riesgos de cruzar puntos de inflexión críticos, es decir, umbrales que podrían conducir a cambios de largo alcance, en algunos casos abruptos y/o irreversibles.

Hay un reconocimiento creciente de que los impactos climáticos están golpeando con más fuerza y antes de lo que las evaluaciones climáticas indicaron incluso hace sólo una década.

A medida que se intensifica el cambio climático, las ciudades son particularmente vulnerables a consecuencias como el estrés térmico. Al mismo tiempo, las urbes pueden desempeñar un papel clave en la reducción de las emisiones a nivel local y global.

Las estrategias para la mitigación y para ampliar la gestión de adaptación al riesgo son necesarias en el futuro, no de forma aislada, dado el ritmo del cambio climático y la magnitud de sus impactos.

Sólo alcanzaremos el Acuerdo de París con una acción inmediata e inclusiva que abarque: una profunda descarbonización complementada con medidas políticas ambiciosas, protección y mejora de los sumideros de carbono y la biodiversidad, y esfuerzos para eliminar el CO2 de la atmósfera.

Marco Mundial para los Servicios Climáticos (GFCS)

Los servicios de información climática y de alerta temprana deben apuntalar la toma de decisiones sobre la acción climática para la adaptación.

Miembros del Grupo asesor

Copresidentes, Prof. Petteri Taalas, OMM, y Dra. Leena Srivastava, anteriormente de la Escuela de Estudios Avanzados del Instituto de Energía y Recursos (TERI-SAS) y del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), desde el 15 de noviembre de 2019

Dr. Navroz K Dubash, Centro de Investigación de Políticas de Nueva Delhi, India.

Dr. Brigitte Knopf, Instituto Mercator para la Investigación de los bienes comunes globales y el cambio climático.

Dr. Margaret Leinen, Institución de Oceanografía Scripps de la Universidad de California.

Dr. Heide Hackmann, Consejo Internacional para la Ciencia.

Dr. Jian Liu, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Dr. Thelma Krug, Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

Dr. Yacob Mulugetta, University College London.

Dr. Joeri Rogelj, Imperial College London.

Dr. Maisa Rojas Corradi, Universidad de Chile.

Dr. Lisa Schipper, Universidad de Oxford.

El informe de síntesis ha sido compilado por la Organización Meteorológica Mundial bajo los auspicios del Grupo Asesor Científico de la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas de 2019, para reunir las últimas actualizaciones relacionadas con la ciencia climática de un grupo de organizaciones aliadas clave: la Organización Meteorológica Mundial (OMM), ONU Medio Ambiente, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio climático (IPCC), Global Carbon Project, Future Earth, Earth League y el Marco Mundial para los Servicios Climáticos (GFCS). El contenido de cada capítulo de este informe es atribuible a la información publicada por las respectivas organizaciones.


Fuente/Ecoportal
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El objetivo marcado por la UE para evitar el declive de los polinizadores no es suficiente, advierte estudio.

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Un nuevo estudio internacional muestra que los objetivos marcados por la Unión Europea (UE) para evitar la desaparición de los polinizadores no bastan para detener la pérdida de estos insectos, que son claves, no solo en mantener la biodiversidad, sino también en sostener la producción agrícola.


El trabajo, que aparece publicado en la revista Science y que ha contado con la participación de grupos de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), insta a aumentar la extensión de los hábitats naturales dentro de la superficie agraria, así como garantizar su calidad y permanencia a largo plazo.

La Estrategia de la Biodiversidad de la UE indica que, para proporcionar espacio a los animales y plantas silvestres, a los polinizadores y a los reguladores naturales de plagas, “urge que al menos el 10 % de la superficie agraria vuelva a estar ocupada antes de 2030 por elementos paisajísticos de gran diversidad”.

Aquí se incluyen, entre otros, las franjas de protección, las tierras retiradas de la producción sobre la base o no de la rotación, los setos, los árboles no productivos, los muros de terraza y los estanques.

Este compromiso del 10 %, según el equipo investigador, no es suficiente para garantizar la supervivencia de los polinizadores. Para llegar a estas conclusiones, el equipo científico examinó cómo el área y la calidad de los hábitats naturales influyen en las poblaciones de distintos polinizadores.

El estudio, basado en 59 investigaciones en 19 países, muestra que las abejas solitarias necesitan un 16 % de hábitat natural en zonas agrícolas, los abejorros un 18 % y las mariposas un 37 % para lograr una protección efectiva.

El estudio confirma una regla sencilla: cuanto más hábitat natural hay en zonas agrícolas, mayor es la presencia de polinizadores. Los resultados revelaron también que los hábitats con mayor abundancia de plantas con flores también albergan más polinizadores de todos los grupos.

Imagen de Photorama en Pixabay

Sin embargo, la calidad del hábitat no siempre compensa la falta de espacio disponible. “Hemos visto que, aunque la calidad de estas áreas sea alta, si no se alcanza el mínimo de hábitat natural resulta imposible mantener poblaciones de polinizadores sanas”, explica Ignasi Bartomeus, investigador del CSIC en la EBD-CSIC.

En este sentido, el equipo científico insiste en que lo esencial es ampliar primero la extensión de los hábitats naturales. “Es mejor concentrarse primero en aumentar el área de los hábitats naturales, en lugar de gestionar pequeños hábitats, incluso cuando tienen muchas flores”, afirma Gabriella Bishop, primera autora del estudio e investigadora de la Universidad de Wageningen.

Calidad y permanencia de los hábitats

El trabajo también advierte de que aumentar significativamente la extensión de los hábitats naturales no basta si no se asegura la calidad y permanencia de los nuevos hábitats a largo plazo.

La conservación de polinizadores en Europa se centra en gran medida en medidas temporales en pequeñas áreas de tierras productivas, como la creación de franjas de flores silvestres junto a los cultivos. Investigaciones anteriores han demostrado que esto sí genera un aumento temporal de insectos y polinizadores, pero no ofrecen una solución duradera.

“Hay cultivos, como muchos frutales, en los que conservar la biodiversidad dentro de las fincas es compatible con una alta producción agrícola, pero en otros cultivos más intensivos, como el girasol, se necesitan compensaciones económicas por destinar tierras cultivables a mantener la biodiversidad”, explica Bartomeus.

De ahí que el equipo científico insista en la necesidad de mecanismos de apoyo estables para el sector agrícola. José Luis González Andújar, del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) y también firmante del artículo, señala que “para que se produzca una transformación real, es necesario reconocer económicamente a los agricultores que destinen parte de sus tierras a generar y conservar espacios naturales. Este esfuerzo debe mantenerse durante, al menos, dos décadas; de lo contrario, la falta de estabilidad generaría inseguridad en el sector agrícola y los polinizadores apenas obtendrían ventajas”.

“Hacer una transición a una agricultura más sostenible requiere pensar qué paisajes queremos tener, y eso involucra tener en cuenta tanto la parte ecológica, económica y social del paisaje”, concluye el investigador de la EBD-CSIC Ignasi Bartomeus.

La investigación se ha realizado en el marco del proyecto europeo SHOWCASE, financiado por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea, que busca crear sinergias para integrar la conservación de la biodiversidad en las prácticas agrícolas.

Referencia:

Gabriella A. Bishop, David Kleijn, Matthias Albrecht, Ignasi Bartomeus et al. «Critical habitat thresholds for effective pollinator conservation in agricultural landscapes». Science.

 



Fuente/CSIC/ SINC/Derechos: Creative Commons.
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¿Hemos superado realmente el umbral de 1,5 °C de calentamiento marcado por el Acuerdo de París?

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El informe sobre el estado del clima de 2024 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que la temperatura media anual global en 2024 fue 1,55 °C superior al promedio del periodo 1850-1900, que se toma como referencia para medir el calentamiento del planeta.


La temperatura media global superó los 1,5 °C brevemente durante un mes o más en 2016, 2017, 2019, 2020 y 2023. Sin embargo, el año pasado fue el más cálido en los 175 de los que se tienen registro. ¿Pero significa todo esto que ya hemos sobrepasado los 1,5 ºC que establece como umbral el Acuerdo de París?

Las ambigüedades del Acuerdo de París

El Acuerdo de París, aprobado en la conferencia sobre cambio climático de la ONU de 2015 (la COP21), hace ya más de diez años, determina que se debe “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático”.

Se trata de un acuerdo político-diplomático entre los países que han ratificado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

No obstante, su redacción contiene ambigüedades y genera dos preguntas fundamentales:

  • ¿Qué significa “respecto a los niveles preindustriales”? Pues este período define la temperatura base de referencia para poder delimitar sus incrementos, sus variaciones, sin ambigüedad.
  • ¿Cuándo se considerará que la temperatura ha superado los 1,5 ºC de aumento? Es decir, ¿durante cuánto tiempo debe sobrepasarse ese umbral?
Gráfica que muestra un aumento de la temperatura entre 1850 y 2024
 
Anomalías anuales de la temperatura media mundial en relación con los niveles preindustriales (1850-1900) desde 1850 hasta 2024. Datos de las fuentes que indica la leyenda/Estado Global del Clima 2024, CC BY-SA

¿Qué se considera “periodo preindustrial”?

El nivel preindustrial se refiere a la temperatura media global antes de la Revolución Industrial, que se utiliza como referencia para los efectos del calentamiento global. El CMNUCC encargó al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que definiera qué se consideraría como niveles preindustriales: la respuesta fue el Informe Especial sobre Calentamiento Global de 1,5 °C.

El periodo escogido fue del año 1850 al 1900, cincuenta años. Su selección se debe a que representa el tiempo durante el que se dispone de observaciones con suficiente calidad de las temperaturas superficiales de la tierra y el océano, lo que permite una comparación precisa. Además, la temperatura del aire global fue relativamente estable, con una media aproximada de 13.84 °C.

Con una influencia humana en el clima todavía relativamente pequeña antes del uso progresivo e intensivo de los combustibles fósiles, se consideró como una buena referencia para poder valorar el efecto de las actividades humanas.

Este período aumenta en 20 años el período clásico de 30 años definido por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que resulta de los datos promediados y denominados normales climatológicas estándar de la OMM, que habían sido definidos ya en el año 1872.

Un aumento de la temperatura sostenido durante 20 años

Lo cierto es que todavía no podemos afirmar que hemos superado el umbral de los 1,5 °C tal y como establece el Acuerdo de París.

Las temperaturas globales no aumentan de forma gradual. Debemos considerar la diferencia entre la variabilidad natural del clima –por los fenómenos de El Niño y por la actividad volcánica– y la variabilidad que define su tendencia en el tiempo –el actual proceso de calentamiento–. El sistema climático oscila en diferentes escalas de tiempo con frecuencias temporales a corto y largo plazo.

Imagen-de-Gerd-Altmann-en-Pixabay.

Por tanto, la cifra de 1,5 °C se refiere a un calentamiento planetario promedio sostenido, no solo al valor de un solo año, que por sí solo podría ser anómalamente más cálido o más frío que el promedio a largo plazo. Pero ¿por cuánto tiempo debe mantenerse ese aumento de la temperatura para considerarlo una tendencia?

La Segunda Revisión Periódica del objetivo global a largo plazo de la Convención aclaró que “el objetivo se evalúa a lo largo de décadas” (COP22 de Sharm el-Sheikh, Egipto, en 2022). El IPCC, en su informe sobre las bases físicas del cambio climático, define el momento de superación como “el punto medio del primer período de 20 años en el que la temperatura global del aire en superficie promedia más que la temperatura umbral”. El uso de este promedio ayuda a garantizar que las tendencias del calentamiento se deban a la intervención humana y no a variaciones naturales.

Así, habrá que esperar 20 años para confirmar si superar el umbral de 1,5 °C se mantiene como una tendencia. La humanidad solo sabrá con certeza si hemos alcanzado el límite del Acuerdo de París en retrospectiva. Lo que implica el riesgo de retrasar su reconocimiento y la correspondiente reacción.

Hace falta consenso.

El calentamiento se está acelerando. En el informe de 2021 del IPCC se indicaba, en casi todos los escenarios de emisiones, un alcance de los 1,5 °C “a principios de la década de 2030”. Y, el reciente informe de la OMM Actualización Climática Anual Decenal Global 2025-2029  indica que es probable (con un 70 % de probabilidad) que la media quinquenal de 2025-2029 supere los 1,5 °C.

Abordar la cuestión de cuándo entraremos en un período de 20 años con un calentamiento promedio de 1,5 °C no es, por lo tanto, solo un ejercicio de seguimiento del registro de temperatura global. Tiene una relevancia fundamental para la gestión de riesgos climáticos y la planificación de la adaptación.

Evaluar el aumento de la temperatura media global utilizando el calentamiento promedio de las últimas décadas retrasará el reconocimiento formal de cuándo la Tierra supera el límite de 1,5 °C. Esto probablemente genere distracciones y retrasos justo cuando la acción climática es más urgente.

Se necesita definir y acordar una métrica única y consensuada que describa claramente la superación del umbral de 1,5 °C –ya existen algunas alternativas– y anticipar los acontecimientos que lo precederán. Los impactos asociados serán graves. Tal aumento podría parecer una realidad lejana, pero podríamos estar alcanzándolo antes de lo que imaginamos de acuerdo a las observaciones ya disponibles.

La ocurrencia del primer año con un calentamiento de 1,5 °C implicaría que el período de 20 años que alcanza el objetivo inferior del Acuerdo de París ya ha comenzado y que los impactos esperados con este nivel de calentamiento ya se están manifestando.

 




Fuente/The Conversation (Creative Commons)
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Nuevas reglas para fomentar la captura de carbono y alcanzar el objetivo de cero emisiones

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El reto de combatir el cambio climático ha evidenciado la necesidad de promover diversas medidas para alcanzar la neutralidad climática, es decir, que las emisiones netas de gases de efecto invernadero sean cero.


En los últimos meses, tanto en España como en Europa se han aprobado distintas normativas encaminadas a fomentar la certificación de absorciones obtenidas a través de proyectos de captura de carbono en una amplia diversidad de ecosistemas. Esto ha abierto un arcoíris de colores para el carbono en función del lugar donde es capturado: verde en ecosistemas terrestres; azul en ecosistemas marinos; verdeazulado en humedales de agua dulce; púrpura a través de captura directa del aire o en industrias; y blanco y rosa según si es capturado en salinas o en ecosistemas de algas calcáreas.

Sin embargo, ¿qué requisitos deberían cumplir esos estándares de certificación que fomentan la venta de absorciones en el llamado mercado voluntario de carbono para ser realmente útiles y evitar el “ecopostureo? Este mercado voluntario permite a promotores privados y públicos compensar sus emisiones de dióxido de carbono (su huella de carbono) con la compra de créditos de carbono generados a través de proyectos de absorción certificados.

¿Cómo afrontamos el cambio climático?

La reducción drástica a nivel global en las emisiones de gases de efecto invernadero debe ser la principal medida si queremos mantener el incremento en la temperatura por debajo de los niveles fijados desde el Acuerdo de París. Aunque aún estamos lejos de dicho objetivo, Europa ha liderado en los últimos años el camino a través de diversas normativas dirigidas a lograr la neutralidad climática para el año 2050.

Imagen de GreenCardShow en Pixabay

Sin embargo, como advierten desde la Unión Europea y desde el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), para poder obtener cero emisiones netas de CO₂ será necesario incrementar de forma significativa las absorciones de CO₂ de la atmósfera en reservorios a largo plazo. El objetivo es contrarrestar tanto las emisiones difusas –aquellas liberadas a la atmósfera desde fuentes que no están concentradas en un solo punto, como chimeneas, sino que se dispersan en un área más amplia– como las residuales, que persisten incluso después de implementar las mejores tecnologías y prácticas disponibles para reducir la contaminación.

¿Cómo lograr la neutralidad climática?

Para lograrlo, cualquier empresa o administración pública debería poder medir su huella de carbono a través de protocolos estandarizados. Posteriormente, debería diseñar planes de reducción de dichas emisiones tanto a corto como a medio plazo.

Una vez reducidas al mínimo, el siguiente paso es compensar las mismas a través del fomento de actividades que conlleven una captura de gases de efecto invernadero a largo plazo. Estas suelen expresarse en forma de capturas en toneladas de CO₂-equivalente, tras la conversión del poder calorífico en la atmósfera de los distintos gases de efecto invernadero a unidades de CO₂.

A nivel europeo, la tipología de proyectos y actividades que se podían incluir dependía de la normativa de cada país, ya que, hasta la reciente aprobación del Reglamento (UE) 2024/3012, no existía un marco regulatorio común. Este documento recoge proyectos y actividades que mejoran el almacenamiento de CO₂ a largo plazo en depósitos geológicos, terrestres y marinos.

Integra, además, aquellas actividades que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, como las derivadas del cambio en el uso del suelo, gestión de turberas o mejoras en las prácticas agrícolas. También incluye actividades que fomenten la captura de CO₂ en productos con una vida larga.

Marco o estándar de certificación de absorciones de carbono

Para que cualquiera de estas actividades sea considerada, debe someterse a un marco de certificación o a un estándar que defina de forma clara su tipología. También debe determinar los actores que intervienen en el proceso, los plazos y documentación requeridos en los distintos procedimientos, las metodologías utilizadas para estimar  y verificar las capturas obtenidas, dónde quedarán registradas esas absorciones y cómo pueden utilizarse, etcétera.

Al fin y al cabo, un estándar no es más que un conjunto de reglas que pretende dar una garantía y seguridad jurídica tanto a quien promueve la actividad, como a quien adquiere esas absorciones para compensar sus emisiones. Además, también debe generar seguridad y confianza a los ciudadanos que toman decisiones en función de las políticas de responsabilidad ambiental de las empresas.

Entre los puntos más importantes que deben incorporar estos estándares destacan el establecimiento de los criterios que aseguren la adicionalidad de la actividad. Es decir, deben asegurar que el proyecto genera un incremento neto en capturas de carbono, que no se desarrolla por una obligación legal y que sin la financiación proveniente de los créditos de carbono generados no se llevaría a cabo el mismo.

Imagen de nosita en Pixabay

También es importante que definan claramente el periodo durante el cual las absorciones de CO₂ atmosférico son atribuibles al proyecto (periodo de crédito) y el tiempo en el que el promotor del proyecto se compromete a velar por la integridad de las absorciones de carbono capturadas (periodo de permanencia). Además, deben incluir las metodologías necesarias para llevar a cabo la verificación y certificación de las absorciones conseguidas, así como su seguimiento, y evitar la doble contabilidad de las absorciones certificadas.

Sin un establecimiento claro de estos aspectos podrían desarrollarse actividades que generaran absorciones fantasmas o con nula utilidad climática. Es decir, proyectos de absorción donde no existe adicionalidad, y por lo tanto, no se logra una reducción neta de las emisiones y/o se certifican absorciones inexistentes.

Las novedades del reglamento europeo

La mayoría de estos aspectos son tratados en el nuevo Reglamento (UE) 2024/3012 del Parlamento Europeo. No obstante, existen muchas incertidumbres sobre distintos aspectos que deberán irse solventando en próximas fechas. A pesar de ello, esta nueva normativa tiene aspectos novedosos al incluir por primera vez a nivel europeo las capturas producidas en ecosistemas marinos y costeros, responsables de más del 50 % del enterramiento de carbono a nivel global. Algo que, replicado recientemente a nivel nacional a través del Real Decreto 214/2025, ya fue abordado de un modo pionero por la Junta de Andalucía hace algo más de dos años, con la publicación del Estándar andaluz de carbono para la certificación de créditos de carbono azul. Esta iniciativa ha permitido poner en marcha el primer proyecto de absorción de carbono azul en Europa certificado por una administración pública.

Sin perder de vista un objetivo: la sostenibilidad

El reglamento europeo incluye, además, una salvaguarda para evitar el ecoposturero y fomenta la obtención de beneficios secundarios en la ejecución de este tipo de actividades en relación con los objetivos de sostenibilidad. Por ejemplo, se fomenta que los proyectos incrementen los beneficios directos e indirectos que recibe el ser humano de los ecosistemas (las funciones y servicios ecosistémicos), así como la obtención de mejoras tangibles en las comunidades locales donde se desarrolle el proyecto.

Tengamos en cuenta que el foco de atención está actualmente en el carbono, y debe utilizarse como paraguas para mejorar la gestión y conservación de nuestros ecosistemas, permitiendo una entrada de financiación privada para desarrollar conservación pública. Sin embargo, hay que evitar que se convierta en una herramienta vacía o especulativa porque, como ya decía el refrán, «no es carbono todo lo que reluce”.

 



Fuente/The Conversation
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COP15 Ramsar: Chile postula red de ecosistemas costeros de la Región de Atacama como humedales de importancia internacional

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La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas se encuentra participando de la 15° Conferencia de las partes de Ramsar, en Zimbabue, donde lidera una agenda que incluye la presentación de los avances de nuestro país en la protección de ecosistemas acuáticos y el trabajo realizado en el marco de la red de salares protegidos impulsada por el Gobierno del Presidente Gabriel Boric  


En el marco de su intervención en el plenario de la 15° Conferencia de las Partes Ramsar que se celebra en Victoria Falls, Zimbabue, la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, anunció este jueves la postulación de una red de 4 humedales costeros de la Región de Atacama para que sean reconocidos como humedales de importancia internacional (sitios Ramsar). 

Se trata de Desembocadura del Río Copiapó, el Humedal Costero Totoral, la Desembocadura Río Huasco y el Humedal Carrizal Bajo que en total suman al menos 127 hectáreas. Estos se ubican en una zona semiárida al sur del Desierto de Atacama, que destaca por estar dentro de las 25 zonas hot spots con mayor diversidad biológica del mundo por su gran gama de especies de flora y fauna y su alto endemismo.  

«Nuestro planeta enfrenta una triple crisis de cambio climático, de pérdida de biodiversidad y de contaminación que afecta a todos nuestros ecosistemas, entre ellos, a los humedales costeros, urbanos y turberas. Estos ecosistemas cumplen múltiples funciones como reservas estratégicas de carbono, barreras naturales ante inundaciones y fuentes de agua limpia para nuestras comunidades, pero se encuentran gravemente amenazados”, expresó la autoridad en el plenario de este evento internacional.   

La ministra explicó que “el reconocimiento de esta red de humedales como sitios Ramsar permitirá a nuestro país preservar estos frágiles ecosistemas a través de nuevas y eficaces herramientas que mantengan sus características ecológicas, promoviendo el cuidado de la biodiversidad biológica y las fuentes de agua, lo que es clave en la mitigación al cambio climático y el futuro de la humanidad”.  

En concreto, esta red de humedales costeros de la Región de Atacama propuesto por Chile “aportará a la ruta de aves migratorias, humedales, flora y fauna endémica de Atacama, especies en problemas de conservación, la recarga de aguas subterráneas, servicios ecosistémicos como turismo, y la conservación de valiosos sitios paleontológicos”, dijo la autoridad.  

La Seremi del Medio Ambiente de Atacama, Natalia Penroz, indicó que “esta es una muy buena noticia para la región, poder contar con un segundo Sitio Ramsar, reconociendo el valioso patrimonio natural que tenemos, los humedales costeros, donde en los últimos años hemos hecho un esfuerzo para poder dar algún grado de protección a todos ellos y este anuncio viene a respaldar y potenciar este trabajo”.

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COP15 Convención Ramsar  

La ministra Rojas también destacó el carácter diverso y representativo de la delegación chilena que participa en esta COP15, la que “refleja el compromiso de nuestro país con la protección de los humedales”. Esta incluye al senador Alfonso de Urresti, a la alcaldesa de Valdivia Carla Antmann, a representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Ministerio del Medio Ambiente, como también de la organización Comunidad Humedal, de la Fundación Kennedy, del Centro de Humedales Río Cruces de la Universidad Austral y del Centro de Desarrollo Sostenible de la Pontificia Universidad Católica de Chile.  

Cabe recordar que la Convención Ramsar es un acuerdo internacional de carácter multilateral que promueve la conservación y el uso racional de los humedales. Actualmente, se erige como el único tratado a nivel mundial que se centra en un “único ecosistema” y constituye una instancia en la que los países se comprometen a avanzar en ciertos objetivos generales como la designación de sitios para incluirlos en la Lista Ramsar de “humedales de importancia internacional”. Esto último coincide con el anuncio dado a conocer esta jornada por la ministra Rojas.   

Chile es parte de este instrumento internacional desde 1981 y hasta ahora tiene 16 sitios Ramsar designados a nivel nacional, que suman 363.927 ha.  

Fotos (créditos: Francisco Morey)



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Sistema frontal aliviará los menores niveles de los embalses para generación eléctrica acumulados a mayo

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El último estudio realizado por el Coordinador Eléctrico Nacional sobre la seguridad del abastecimiento para los próximos 12 meses, descartó riesgos para el suministro de energía en el país. Sin embargo, sólo tres de los nueve embalses destinados a generación se encuentran en niveles sobre el 50% de sus cotas mínimas.


El sistema frontal que está afectando a la zona central permitirá elevar no sólo la disponibilidad de agua, sino que también mejorar la capacidad de generación hidroeléctrica en el país. Y es que si bien los embalses destinados a la producción de energía hidráulica no enfrentan una situación crítica, ni tampoco existen riesgos para el suministro de energía de acuerdo a los modelos del Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), lo cierto es que la cantidad de energía embalsada exhibe un descenso en comparación al registro de hace un año.

De esta forma, el nivel de la energía gestionable que consideran los embalses destinados a la generación eléctrica acumulaba un total de 1.130,1 GWh hasta este martes. A la misma fecha de 2024 ese valor alcanzaba los 1.372,8 GWh, lo que constituye un 18% menos entre un año y otro. Sin embargo, ello no implica que existan riesgos para el suministro de energía eléctrica, ya que según el último Estudio de Seguridad de Abastecimiento -un informe mensual que elabora el mismo Coordinador-, para el período entre mayo 2025 y abril 2026 no existen déficits de energía en el horizonte de proyección.

El informe, que modela ocho escenarios distintos -entre ellos condiciones hidrológicas desfavorables, indisponibilidades en unidades generadoras de mayor tamaño en ubicaciones relevantes y la indisponibilidad de un tramo del sistema de transmisión importante para el Sistema Eléctrico Nacional-, sostiene que “para las condiciones y escenarios considerados en el presente estudio, no se obtiene déficit de energía durante el horizonte analizado”.

Eso sí, el nivel de energía embalsada que se consideró para la confección de dicho informe era mayor al existente previo al sistema frontal. El documento detalla que sus supuestos se realizaron considerando los 1.616,6 GWh de energía acumulada en embalses al 22 de mayo. Ello reflejaba una diferencia negativa de sólo 2% frente a los 1.650,2 GWh registrados en 2024 a igual fecha.

Con todo, según las últimas estadísticas del Coordinador sobre las cotas de los embalses, sólo tres de los nueve destinados a generación se encuentran en niveles sobre el 50% de sus cotas mínimas.

En concreto, hasta las 08:OO horas de este miércoles, la situación de los embalses y sus centrales hidroeléctricas era la siguiente: Lago Chapo (Canutillar), se encuentra con un nivel del 48% respecto a su cota mínima; Embalse Rapel (Rapel), con el 1%; Laguna La Invernada (Cipreses), con 57%; Embalse Melado (Pehuenche), con 9%, Embalse Colbún (Colbún), con 41%; Laguna Laja (El Toro), con 41%; Embalse Ralco (Ralco), con 0%; Embalse Pangue (Pangue), con 62%, y Laguna del Maule, con 53%.

Todo lo anterior arroja que, previo a la llegada del sistema frontal, los embalses registraban un nivel de excedencia del 82%. Ello quiere decir que, del total de la estadística desde el año 1960 a la fecha, el 82% fue igual o más húmedo -o lluvioso- que lo registrado al presente año.

Gabriel Olmedo, coordinador de Riesgo de Evol Services, refrenda esto señalando que “durante el año hidrológico 2023-2024 tuvimos un repunte importante en los niveles de embalse por una mayor presencia del fenómeno del niño. Hoy esa situación ha cambiado”.

“Pese a que la energía embalsada este año no tiene muchas diferencias respecto al 2024, nos encontramos en un punto de inflexión de cara al segundo semestre de este año”, enfatiza.

En el análisis de Olmedo, el promedio de las precipitaciones anotó una disminución de un 32,16% en lo que va del año. Ello, detalla, repercute en los costos del SEN.

“La disponibilidad del recurso hídrico repercute principalmente en el costo del agua en los embalses que asigna el Coordinador Eléctrico Nacional en sus programas de operación del sistema eléctrico. Si es que la expectativa de un año seco aumenta, entonces el precio del agua también lo hará, y viceversa”, afirma.

No obstante, Olmedo remarca que si bien los costos marginales de la energía se encuentran más altos en comparación al año anterior, ello se debe “principalmente por razones operacionales relativas a los sistemas de transmisión”.

“Si bien febrero y marzo estuvieron marcados por una mayor generación térmica, el apagón del 25 de febrero llevó al Coordinador a imponer restricciones operacionales por motivos de seguridad que redujeron las inyecciones de fuentes renovables, lo que encareció la operación del sistema. Con todo, el costo marginal de la energía ha aumentado cerca de un 34% si uno mira los meses que han marcado mayores diferencias, como febrero, marzo y abril”, agrega.

Otro factor que incide, según el experto, es la evolución de precios de los combustibles, marcada por la volatilidad asociada a la guerra arancelaria entre China y Estados Unidos, especialmente en el gas natural.


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